¿Alguien quiere curarse de la adicción a los coches deportivos? Pues entonces que venga a Miami Beach, donde puede curarse a base de sobreexposición. Es como si quisieras dejar de fumar y te encerraran en una celda con dos cartones de Fortuna y sin agua. Paseando por Collins Avenue y Ocean Drive, creo que he visto más supercoches en una hora que los que había visto en el último año. Por eso supongo que los peatones locales están ya inmunizados. Pero cuando al día siguiente recorro las mismas calles al volante del Huracán Spyder, la reacción de los viandantes es como debe ser: ojos como platos, bocas abiertas, manos que se van al móvil para hacer fotos y algún que otro silbido. Es muy probable que su espectacularidad sea una de las principales razones por las que alguien compra un Lamborghini.
Si lees con frecuencia revistas del motor esperarás que te contemos cómo va el Huracán Spyder en comparación con el Ferrari 488 Spider o el McLaren 650S Spider. Que si el Ferrari tiene tracción trasera y electrónica de F1, que si la estructura de carbono del inglés y su suspensión es más avanzada… Incluso aquello de que puedes comprarte un Audi R8 Spyder por dos tercios de lo que vale el Lambo. Todo eso puede ser verdad, pero no van al fondo de la cuestión ni del corazón. Creemos que el meollo, el punto esencial, es algo tan simple como que el Huracán es absolutamente flipante, su diseño te pone la piel de gallina casi tanto como el sonido de su motor V10 atmosférico. No creo que te despiertes soñando con la aerodinámica del 650S, pero sí quizá te hayas imaginado conduciendo el Huracán en medio de la noche. El aspecto del Lamborghini Huracán Spyder es afilado y musculoso, y nos gusta especialmente la parte posterior.
El techo funciona mediante un sistema electrohidráulico, y es posible elegir en tres colores: negro, marrón o rojo. Es un coche muy bajo, ya que mide solo 1,18 metros. Para retirar el techo basta con presionar el mando colocado en el túnel central, y se retira en solo 17 segundos. Esta capota de tres capas proporciona un buen aislamiento, pero querrás quitarlo en cuanto tengas ocasión. Además se puede accionar a una velocidad máxima de 50 km/h, lo que es muy práctico en el tráfico urbano. Tanto con el techo abierto como cerrado el conductor puede subir o bajar la luneta trasera. Cerrada funciona para detener el viento, y abierta permite oír aún mejor el rugido del motor. Detrás de los asientos lleva ocultas las barras de seguridad que saltan en caso de vuelco. Pero lo más novedoso es una solución de diseño que no llevaba el Gallardo, y es lo que ellos llaman “fins” (aletas), una especie de prolongaciones que emergen cuando el techo se retira y que nacen en la parte superior de los asientos, continuando así la línea del coche hacia atrás. Más o menos como en las barchettas de carreras de los años cincuenta, y también contribuyen a mejorar el flujo de aire sobre la parte posterior.
LA HORA DE LA BÁSCULA
Ya se sabe que los refuerzos estructurales hacen a los descapotables más pesados que los cupés, y este pesa unos 100 kg más que su hermano con techo fijo. Su peso en seco es de 1.542 kg. No creemos que nadie se queje de que ese aumento de masa disminuya las increíbles prestaciones: de 0 a 100 km/h en 3,4 segundos, de 0 a 200 en 10,2 segundos y una velocidad máxima de 324 km/h –no se especifica si se pueden alcanzar sin el techo, pero somos optimistas al respecto. La estructura es mayormente de aluminio, como la mayor parte de los paneles exteriores de la carrocería. Pero también se emplea fibra de carbono en la parte central-trasera del habitáculo o en el túnel de transmisión –el motor va en el centro y es un 4×4–.
Según la marca han logrado una rigidez un 40% superior a la que ofrecía su antecesor, el Gallardo Spyder. También destacan que ofrece un 50% más de downforce (apoyo aerodinámico). El motor es una absoluta maravilla, y el último entre sus grandes rivales (Ferrari, McLaren) que sigue ofreciendo todos los matices y la magia de una mecánica atmosférica –el Audi R8 lleva el mismo motor con algunos cambios–. El V10 de 5.2 litros rinde 610 CV a 8.250 rpm –sube con rabia y ansia hasta 8.700–, y un par máximo de 560 Nm de par a 6.500 rpm. Además lleva un sistema de desconexión de cilindros para reducir el consumo cuando se rueda tranquilamente, con lo que el consumo homologado del Huracán Spyder se queda en 12,3 litros a los 100 km. La mecánica del Ferrari 488 biturbo tiene más potencia y corre más, pero no tiene tanto carisma y tantos matices. El cambio es de doble embrague, muy rápido y de siete marchas, una gran novedad respecto al que llevaba el Gallardo, que era automatizado de tipo F1.
Manejando el cambio disfrutarás como un enano de cada reducción, recurriendo solo lo necesario a los eficaces frenos carbonocerámicos de serie. El piloto puede elegir entre tres modos de conducción, “Strada”, Sport” y “Corsa”, que afectan a la respuesta del motor, sonido, transmisión, la tracción total y el control de estabilidad. Una opción interesante es la dirección LDS, con desmultiplicación variable. El tacto es más carnoso que la normal, es muy rápida y también resulta más cómoda para el día a día. Al fin y al cabo, aparcar este coche en la puerta de cualquier garito, con expresión serena y algo displicente, es una experiencia que sube la autoestima a cualquiera. También es opcional la suspensión magnetoreológica, cuyos amortiguadores, gracias a unas partículas magnetizables, varían su firmeza de forma inmediata, según las condiciones de conducción disponibles en este Huracán Spyder.
DESAFIANDO LA RAZÓN
Ir por la ciudad en modo “Corsa” no es quizá lo más razonable, pero si quieres moderación y raciocinio cómprate un Prius. Incorpora además un diferencial autoblocante trasero y el reparto de peso entre los ejes es como en el cupé, 43/57. Los asientos son más bien duros, sujetan muy bien y hay cinco estilos a elegir: Standard, Elegante, Sportivo con Alcántara, Sportivo bicolor con cuero suave, y 17 colores. Y si nada te convence, en el departamento Ad Personam pueden hacer realidad cualquier capricho, incluyendo los colores exteriores mates. La instrumentación está en una pantalla TFT y el marco superior del parabrisas reforzado está perfectamente pensado para no dejarte ver los semáforos en EE UU, esos que se colocan enfrente, al otro lado de la calle. El Huracán Spyder también lleva un avanzado sistema de infoentretenimiento que se maneja con el mando giratorio de la consola, y está disponible un equipo de sonido que haría las delicias de cualquier rapero.
Sinceramente es más que difícil dar un veredicto sobre un coche de este nivel habiéndolo conducido sobre todo por zonas urbanas y poca carretera con limitación. Lo que tenemos muy claro es que es un máquina absolutamente apasionante y además fácil de conducir. El Ferrari y el McLaren puede que sean más incisivos o con tecnología más puntera, pero si lo que quieres es un aspecto espectacular, un sonido maravilloso y conducir muy rápido sin preocuparte de las consecuencias, el Huracán Spyder es el alma de la fiesta.