Mucho han cambiado las cosas desde que en los años setenta Land Rover presentara, con el Range, el primer todoterreno con unos mínimos lujos para andar por carretera. En la última década la pasión por los SUV en todos los segmentos se ha disparado por completo y, por supuesto, los amantes de los supercoches no son ajenos a esta propuesta. Si el que quiere un Golf está enamorado de un SUV, ¿por qué no iba a quererlo el que tiene en su garaje un Ferrari, un Porsche o un Audi A8?

Range Rover siempre ha atendido perfectamente este mercado, y ha sido visto como el todoterreno más lujoso del mundo. Pero si en 2002 la generación anterior a la actual tenía un tope de gama de 100.000 euros, un poco más de lo que costaba un 911, la actual, presentada en 2012, inicia su gama en esos 100.000 y viaja hasta los 200.000 que cuesta, opciones aparte, la versión que hoy probamos. En este segmento Range ha sido la única que se ha dedicado abiertamente al lujo, y el primer competidor en llegar ha sido Bentley con el Bentayga, después el Lamborghini Urus, pero en el camino están el Rolls Royce Cullinan y un Aston Martin SUV, mientras Ferrari ya piensa si entrar o no en este lucrativo mercado (aquí podéis ver la recreación de nuestro equipo de diseño). En resumen, veremos un buen puñado de todoterrenos capaces de convencer a los clientes de la parte más alta del mercado.

Pero vayamos con nuestros protagonistas. El Range actual siempre nos ha gustado. Su diseño, con cinco años en el mercado sigue siendo un acierto, y termina de recibir ligeros retoques en la gama que se resumen en una nueva versión híbrida enchufable, nuevas pantallas y equipos multimedia heredados del nuevo Velar y un poquito más de lujo. No estaba aún disponible para esta prueba, pero sí la versión SV Autobiography. Si antes ya habíamos visto el logotipo SV –Special Vehicles– en modelos de Jaguar o Range, siempre había sido unido a coches de talante deportivo. Aquí, en lugar de la habitual R, se une a la A de Autobiography, que permite elegir cualquier tipo de equipamiento a la carta.
Mecánicamente el SVA utiliza el motor V8 de 5.5 litros sobrealimentado del Sport SVR, con 566 CV y 700 Nm de par, pero semejante mecánica no la percibirnos al entrar al interior, donde podemos equipar nuestro Range con cualquier elemento, como se ve en las fotos de nuestra unidad. Las llantas de 22 pulgadas, las pinzas de freno de color rojo, el mismo de muchos detalles del interior y hasta las levas del cambio en este colorido nos demuestran que Range ha llevado el concepto del lujo británico mucho más allá de lo debido. En el camino, ha descuidado algunos pequeños detalles del equipamiento, como una guantera con un cierre más humilde del que merece un coche de 200.000 euros. Pero sirva la lección para ver cómo un coche que costaba 60.000 euros en 2002 tiene ahora versiones de más de 200.000, un salto impresionante en las preferencias de los clientes.
UNA FIEBRE POR LOS SUV
Ese salto lo ha entendido perfectamente el grupo Volkswagen, propietario de Bentley. El alemán que dirige actualmente la marca, Wolfgang Dürheimer, dirigía Porsche cuando la compañía lanzó el Cayenne, un movimiento infinitamente más arriesgado que el de Bentley. Se inició entonces una fiebre por los SUV deportivos y de lujo que, como hemos visto, no para de crecer.
El único defecto del Bentayga es haber llegado un poco tarde, porque se hubiera vendido excelentemente bien ya durante los últimos años. El Bentayga no tiene compromisos en la parte baja de la gama, esto es un hiper-SUV, si así podemos llámarlo, y de hecho solo se ofrece con dos motores, el V8 diésel de 437 CV –rozando los 200.000 euros– y este W12 de seis litros con 600 CV y 900 Nm de par motor, que empieza su tarifa en 237.000 euros, pero que ofrece opciones como los cristales traseros tintados por 2.100 euros para engordar su factura. Nuestra unidad aquí mostrada roza los 300.000 euros, y si te parece caro es porque este coche no es para ti.
Para realizar el Bentayga Bentley no ha partido desde cero, sino que cuenta con la plataforma técnica del Audi Q7, con su inteligente sistema eléctrico de 48 voltios que le permite tener un chasis con estabilizadoras activas. Además, este origen le permite tener una versión de siete plazas, recordándonos que los muy ricos suelen tener varias familias. A cambio, en el Range podemos tener la versión de carrocería extendida, con plazas traseras de limusina.
Uno al lado del otro, el Range Rover debe inclinarse ante la presencia del Bentley. Si el Range y sus limpias líneas nos parecen muy elegantes, solo su mayor altura nos hará fijarnos un ratito en él antes de pasar horas observando el Bentley. El Bentayga es algo más bajo, pero es más largo, más ancho y tiene una parrilla completamente cromada, lo que, unido a un diseño raro, pero que funciona, es un signo de atracción evidente. De algún modo, también resulta más elegante, ya que su presencia no es forzada o, dicho de otro modo, no es una versión base potenciada en cuanto a diseño, simplemente es un coche inmensamente caro.
Esto no desacredita al Range, el hecho de que puedas elegir cualquier acabado interior, encargar un Range blindado o convertir tu modelo en cualquier competidor de AMG o Bentley es un must, y hay mucho mercado para los que buscan un interior homenaje a Hugh Hefner, el inventor de Playboy, pero a nosotros nos gana más la elegancia puramente británica y sin artificios –al menos en el interior– del Bentayga.
Nos ponemos en marcha
El Range se siente rápido, y su V8 gorgotea debajo el capó. Vamos por una carretera de curvas a buena velocidad, sintiendo una buena dirección y una reserva sobrada de potencia cuando, en una pronunciada cuesta, el Bentayga nos adelanta a nosotros y a los dos coches que tenemos delante de nosotros a una velocidad pasmosa. No es solo la diferencia en caballaje y cilindrada, es que el par motor es enorme, y el Bentayga se mueve, con su chasis activo, como si fuera un GTI. No será raro que ganemos a cualquier deportivo compacto o berlina deportiva en todo tipo de trayectos. Estamos hablando de una aceleración de 0 a 100 km/h en 4 segundos, y aunque el Range llega a la misma cifra en unos respetables 5,4, la diferencia es como la de poner un fórmula 1 al lado de un fórmula 3. Sirva como ejemplo que la velocidad máxima del Range está limitada a 225 por hora, pero el Bentayga supera los 300 por hora. Clava el velocímetro en 301, y eso sin que aparezcan aún versiones Sport o SuperSport; así de rápido es este Bentley.
En autovías y vías rápidas los dos son excelentes automóviles, para qué negarlo, y si el Autobiography gana en amplitud interior, el Bentayga está mejor acabado y tiene materiales de superior calidad, con un diseño más elegante y asientos más confortables. Las tornas cambian en ciudad, donde a la postura de la conducción del Range, algo más alta, nos permite una mejor visión periférica. También se desenvuelve mejor a baja velocidad, donde en el Bentayga tenemos que lidiar con unas suspensiones algo más duras y con esquivar la mirada de los cientos de personas que se detienen a observar un coche que, seguramente, nunca antes habían visto. Parece mentira que el Range, con llantas de 22 pulgadas y suspensión rebajada, mantenga el confort de las versiones más modestas, pero lo hace, fruto de la excelente suspensión de la gama.
Sabemos que el 99,9% por ciento de usuarios de estos coches jamás pisará un barrizal, pero, quién sabe, así que nos metemos en una cantera donde encontramos el único vehículo capaz de hacer que nuestros coches parezcan pequeños, se trata de un camión Komatsu HD787 con más potencia que los dos contendientes juntos, ruedas de dos metros de alto y 70 toneladas de capacidad de carga, capaz de engullirse a nuestros dos protagonistas y quedarse tan fresco.
Un poco de barro…
En las roderas y pistas de la cantera, de nuevo el Range saca a relucir la maestría de sus suspensiones y vence el Bentley. Con una altura de vadeo de más de un metro, es capaz de irse a la isla de Borneo sin mapa llevando habanos en una cava interior para sobornar a algún guardia y fumárnoslos con el dictador que se presente por el camino. Esto no lo puede hacer el Bentley, y es que seguramente nadie necesita un SUV capaz de sumergirse hasta semejante profundidad, pero, qué diablos, tampoco nadie necesita uno que supere los 300 por hora o que sea inmensamente lujoso, y aquí estamos con estos chicos.
Carreteras de curvas, autopistas, ciudad, barro…, hemos tocado casi todas las superficies con estos coches, así que llega el momento de determinar un vencedor. El gran mérito del Range es competir con un modelo que no existía cuando se diseñó. Cuesta 200.000 euros completamente equipado, y es por tanto mucho más económico que un Bentayga que, con una dotación similar, puede rozar con facilidad los 270.000 euros –¿alguien más está pensando en llevarse un F-Type con la diferencia?–. El Range es uno de los pocos coches en los que gastaríamos entre 100.000 y 150.000 euros. Nos gusta más que casi todas las limusinas del sector, es más amplio, tiene más maletero, importante para cuando nos vayamos a esquiar a Chamonix, y un cuidado por el detalle excelente, pero de cara a convertirse en un rival del Bentley se nota que lo intenta con mucho maquillaje, con motores que no son propios del Range y con un resultado que, aunque es brillante, no es el de un competidor cuyo precio de venta previsto siempre fue el del doble que este modelo.
El Range podría competir con los 200.000 euros del Bentley diésel de 485 CV, pero la experiencia total del Bentayga se produce con el W12. Quema gasolina como si no hubiera mañana, a pesar de la desconexión parcial de cilindros, pero tiene unas prestaciones alucinantes, un interior perfectamente fabricado y rematado y cuenta con todo tipo de opciones absurdas e inmensamente caras que nos sitúan en el mundo del auténtico superlujo.
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