Hace unos meses el mundo del motor celebraba el regreso de Bertone, y hoy tenemos que lamentar una gran pérdida. A los 84 años nos ha dejado Lilli Bertone, viuda del gran diseñador y la máxima protectora de su legado. A continuación rescatamos una entrevista de 2014. Descanse en paz.
La quiebra de Bertone

La ausencia de Bertone del pasado Salón de Ginebra no anticipaba nada bueno, y a finales de marzo el diario británico The Telegraph confirmaba mediante un portavoz de la compañía que los trabajadores hace más de un mes que no aparecen por las instalaciones de la empresa. En enero también se confirmó que el director de diseño de la factoría, Michael Robinson, la dejaba para ir trabajar a ED Design, otra firma con sede en Turín. La centenaria compañía ha pasado por muchas dificultades durante los últimos años, y ya en 2008 se declaró en quiebra.
En mayo de 2011 se subastaron varios prototipos procedentes del museo Bertone. En esta venta se incluyeron modelos como el Lancia Stratos HF Zero Concept de 1970 (761.000 euros) o los Lamborghini Bravo Concept de 1974 y Marzal de 1967. Este último fue el más valorado, con 1,5 millones de euros. Muchos vieron en ello un signo de declive, pero la realidad era más compleja. La venta de los seis coches fue una decisión judicial vinculada a la bancarrota de 2008.
Los malos tiempos comenzaron con la muerte de Nuccio Bertone en 1997, que produjo un enorme vacío en la compañía. Esto llegó además en un momento en que las marcas dejaron de encargar coches a la empresa turinesa. En 2005 se quedaron sin modelos para fabricar, tras producir el Opel Astra Cabrio y una pequeña serie del Mini: el GP. En aquellos días la gestión estaba en manos de las hijas de Nuccio. Asimismo la factoría de Grugliasco fue vendida a Fiat en 2009, y tras ser renovada hoy produce para Maserati.
La salvación parecía haber llegado en 2010, cuando Lilli Bertone, la esposa de Nuccio, retomó el control de la empresa. “Hice una promesa a mi marido: yo continuaría liderando la compañía fundada por su padre en 1912”. Por eso hemos querido recuperar la larga entrevista –inédita hasta ahora– que mantuvimos con Lilli Bertone hace dos años, cuando acudió como invitada a Autobello Barcelona con el prototipo Nuccio. Entonces las cosas parecían ir bien, tenían varios encargos para desarrollar gamas de modelos y hasta planeaban nuevas contrataciones.

Ella guarda los coches que fueron de Nuccio, como un Giulietta o un Miura. “Mi marido nunca quiso gastar dinero en un museo, tenía los coches en un garaje porque prefería invertir todo en la empresa, tenía mucho respeto por los trabajadores”. Esto era así hasta el punto de que la hizo firmar un documento comprometiéndose a continuar con la empresa si él faltaba, y es lo que está haciendo. Cuando él murió, ella construyó el museo en su honor. Hoy algunos automóviles están en el nuevo Museo Nacional del Automóvil de Turín.
A Lilli le molesta que, aunque legalmente le siguen perteneciendo a ella, ahora se consideran bienes de interés nacional y tiene que hacer papeleo cada vez que quiere utilizarlos.

La italiana vivió la época dorada del diseño automovilístico desde una perspectiva muy singular. Iba con su marido a las playas de Livorno en prototipos únicos, o viajaban por los Alpes nevados al volante de los Lamborghini Miura o Countach. Lilli no trabajaba en el departamento de estilo pero influía en el diseño interior de los automóviles. Por ejemplo no le gustaban los coches negros, y Bertone nunca pintó uno de sus diseños de ese tono. Los colores clásicos de Bertone son el naranja, el favorito de Nuccio, o el verde.
Charlar con ella es una fuente inagotable de sabrosas anécdotas: “Cuando salió el Miura hubo gente que criticó el motor central, pero Nuccio sabía que era el futuro, ‘algún día lo entenderéis’, decía. Cuando hizo el Fiat Enduro –una especie de SUV de 1996– le criticaron por no ser ni un cupé ni un cabrio ni un familiar, y también predijo que en futuro los coches serían así”. Respecto al sensacional Stratos Zero –prototipo extraplano– nos contó lo siguiente: “En Lancia dijeron que no estaban interesados en el nuevo Stratos Zero, de modo que Nuccio pasó la barrera de la sede de Lancia por debajo para que lo vieran”.

Se entraba por la parte delantera, como en un Isetta, y por eso tenía la parte baja del morro de goma. Lo importante es que pudieron impresionar a los responsables de Lancia, que decidieron hacer el Stratos de calle. El Zero es uno de los coches más espectaculares de la historia, tanto que los productores de la película de Michael Jackson Moonwalker se lo pidieron para el rodaje. Pero Nuccio dijo: “Ese Michael Jackson está loco, no le voy a dejar mi coche para que se ponga a bailar encima”, así que el que sale en la película es una réplica.
Respecto al 308 GT4 Bertone le preguntamos cómo fueron entonces las relaciones con Pininfarina, ya que hasta entonces Pininfarina dibujaba los Ferrari y Bertone los Lamborghini. “En aquella época las dos empresas tenían las oficinas en la misma zona. Cuando se decidió hacer el 308, el primer Ferrari con motor V8 central, Bertone se encargaría de hacer el 2+2 y Pininfarina el biplaza. Nunca hubo competencia entre ambas”. “Enzo (Ferrari) tenía muy buena relación con Nuccio, se respetaban mucho, los dos habían sido pilotos”. Cuando se casó, Nuccio dejó de correr por las presiones de su mujer y de su propia madre. “Recuerdo que cuando murió Ferrari era agosto y estábamos en el barco. Nada más enterarse, Nuccio se subió a un bote y se marchó a toda velocidad, sin decirnos adónde iba”.
Al matrimonio le gustaba navegar por las costas de Positano y Amalfi, y ella se sacó el carnet de patrón de barco. Tenían un marinero tuerto que era un poco borracho y que hacía unas patatas fritas buenísimas. Su secreto era que les echaba whisky… A aquel barco de 12 metros Nuccio le cambió el timón por el volante de un coche.

Recuerda con una sonrisa que durante años Nuccio habló maravillas de los volantes de madera (di legno), por su belleza, de la elegancia y la calidez… hasta que tuvo un accidente y se le clavó una gran astilla en el estómago. Tras curarse lo llevó a una iglesia para agradecer a Dios que seguía vivo, y cuando llegó a la empresa dijo: “Si veo por aquí un volante de madera lo quemo”.
¿Qué hacía Nuccio en su tiempo libre? “Le gustaban lo que hoy se llamarían deportes de riesgo. Esquiar fuera de pista o escalar. Recuerdo cuando le subían a la montaña con una máquina oruga, y luego tardaban dos horas en bajar”. Una de sus manías era que después de esquiar no quería parar en un restaurante a comer, sino que le pedía a su mujer que le hiciera pasta en casa.
Lilli disfruta cocinando y es una mujer muy expresiva y vital, y con sentido del humor. Bromea con el camarero cuando se acerca a servirle más champán, y se preocupa por uno de nuestros compañeros que no come. “¿No tienes hambre, chico?”. Reconoce que es un poco mamma con todo el mundo. A Nuccio le gustaba que ella condujera todos los coches, especialmente cuando había carreteras con curvas.
“El Miura era complicado, y el Countach imposible”, reconoce. Countach es una expresión local y su elección para bautizar al Lamborghini fue muy curiosa. Un día Nuccio paró con el prototipo del Countach para hacerle unas fotos y al pasar un agricultor en bicicleta dijo: “¡Countach!”, que viene a ser algo así como “¡madre mía! o ¡jooder!”. Lilli añade con desdén: “los americanos lo llaman Countech o algo así…”. Muchos coches de Bertone tienen nombres tomados del dialecto piamontés. Es el caso del prototipo BMW Birusa –que significa rápido–, que ya en 2003 llevaba una especie de segway en el maletero.

A la hora de hacerse regalos normalmente ella le compraba relojes, y él a ella, abrigos de piel. Reconoce que tiene unos 40… Nuccio solía llevar un Patek Philippe y Lilli luce un Breguet que era de su marido, con calendario perpetuo y maquinaria de platino, capaz de analizar los años bisiestos y autocalibrarse. Lilli disfruta con la técnica y tiene un Aston Martin muy especial, el Jet 2. Es un shooting brake basado en el Vanquish y diseñado en Bertone. Habitualmente conduce un Alfa GT V6, a veces más deprisa de lo que establece la ley.
Hace poco la pararon los Carabinieri y, cuando le pidieron la documentación ella les dijo con chulería y elegancia: “Mire al lado de la puerta, ahí está mi nombre”. Después charlaron un poco y entre risas les confesó que se había perdido, así que los motoristas la escoltaron hasta la salida de la autopista y le dijeron: “Señora, ha sido un honor”. Para nosotros también lo fue compartir un almuerzo con ella, y esperamos que su empresa pueda remontar de nuevo el vuelo.