El Lucid Air no parece un coche de alto rendimiento. Es un eléctrico de lujo, diseñado sobre una hoja en blanco, con un habitáculo igual de espacioso que el de un Clase S y dos enormes maleteros.

Sus números son los siguientes: una autonomía EPA estimada de más de 800 km (más de 700 km a velocidad de autopista, según Lucid) posible gracias a una batería de 113kWh, 1.080 CV, un 0-100 km/h de 2,5 segundos y una eficiencia de 6 km por kWh (el Porsche Taycan Turbo S esta en torno a 4 kilómetros por kWh).
Los secretos del Lucid Air
Peter Rawlinson, CEO de la firma, trabajó en Lotus y Jaguar antes de pasar a Tesla como ingeniero del Model S. En Lucid ha logrado asegurar los fondos para construir una fábrica a medida desde cero, en Arizona (con su sede en Silicon Valley, como no podía ser de otra manera) y para tener listo el coche para producción –el primero se fabricará el año que viene. Pero, ¿cómo ha sido Lucid capaz de crear un coche con semejantes números? Una gran batería equivale a una gran autonomía. La del Air es grande, pero no lo suficientemente para lograr, por si sola, tal autonomía. La clave es la arquitectura de alto voltaje, resultado del aprendizaje obtenido con el desarrollo de una batería para la Fórmula E.

Si el Taycan usa un sistema de 800 voltios, el del Air es de 924. Rawlinson nos explica: “La principal ventaja es la reducción de la perdida de calor. Doblar el voltaje te permite reducir a la mitad la corriente para una determinada potencia”. El sistema de alto voltaje es parte del círculo virtuoso del que Colin Chapman era tan aficionado –la reducción del calor equivale a un menor y más ligero sistema de refrigeración, lo que requiere radiadores más pequeños y un menor coeficiente de resistencia (tan solo 0,21 para el Air), lo cual permite llegar más lejos.
En conjunto – motor, engranaje reductor, inversor eléctrico, diferencial– la unidad de potencia principal del Lucid desarrolla 670 CV pero pesa tan solo 74 kg.