No hubo Serie 8 cabrio de la serie E31 allá por los noventa, así que BMW ha cogido el DeLorean y ha regresado al futuro para traernos por fin este 2019 una versión sin techo de su coupé más prestigioso hasta la fecha, un BMW Serie 8 Convertible listo para disfrutar y viajar.
Y es que este tipo de vehículos al final son un coche de recreo, diseñados para quienes quieran disfrutar del buen tiempo. A pesar de ello BMW se ha preocupado por la dinámica de este Serie 8 Convertible y a su chasis lo ha reforzado, con la consiguiente ganancia de peso, pasando de 1.965 kg a 2.090 en nuestro M850i xDrive de pruebas, lo que repercute en el 0 a 100 km/h que pasa de 3,7 a 3,9 segundos. Podremos vivir con ello.
Por lo demás hay que tener en el trasero un tacto más fino que el pelo de un bebé para notar la torsión del chasis en tramos de montaña, así que este BMW Serie 8 Convertible es ese coupé deportivo, pero ahora con la posibilidad de plegar el techo. Esto se hace en solo 15 segundos y hasta a 50 km/h, por si queremos llegar al semáforo listos para lucir peinado y gafas de sol nuevas.
La capota es de tela, de cuatro capas, y con ella quitada y el deflector de montaje manual que se puede colocar en las plazas traseras, mantener una conversación con el copiloto es sencillo a velocidad legal. Además el viento se disipa muy bien y tenemos un sistema de calefacción en los asientos que expulsa aire a la nuca directamente y se puede gestionar de forma independiente. Con ella puesta el ruido apenas es perceptible una vez más a velocidad legal, pero no la tuvimos puesta más de cinco minutos ya que el tiempo acompañaba al sur de Portugal.
En cuanto al diseño, BMW no ha necesitado tocar nada, no se suele hacer con estas carrocerías. Pero sí añade unas nuevas llantas de 20″ para el M850i, de serie por cierto, y en el diésel son de 18 con opción de 19 y 20. El morro lleva cromados portando un toque elegante a una silueta que descapotada luce cual yate de 4,8 metros de eslora. Lo bueno es que las ventanillas se pueden bajar todas a la vez incluido el listón central que las sujeta, dejando un perfil limpio y estilizado, siempre con ese toque deportivo.
Por dentro más de lo mismo, cuero de serie, el sistema BMW Live Cockpit Professional con la pantalla táctil de 10.2 pulgadas y el cockpit digital de 12,3 pulgadas que varía en función del modo de conducción. Además llevábamos el pomo del cambio opcional en cristal, que también incluye otros adornos como el del controlador giratorio del iDrive o el botón de arranque. Detalles que hacen del Serie 8 Convertible un coche digno de su categoría.
Si bien es cierto al volante hay dudas de si es un cabrio deportivo o un deportivo cabrio. Teniendo en cuenta de la base de la que partimos, y después de un tramo de montaña y un poco de autopista, parece más un gran turismo cabrio muy deportivo. Especialmente gracias a este motor.
Y es que el V8 del M850i es todo un portento, con 530 CV y 750 Nm de par que llegan por debajo de las 2.000 rpm lo que le hace rápido a cualquier régimen. Y como aliciente, ir descapotados hace que oigamos mejor los petardeos del escape cuando vamos en el modo Sport Plus. Sabemos que son provocados pero en un coche de este calibre te engancha ese sonido, especialmente para provocarlo en ciudad soltando el acelerador a 3.500 rpm. Porque si te compras un cabrio para que se te vea, con este también se te escuchará.
La melodía del motor es muy buena pero le falta la garra deportiva, y lo bueno es que cuando volvemos a civilizarnos y ponemos el modo Comfort, el coche vuelve a ser un Gran Turismo sin techo con el que llegar al centro comercial sin escandalizar al personal, más allá de que llevamos un elegante y deportivo BMW Serie 8 Convertible.
Con los gadgets de BMW la agilidad y la precisión en el paso por curva son incuestionables a pesar de su tamaño y peso. Primero tenemos su sistema de tracción total, que nos catapulta saliendo del vértice de la curva y permite poder asumir ritmos altos sin miedo a pérdidas de tracción. Además detrás llevamos unos generosos neumáticos de 275 mm de ancho. Se nota el primer empuje con el eje trasero, pero casi de inmediato el eje delantero tira de nosotros a la vez, metiendo el coche en unos railes imaginarios y enfilando la recta a la siguiente curva que pasará volando si llevamos el pie derecho hasta el fondo.
También encaminado a mejorar su precisión está el sistema del eje trasero direccional. Es eficaz y apenas perceptible pero provoca algún movimiento extraño en la carrocería cuando pasamos por una curva mal peraltada o hay algún bache en pleno cambio de apoyo. Es como si el morro entrara más rápido de lo que exigimos, pero es una sensación muy momentánea y en ningún caso peligrosa, solo algo a lo que no estamos acostumbrados.
La suspensión está recalibrada levemente para esa ganancia de peso y casi diría para el carácter de un coche como este BMW Serie 8 Convertible. Es muy cómodo y en las zonas más rápidas se volverá obligatorio poner le modo más deportivo de esta para que la carrocería no se incline provocando algún pequeño subviraje. Es adaptativa pero la firmeza siempre está ahí, lo cual nos da una idea del carácter del coche. Por otro lado su dirección, aunque rápida, no es muy comunicativa, tiene un tacto suave y la desmultiplicación aunque es buena no acaba de invitarnos a girar más rápido cuando llevamos un ritmo elevado.
Por lo demás, incluido su fabuloso cambio automático de 8 velocidades. el BMW Serie 8 Convertible es un cabrio excelente y un deportivo con el plus de poder ir rápido descapotado. Estoy seguro de que si los ingenieros de los años 90 de BMW hubieran podido hacer un Serie 8 cabrio entonces, tendría el mismo carácter y ADN que este de hoy en día.
El coste extra de poder disfrutar de su conducción a cielo abierto son 8.800 euros más que por el Serie 8 Coupé, lo que significa que el M850i xDrive que probamos se coloca en una tarifa de 149.200 euros. Si queremos un Serie 8 Convertible más comedido, el 840d con su seis cilindros en línea de 320 CV se queda en 121.400 euros.