Tal día como hoy, pero en 1701, llegaba Felipe V a Madrid, y en España comenzaba el reinado de la Casa de Borbón. Por aquel entonces el caballo era el medio de transporte por excelencia pero, desde que se inventó el coche, todas las monarquías del mundo lo han utilizado con mejor o peor acierto. Nuestro monarca, Juan Carlos I, siempre se ha considerado un gran aficionado y ha hecho gala de su pasión por todos los rincones del mundo.

Dicen que la diferencia entre un niño y un hombre es el precio de sus juguetes. Y don Juan Carlos I de Borbón y Borbón (79), al igual que su abuelo el rey Alfonso XIII, y mucho menos su padre don Juan de Borbón, ha pasado casi medio siglo jugando a echar carreras con sus amigotes. La Familia Real ha disfrutado de los mejores automóviles de altas prestaciones y colección, barcos deportivos, aviones sin asientos numerados, helicópteros con cristales tintados y motocicletas de alta cilindrada.

El Rey siempre ha dado una imagen de tipo joven, apuesto y divertido que a todas y a todos los españoles de bien nos ha hecho identificarnos con su estilo propio, muy cercano al de su amigo Giovanni Agnelli, hasta el punto de que muchos declararon ser “Juancarlistas” y no monárquicos. ¿Quién no ha oído esas frases tópicas? “Solo el Rey y yo tenemos el mismo coche”. “Este modelo exclusivo es igual que el del Rey…”. Qué buen marketing para una marca, cuando don Juan Carlos conducía un Audi Quattro Sport o lucía un Omega; pero todo hasta que la huella negra de un pelotari trajo la peste a La Casa… Desde ese momento, ya nadie presumía de cenar donde lo hacía la Familia Real o de veranear o esquiar junto a ellos. Esperemos que todo vuelva su sitio para poder presumir de los mejores embajadores de España.

Desde que Felipe de Borbón fue nombrado Rey de España (19 de junio de 2014), don Juan Carlos I (Rey padre) ha pasado a ser una especie de semi-Papa Benedicto XVI pero, por su puesto, sin tener que pasar por el mal trago de jurar los votos de pobreza, castidad y celibato… Bromas a parte, el que suscribe este artículo y sin ánimo de ofender a nadie, perteneció durante más de cuatro años, como suboficial de la Guardia Civil, al Servicio de Seguridad de Su Majestad el Rey; y durante algún tiempo en el cargo de responsable de automovilismo-escoltas del príncipe Felipe. Y escribo este artículo y doy las gracias a mis amigos de CAR –el Rey tiene CAR como revista de cabecera– para aclarar y desmentir la cantidad de falacias y tonterías, que desde hace tiempo llevo leyendo y escuchando en distintos medios electrónicos e incluso de papel y televisión. Primero, es más falso que un saco de Judas, que la flota de automóviles de la Casa del Rey sea o haya sido de 70 coches, no estamos ante el emir de Dubái (450 automóviles), ni mucho menos ante el Sultán de Brunei (cinco mil vehículos). En esta España de envidias y listillos mezclamos todo por llegar a un bar y dominar una conversación de barra.
Primero, debemos distinguir entre Patrimonio Nacional y Patrimonio del Estado. El Consejo de Administración del Patrimonio Nacional es el organismo público responsable de los bienes de titularidad del Estado, que proceden del legado de la Corona española del Patrimonio Nacional. Esta institución gestiona inmuebles de alto valor histórico-artístico, entre los que destacan ocho palacios reales, y trece monasterios y conventos, que albergan más de 153.000 obras de arte de todas las disciplinas –pintura, escultura, tapices, relojes, orfebrería, archivos, bibliotecas, instrumentos musicales, mobiliario y vehículos de tracción animal y a motor–, que constituyen una parte esencial del patrimonio cultural español, ya que muchas obras están firmadas por los mejores artistas de todas las épocas. En resumen, que el Patrimonio Nacional es el “dueño” y administrador de los bienes de la Familia Real, dejando claro que el parque móvil es propiedad del Patrimonio Nacional a excepción de algunos coches que se deprecian con el uso diario. Vamos, que el Rey padre puede acabar solicitando la tarjeta de bono bus de jubilado, por mucho que alguno piense que se llevará todo.

En el año 1969 y por un precio de unas 100.000 pesetas, el Rey adquirió un Mini que poco después se lo cedió a su primo Gonzalo de Borbón. Es curioso que este coche no llevaba asientos traseros para que el futuro monarca pudiese estirar bien las piernas. Durante los años de reinado es lógico que don Juan Carlos haya tenido toda clase de automóviles, pues era el mejor escaparate para cualquier marca. Los Seat siempre han rondado por la Casa, desde un 600 hasta los primeros Ibiza e incluso uno bimotor que durante meses condujo el príncipe Felipe. Todavía recuerdo el primer Seat Toledo que llegó a Zarzuela, era rojo vivo, un 2.0 litros que usó primero el Rey y que luego manejó don Felipe por Palma de Mallorca e incluso lo llevó a la Facultad de Canto Blanco. El Grupo VW siempre ha estado muy ligado a la Familia Real y viceversa, además de Seat, el Rey en Palma se ha movido de incógnito mucho con un Golf GTi negro que luego pasó a la escolta y que llegó, junto a un Volvo 480, a convertirse en un clásico de la Casa.

El Rey Juan Carlos I ha probado varias veces en circuito modelos de Ferrari como el F40, cedido por el importador, en aquel momento, el gentleman Juan Quintano, íntimo amigo del rey Husein I de Jordania. Pero es cierto que nunca los ha coleccionado e incluso tampoco se le ha visto montado en los coches de Maranello. En la actualidad y debido a sus problemas de cadera, el Rey padre ya no conduce y utiliza un VW Touareg V10 de la generación pasada, pues declara lo cómodo y fácil que es subir y bajar de él. Otros coches, como los Bentley Continental GT y Flying Spur, también han sido usados por el monarca en los últimos años, con la particularidad de que el 90% son cedidos por las marcas a la Casa para su uso, con el compromiso de ser devueltos. Audi RS6, A8, Mercedes S y E, así Maserati Quattroporte o Maybach 57S son modelos que han circulado por el Palacio y que la prensa más sensacionalista rápidamente han colocado en la colección junto a los antiguos Mercedes, Rolls o Cadillac que Casa Real heredó como Patrimonio Nacional del anterior jefe del estado, el general Franco.

Podríamos contar cientos de anécdotas y no acabar nunca, ya que el Rey ha protagonizado toda clase de incidentes. Recuerdo un viaje a Baqueira en el famoso Porsche 959 –285 unidades para todo el mundo, un Grupo B de calle–, que en 1988 costó 40.000.000 de pesetas cuando un Renault 18 GTS valía 800.000 pesetas. Este coche ha podido ser el más polémico de todo el parque automovilístico utilizado por el Rey. Sus 450 CV de la época y su tracción total lo hacían imbatible. A España solo llegaron 13 unidades –hoy solo quedan 6– y suponía el primer 911 de tracción integral con una tecnología por encima de su tiempo y una carrocería espacial, única.

El Rey lo usaba casi a diario e incluso le gustaba viajar con él. En un viaje de Navidad a Baqueira y acompañado por la infanta Elena –la escolta estaba compuesta por los Peugeot 505 V6 y 405 Mi16– el Rey condujo casi sin parar desde Madrid hasta el Pirineo, no habiendo forma humana de seguirle, y se lo puede garantizar el que suscribe. Hasta tal punto que cada 100 kilómetros teníamos un Peugeot de escolta que hacía de relevo al otro coche. Tal era la velocidad del Porsche 959 (matrícula M-6666-JC), que al final fue el helicóptero de la Dirección General de Tráfico el que seguía al Jefe por el aire. Un Citroën BX GTI del destacamento de Tráfico de Zaragoza intentó mantener el ritmo delante del Porsche y acabó en un vuelco sin más incidentes. Pero al llegar al túnel de Viella, dicen unos que el monarca se distrajo y otros que pisó hielo… el caso es que la trasera del coche se marchó –inexplicable en un 4×4 así– contra el pretil del puente y la broma costó a la Mutua Madrileña 13 millones de pesetas de la época… Porsche España acabó facturando el coche a Alemania para su resurrección y hoy es una de las joyas –valor de mercado cercano a los 800.000 euros– que mejor guarda el Patrimonio Nacional junto a los históricos Rolls, Cadillac o Mercedes antiguos de los que el Team CAR os hablará próximamente.

Bernie Ecclestone, en casa de su amigo español Joaquín Folch, y aprovechando la tradicional cena que el dueño de Titan y piloto de F1 Classic ofrece a lo más granado durante el fin de semana del GP de España, le hizo entrega del pace car de la F1 de Montmeló. Un Mercedes-Benz SLK AMG con sirenas en el techo y toda la indumentaria propia de un coche así. El Rey lo usó unos meses, lógicamente sin luces ni pegatinas, y acabó devolviéndolo a la marca, como otros muchos.

Y así, podría hablarles de más de 100 coches que han pasado por la Casa y de los cuales conozco lo que mis antiguos compañeros me fueron contando. Es confuso el caso del Audi Quattro Sport –batalla corta respecto al Quattro normal– pues el día que se lo entregaron invitó a un importante piloto catalán a emular un tramo de rally por las carreteras de Zarzuela, con tan mala suerte que un gamo se acercó muy efusivo a “saludar al monarca” y se empotró como una pegatina en el capó del Audi, haciéndolo añicos. El consiguiente cabreo del Jefe también fue importante…

Queda claro que el Rey Juan Carlos no tiene una flota de coches como dicen algunos medios mal informados. Lo que sí es cierto es que el Rey ha disfrutado de muchos juguetes que le han hecho feliz. Gracias majestad por compartir con nosotros una afición tan hermosa.
