Todos sabemos qué significa lo mejor de lo mejor. Pues el Speciale es lo mejor de lo mejor de Ferrari. Me temo que este V8 será uno de los motores más recordados y añorados por los aficionados de la marca. No estoy diciendo que sea el mejor 458 que Ferrari haya fabricado nunca, sino el Ferrari más genuino de la historia. Pero el problema es si para ti lo mejor de lo mejor está en Porsche. El 911 GT3 ha tenido importantes altibajos durante sus primeros doce meses de vida. Primero fueron las dudas en torno a su dirección eléctrica y la caja de cambios. Meses después algunos propietarios vieron como su coche ardía, así que la marca, en un movimiento único y poco habitual en la industria del automóvil, decidió sustituir el motor a todos los GT3 vendidos hasta el momento, al tiempo que se paralizó la producción.
Así pues, con el Speciale y el GT3 nos vamos a rodar por algunas de nuestras carreteras favoritas. Lo mejor de Ferrari contra lo mejor de Porsche. Empiezo conduciendo el 911. Para entrar tienes que tirarte dentro de los bácquets con los laterales muy pronunciados. El 3.8 litros bóxer de seis cilindros e inyección directa rinde 476 CV a 8.250 vueltas, y estira hasta las 9.000 revoluciones. Solo tiene dos pedales, pero ya es obvio que todos los coches deportivos van mejor con los cambios automáticos de doble embrague que con el cambio manual. El nuevo PDK de siete marchas se maneja con unas precisas levas que da gusto tocar. La suspensión es dura, pero maneja bien los baches. La dirección del nuevo GT3 es soberbia, pero no tiene la mágica comunicación que tenía antes. Este modelo se parece un poquito más al 911 Turbo o el Nissan GT-R, deportivos muy rápidos, pero no extremos, que a los GT3 anteriores.
Es el turno del Ferrari. La lista de opciones de carrocería es tremenda en un coche que costará unos 120.000 € más que el GT3, en el entorno de los 280.000 €. Hay muchos cambios respecto al original, como el nuevo faldón con aerodinámica activa, o la trasera con más alerón, más difusor y sin los tres tubos de escape centrales, sustituidos por dos laterales más racing. Este coche no tiene radio, no tiene navegador, no tiene guantera, no tiene paneles en las puertas, no tiene alfombrillas y sentado en el bácquet con un volante plano en su parte baja y lleno de lucecitas en su parte alta, no hay duda de que estamos a los mandos de un coche radicalmente deportivo. El V8 de 4.5 litros sube su potencia hasta sobrepasar los 600 CV y convertirse en el motor atmosférico con más potencia por litro (135 CV) de la historia de la automoción. Podríamos seguir con las cifras, como el 0 a 100 km/h en 3 segundos, pero nada te prepara para lo que se siente a bordo de este 458 “especial”. En cada momento te parece estar disputando Le Mans, tocando las levas, aún más precisas que en el Porsche, para notar como el cambio activa la siguiente marcha en mili-segundos. Todo es más vivo, más rápido, una micra de movimiento de manos se convierte en una sacudida de la dirección en busca del vértice de la curva, con un desplazamiento trasero que, si lo provocamos con el “CT off” nos regala un derrapaje que controlamos con la rápida dirección. Pese a todo el despliegue, el coche despierta la confianza, porque hace todo lo que esperamos que haga, de manera absolutamente nítida, directa, eficaz, espléndida.
Es curioso observar como cada marca ha elegido el camino opuesto: el GT3 es más confortable, el Speciale, mucho más radical. No voy a terminar diciendo que los dos son ganadores, porque sería una estafa. El 911 es el más cómodo, más rápido y más económico, pero mi elección es el Ferrari. Es el más puro, vivo y auténtico, el mejor Ferrari que se haya producido nunca.