Coloso pero silencioso, Mercedes-Benz G580

El Mercedes-Benz G580 con Tecnología EQ, o para los amigos, el Clase G eléctrico, se desliza por una curva en el corazón del bosque de Kielder, evocando imágenes de la primera escena de Gladiator. Después de horas entre caminos y pinos, el paisaje se abre a un claro marcado por la devastación. Árboles caídos, raíces expuestas y cicatrices de maquinaria pesada nos recuerdan la huella del ser humano. Si alguna vez hubo una metáfora de la huella indeleble del ser humano sobre el planeta, está justo frente a nosotros.

El silencio tiene un peso propio, una presencia casi tangible cuando el rugido de un motor queda atrás. En ese vacío, solo quedan el crujir de las hojas, el susurro del viento entre los árboles y el leve zumbido de un futuro que avanza sin hacer ruido.

Mercedes-Benz G580 EQ
Mercedes-Benz G580 EQ

Un gigante eléctrico con alma reflexiva

Como la Comisión Forestal planta nuevas plántulas para devolverle vida al bosque, el Clase G eléctrico serpentea en silencio por los caminos. No lleva el peso de un motor de combustión que perturbe la quietud, pero sí carga con el desafío de justificar su propia existencia en un mundo que aún cuestiona si el lujo puede ser verdaderamente sostenible.

Este no es cualquier todoterreno. Su nombre completo parece una ironía: Mercedes-Benz G580 con EQ Technology. Con 3,2 toneladas, demasiado alto incluso para un portaequipajes sin pasarse de peso, y un precio que supera los 196.200 euros, este Clase G parece más diseñado para un ático de lujo que para una pista de barro.

Nuestro compañero de CAR ‘sostiene’ al imponente Mercedes-Benz G580 EQ
Nuestro compañero de CAR ‘sostiene’ al imponente Mercedes-Benz G580 EQ

Y sin embargo, ahí está, avanzando sin gritos mecánicos ni explosiones de diésel. Representa algo más grande que sí mismo: la posibilidad de que el progreso deje de ser sinónimo de destrucción.

Un corazón eléctrico con fuerza bruta

El linaje del Clase G sigue intacto, aunque su corazón ahora late con electricidad en lugar de gasolina. Cuatro motores eléctricos, integrados directamente en el chasis, entregan 579 CV y 1165 Nm de par. Para ponerlo en perspectiva, un Defender V8 se queda en 518 CV y 625 Nm.

A pesar de su revolución eléctrica, mantiene su arquitectura de chasis de largueros y travesaños, con suspensión de doble horquilla delante y eje rígido detrás. Su capacidad de vadeo ha pasado de 700 a 850 mm, y la altura libre al suelo es de 250 mm, algo inferior al Defender, pero igualmente respetable.

El Nuestro compañero de CAR ‘sostiene’ al imponente Mercedes-Benz G580 EQ cuenta con chasis de largueros y travesaños, con suspensión de doble horquilla delante y eje rígido detrás
El Nuestro compañero de CAR ‘sostiene’ al imponente Mercedes-Benz G580 EQ cuenta con chasis de largueros y travesaños, con suspensión de doble horquilla delante y eje rígido detrás

Tecnología sin bloqueos, pero con inteligencia

No hay bloqueos de diferencial tradicionales. Mercedes afirma que no los necesita: la vectorización de par gestiona cada rueda de forma independiente, ajustando la potencia en milisegundos. Como si cada rueda tuviera su propia mente.

Una caja de dos velocidades permite un modo con desarrollos cortos, asegurando autonomía y control. Los modos de conducción son múltiples, pero los que realmente importan aquí son Trail y Rock. Este último requiere una segunda confirmación, desactiva el ESP y permite elegir la marcha baja. También habilita el G-Turn, para girar sobre su propio eje, y el G-Steer, que mejora la agilidad en curvas cerradas.

Del asfalto al barro: una prueba real

El viaje comienza en carretera, zigzagueando por la frontera escocesa. A pesar de sus cifras, el G no transmite violencia. Es rápido, pero no agresivo. No hay una sacudida brutal ni una elevación de morro caricaturesca, gracias a unos amortiguadores adaptativos que doman su peso con elegancia.

Más adelante, llegamos a Deer Street, una antigua ruta de pastores. Rocas, barro y surcos esperan. Los neumáticos Falken Wildpeak cumplen, pero la hierba mojada desafía incluso a esteMercedes-Benz G580 eléctrico. El coche se detiene. Más potencia. Nada. Intentamos en reversa. Nada. Cambiamos el ángulo y poco a poco comenzamos a avanzar. No es un fracaso, sino parte del viaje.

El linaje del Clase G sigue intacto, aunque su corazón ahora late con electricidad en lugar de gasolina.
El linaje del Clase G sigue intacto, aunque su corazón ahora late con electricidad en lugar de gasolina.

Nos damos cuenta tarde de que Rock Mode habría sido mejor elección. Sin diferenciales clásicos, cada rueda responde por sí sola. Lo que impresiona es cómo el G permite modular la potencia, avanzando milímetro a milímetro con total precisión.

Un refugio sobre ruedas para absorber la naturaleza

Bajamos las ventanillas. Se oyen las hojas crujir, el agua correr, el aire moverse entre los árboles. El G580 EQ se convierte en un compañero silencioso, un refugio sobre ruedas. No es perfecto, su peso lo limita y su precio lo aleja de muchos, pero no hay nada que se le parezca.

Es una mirada al futuro, uno más silencioso, pero no por ello menos aventurero. El G eléctrico sigue siendo un explorador nato, fiel a su linaje de 1979, pero adaptado a un nuevo tiempo. La esencia permanece; el ruido ha cambiado.

Bajo la fría noche, el fuego ilumina la escena mientras nuestro compañero y el Mercedes G 580 EQ comparten la esencia de la aventura: libertad y resistencia.
Bajo la fría noche, el fuego ilumina la escena mientras nuestro compañero y el Mercedes G 580 EQ comparten la esencia de la aventura: libertad y resistencia.