El nuevo Seat Ateca acaba de estrenar el cuadro de mandos con pantalla TFT, un toque espacial que le distancia aún más del primer Seat 124, el coche creado para la clase media. Entre la emoción y la nostalgia hemos conducido ambos modelos, y parecen coches de siglos diferentes.
Antes del 124, Seat había fabricado la berlina 1400 y el 1500, pero ambos eran coches caros para personas adineradas. Luego llegó el 600 en 1957, el coche que motorizó España, y hubo que esperar hasta 1968 para que llegara una berlina familiar asequible, cómoda y rápida. De hecho, las personas que cambiaron un 600 por un 124 (la gran mayoría de los clientes) sintieron algo parecido a lo que hoy sería pasar de un Smart Forfour a un Mercedes Clase E.
Respecto al 600 el 124 era otro mundo, por espacio, comodidad y prestaciones. El «pelotilla» costaba 74.592 pesetas impuestos incluidos, y el 124 salía por el doble, 144.432 pesetas. Teniendo en cuenta que el salario medio anual entonces era de 70.709 pesetas y el actual es de unos 23.000 euros, el 124 era bastante menos asequible que un Ateca actual.
Con de 4 metros de largo (como un Ibiza actual) cabían cinco pasajeros y el maletero ofrecía 385 litros de capacidad. Gracias a Seat, que mantiene y conserva una maravillosa colección de modelos clásicos de la marca, pudimos ponernos al volante de un 124-D LS de 1973 (ya con los pilotos traseros grandes, como los del 124 Sport) en estado impecable. Ayy ese olor a viejo Seat, si no lo conoces vete a un desguace y métete en uno que esté al sol. El que aparece en las fotos, en color blanco, es el primer 124, de 1968.
Se arranca con la lleva a la izqda., como un Porsche, y si está frio hay que tirar del aire para enriquecer la mezcla. Si esta caliente, mejor acelerar un poquito al arrancar. El cambio es suficientemente preciso y el embrague no esta muy duro. Lo que más se nota es la dirección de tornillo y rodillo, que sientes imprecisa y dura (no es asistida) a través del fino volante. Rodamos por carreteras secundarias y la suspensión con eje rígido trasero hace lo que puede, no resulta incómodo pero bota y oscila mucho.
El motor de 1.165 cc. y 65 CV entrega poco par a bajas revoluciones, de modo que hay que subirlo de vueltas para que responda bien, lo cual nos gusta porque también suena. Resultan evocadores el velocímetro y el cuenta-revoluciones, grandes y gemelos, al estilo italiano. Se puede disfrutar al volante y tiene su encanto, porque aunque corre poco (140 km/h de vel. máxima) para los parámetros actuales, es muy ligero (855 kg.) y debes estar atento. La cosa se ponía complicada cuando llovía, ya que tenían tendencia a sobrevirar si el conductor no tenía cuidado.
Lo que está claro es que con un coche de estos, con tracción trasera y sin ayudas electrónicas, se puede aprender a conducir como en los viejos tiempos. Lleva doble circuito de frenos (desde 1972), discos a las cuatro ruedas y neumáticos radiales, algo que no era frecuente en la época y que es de agradecer.
Tras esta divertida experiencia, subir en el Ateca FR TDI de 190 CV es otro mundo. Una dirección rápida y precisa y un motor TDI que no suena nada pero empuja con fuerza a cualquier régimen, mientras cambiamos de marcha con las levas. El ambiente, climatizado y con un aislamiento de primera. Y luego está el chasis, con el que puedes pasar muy deprisa por cualquier curva sin preocuparte de las numerosas irregularidades del terreno. Será un SUV y por lo tanto un poco alto, pero este FR va de cine.
Nuestro Ateca llevaba además el nuevo cuadro de instrumentos digital “digital Cockpit” como equipamiento opcional y de serie en con paquete ‘FR Plus’. Este panel de control digital que ya llevan otros modelos del grupo VW, es un tablero de instrumentos de 26 cm (10,25’’) pensado para su visualización interactiva. Se puede personalizar al gusto del conductor, y puede aparecer en la pantalla el navegador, relojes virtuales o diferentes formas de mostrar la información.
Y la seguridad por supuesto no tiene nada que ver, con sistema de reconocimiento de peatones y frenada de emergencia, asistente de cambio de carril involuntario, etc. Es curioso comprobar que el primer 124 no llevaba cinturones de seguridad, apoyacabezas o circuito de frenos doble con servofreno (el que condujimos ya lo llevaba elementos que hoy nos parecen imprescindibles. Por no hablar de los frenos ABS, el control de estabilidad o los airbags. No es de extrañar por tanto que en 1968 murieran en accidentes de tráfico en España más de 2.000 personas, más del doble que en la actualidad a pesar de que hoy hay muchísimos más coches y desplazamientos.
Hasta 1980, e incluyendo a las versiones del Seat 1430 (que era una evolución del 124) se produjeron 896.364 unidades del 124, cuando terminó la producción de los 124 remodelados con faros rectangulares, también conocidos como 124 D “Pamplona”, cuya producción comenzó en 1975. Yo mismo aprendí a conducir en unos de esos, el mío era color cobre, y como tantos y tantos españoles tengo una deuda sentimental con Seat.