Todas las marcas llevan esa dirección, pero está claro que a unas les costará más modificar su rumbo que a otras. En Jeep pretenden seguir esa dinámica general de decir adiós al diésel, pero para ellos será todo un reto. Después de desvelar FCA su hoja de ruta para los próximos años, Jeep sufrirá también las consecuencias del diéselgate y tendrá que prescindir de las motorizaciones de este combustible. Un reto que en Europa será de gran envergadura debido a su porcentaje de ventas.
Para Jeep su dependencia del gasóleo es grande, especialmente en nuestro continente y ahí radica su gran reto. En 2017, la firma americana del grupo FCA tuvo un mix de ventas de un 80% de diésel en Europa. Esto la convierte en una de las marcas más dependientes del diésel, tan solo superada por Land Rover con un 94%.
Esto se debe a que Jeep en su gama de productos solo tiene vehículos de tipo todoterreno o SUV, lo que hace que la mayoría de veces los motores diésel sean los más elegidos en Europa, no así en Estados Unidos. Es pura lógica, si los consumos son menores con estos motores el cliente siempre pensará en su bolsillo y buscará un vehículo con una motorización más económica. Sumado eso a que no hay turismos compactos en su gama, la dependencia es mayúscula.
Pero eso va a cambiar y Jeep ya piensa en sus alternativas. Para ello los americanos ya están trabajando en que motorizaciones serán las que sustituyan al diésel. Estas llegarán de la mano de FCA con modelos completamente eléctricos e híbridos enchufables. Por eso en sus planes de aquí a 2022 en Jeep quieren tener 10 modelos PHEV en su gama y 4 coches 100% eléctricos. Además toda la gama estará electrificada, ya sea parcialmente o completamente.
Y como marca de todoterrenos que es Jeep, la llegada de estos propulsores tendrá que asegurar la efectividad de sus modelos dentro y fuera del asfalto, sin perder su ADN aventurero.