Genio del ‘marketing’, visionario del mundo de la relojería, loco por los coches y millonario. Así es Jean-Claude Biver, el hombre que mantiene a TAG Heuer en el corazón de todos los locos por el automovilismo.
Seguro que se nos ha olvidado algún adjetivo, pero es que Jean-Claude Biver (Luxemburgo, 1949) es un verdadero personaje, y además un hombre querido y admirado. Siempre hace gala de una simpatía y sencillez sorprendente, algo que quizá no se espera del CEO de una compañía suiza. Los estereotipos y los convencionalismos no son para él, y de hecho no hemos encontrado ni una sola foto en la que aparezca con corbata. Le conocimos hace años durante el GP de Mónaco, en un acto de TAG Heuer con McLaren al que asistieron entre otros Fernando Alonso –el acuerdo con la escudería británica acabó poco después, tras unos 30 años de relación–. Y allí estaba el gran Biver, con su camisa de manga corta y ofreciendo queso a los asistentes, un queso que él mismo produce en su granja de los Alpes. Esta vez nos reunimos con Biver en el Salón de Ginebra, un rato antes de que anunciara el acuerdo de colaboración con Aston Martin.
“Madrid won last night against Paris!” (el Madrid ganó al PSG ayer noche), es lo primero que nos dice, muy sonriente. El camino del ejecutivo de 68 años hasta la presidencia de la división de relojería del Grupo LVMH (ver apoyo) ha sido apasionante y marcado por su peculiar carácter.
En 1975 el joven Jean-Claude tuvo una oportunidad que marcaría su trayectoria profesional, un año de formación global en la prestigiosa firma Audemars Piguet. Después siguió en la empresa dedicado a las ventas y al marketing, hasta que en 1980 se fue a trabajar a Omega. En 1982, junto a su amigo Jacques Piguet, compró los derechos de Blancpain (inactiva desde 1961) y la relanzó.

En un tiempo en que los relojes con movimiento de cuarzo orientales pusieron contra las cuerdas a los relojes mecánicos suizos, Biver tuvo la ocurrencia de usar el siguiente lema en su campaña publicitaria: “¡Desde 1735 nunca ha existido un reloj de quarzo Blancpain, y nunca lo habrá!”. Y resultó que ir a contracorriente funcionó, relanzando la marca de una forma notable. Tanto que en 1992 la vendieron a SMH Group (actual Swatch Group) por unos 40 millones de dólares.
Se convirtió en millonario, pero su amor por el sector y el trabajo le llevó a marcarse nuevas metas. En 1993 Nicolas Hayek, el dueño de Swatch Group le encargó relanzar Omega, misión que cumplió con creces con nuevos productos y embajadores como Michael Schumacher o Cindy Crawford. Al mismo tiempo siguió como CEO de Blancpain hasta 2003. Pensó en tomarse un año sabático, pero cambió de idea y se marcó un nuevo desafío: potenciar Hublot, fundada en 1980. Fue el primer fabricante en combinar el oro con el caucho, y tras su llegada desarrolló el concepto de “el arte de la fusión”. En 2005 lanzaron el exitoso cronógrafo Big Bang, del que se han ido comercializando numerosas versiones. En cuatro años pasaron de facturar 25 millones de francos suizos a 200 en 2008, año en que LVMH compró la empresa a su fundador y al propio Biver, con lo que nuestro protagonista pegó el segundo pelotazo de su carrera. Siguió dirigiendo la marca, y en 2011 firmó el acuerdo de colaboración con Ferrari, que todavía se mantiene.

En 2009 inauguraron una nueva manufactura de alta tecnología, con fundición para producir el oro Magic, resistente a los arañazos, y también compraron la firma Profusion, especialistas en fibra de carbono. Desde 2014 Biver es el CEO de TAG Heuer y presidente de la división de relojes de LVMH Group, de modo que supervisa TAG Heuer, Hublot y Zenith. Desde TAG sigue a tope con los nuevos proyectos, sobre los que le preguntamos en Ginebra.
Aston Martin es una gran marca que está viviendo un fuerte impulso en los últimos tiempos. ¿Cuáles son los valores de Aston que más le gustan? Yo tengo uno, un Volante. Es un marca icónica, con una gran historia, también Ferrari es icónica, o Lamborghini. Es una de las grandes marcas de la historia, y también es icónica por James Bond. Tiene también el sabor especial de lo británico. Además pueden presumir de una gran trayectoria en el desarrollo de motores, es muy exclusiva. Y están conquistando el futuro, y eso te da atractivo. La continuidad es continuidad, pero ahora hay mucha atención concentrada en Aston Martin. Y la presencia en competición: 24 Horas de Le Mans, GT… todo eso nos ha hecho pensar: vamos a unirnos a ellos, ahora, al principio. Es como nuestro acuerdo con la Fórmula e, desde el primer día, cuando muchos decían que no tenía futuro. Queremos invertir en el futuro, y Aston encaja en esa forma de pensar. Tenemos un doble partnership: en las carreras y en los coches de producción. Habrá series especiales de coches, y también de relojes. Habrá relojes que solo podrán comprar quienes compren el coche, por ejemplo. También habrá relojes dentro de los coches, estamos desarrollando todas estas posibilidades.
Es como lo que hizo usted con Hublot y Ferrari… Lo mismo, al 100%, es el mismo concepto, la misma idea. Está contento con el acuerdo con Gran Turismo (el videojuego) firmado el año pasado? Más que contento, contento se queda corto, tendríamos que inventar otra palabra, happy plus (risas). Increíble, nunca pensé que lograríamos tanta visibilidad y tanto retorno.
¿Cree que el reloj tradicional está en peligro, debido al empuje de su Connected Watch (de la gama Tag Heuer) o del Apple Watch? No, el Connected Watch ayuda al reloj tradicional. Gracias al connected Watch, mucha gente lleva reloj. Antes, a muchos les bastaba con tener la hora en el móvil. ¿Es más fácil vender zapatos a alguien que nunca ha llevado zapatos, o a alguien que ha llevado Nike durante veinte años? Es más fácil vender zapatos de cuero a alguien que siempre ha ido con las Nike. A alguien que nunca ha llevado reloj es más difícil venderle un caro reloj mecánico. Pero alguien que usa un Connected Watch durante un tiempo puede desarrollar curiosidad por uno mecánico: “Oh, esto es eterno, funcionará dentro de cincuenta años, oh, fantástico…”. Es decir, el Connected Watch promociona el reloj mecánico, no compiten. Pero sí compite con los relojes baratos. Si puedo comprar un reloj normal de 500 dólares, o un Apple Watch de 500 dólares, ¿cual compraré? El Apple Watch.

¿Por qué no hay otros fabricantes de alta relojería que estén haciendo smart watches, como ustedes? No lo sé, no lo entiendo, pero estoy contento, es bueno, good good good (risas).
¿Hay algún tipo de reloj que le gustaría hacer o promover, y no ha hecho? Sí, un reloj con una reserva de marcha de 100 años, ¡jajaja!, el reloj eterno, sería fantástico. El Atmos de Jaeger LeCoultre (un péndulo casi perpetuo) es casi eterno. Sería grandioso un reloj de pulsera que funcionara con la presión atmosférica… never never stop… (y cuando lo dice se le ilumina la cara con la emoción).
Algunos de sus relojes están logrando altas cotizaciones en subastas. ¿Hasta qué punto son interesantes los relojes vintage para Tag Heuer? Son importantes para nuestra reputación, nuestra imagen y prestigio. Si tu historia no está valorada, eso no es bueno para tu marca. Mira los Rolex, los Patek Philippe, su historia es muy cotizada. Nosotros no estamos a ese nivel de precio, aunque la diferencia puede ser pequeña. Debemos cuidar de nuestros relojes clásicos. Esto significa que debes tener un registro en la fábrica de cada reloj fabricado, y eso supone un gran trabajo. Si lo tienes ayudas a los coleccionistas a invertir, si no lo tienes, es difícil invertir. Tenemos un departamento especial para reparar relojes clásicos, porque hay que hacerlo con cuidado. En un TAG los coleccionistas pueden ver que ahora no son muy caros, y que pueden subir mucho, hay potencial.

Para despedirnos le preguntamos sobre lo que guarda en su garaje y nos lo confesó con cierto reparo, sin entrar en modelos: “Tengo un Range Rover, un Ferrari, un Aston Martin Volante, un Porsche y un Mercedes”. Sospechamos que estos juguetes son una de las razones por las que a sus 68 años desprende vitalidad y está en plena forma. No sabemos si Mr. Biver tiene previsto jubilarse, pero en todo caso ya ha dejado una huella indeleble en el sector relojero suizo y mundial.