Conocemos a Geoffrey Bouquot, el director técnico de Audi, el hombre cuya misión es fácil de resumir, pero difícil de ejecutar: hacer que la firma de los aros vuelva a estar en lo más alto. Cuando el CEO de Audi, Gernot Döllner, presentó unas cifras desalentadoras de ventas y resultados financieros correspondientes al ejercicio de 2024, solo mencionó a otro miembro del consejo de administración.
No lo hacía para repartir culpas: el directivo en cuestión se había incorporado a mitad de año. En una presentación previa, más informal, celebrada la noche anterior a la conferencia anual, fue el único que se unió a Döllner en el escenario.

Geoffrey Bouquot: el joven cerebro tras la tecnológica de Audi
Y cuando viajamos a Ingolstadt para entrevistar al CEO, el pasado mes de enero, allí estaba de nuevo, a su lado. La sombra constante de Döllner se llama Geoffrey Bouquot, un francés de 39 años que llegó a Audi como responsable de Innovación y Vehículos Definidos por Software en junio del año pasado, y que a comienzos de este año asumió también el área de Desarrollo Técnico. En la práctica, es el Director Técnico de Audi, y dada la magnitud transformadora de su trabajo y la confianza que Döllner ha depositado en él, no sorprende que esté tan presente.
Döllner no es ingenuo. Como responsable de estrategia del Grupo VW fue el artífice del acuerdo con Rivian para utilizar su arquitectura electrónica, una decisión valiente y una tácita aceptación de que incluso un gigante como Volkswagen no podía igualar a una start-up en este terreno. Pero con la llegada de Bouquot, se percibe cierto alivio en la cúpula de Audi: “contratemos a alguien joven que entienda todo esto”, parecen decir. Y luego le dan vía libre. Quizá eso no sea justo.
Si alguien puede hacer el trabajo es Bouquot. Nacido al sur de París, estudió física e ingeniería en las elitistas École Polytechnique y École des Mines, pasó por el programa Young Global Leaders del Foro Económico Mundial, y por centros de primer nivel en Estados Unidos, como el Lawrence Berkeley National Laboratory y la Harvard Kennedy School. Antes de los 30 ya era asesor técnico del ministro de Defensa francés y más tarde CTO de Valeo, dirigiendo a 20.000 ingenieros en proyectos que iban desde trenes motrices eléctricos hasta conducción autónoma.
El nuevo estilo de liderazgo en Ingolstadt
Como buen miembro de la redacción de CAR, no puedo evitar situarlo en el espectro del entusiasmo automovilístico.

¿Es un apasionado del coche desde niño o llegó a él por la vía tecnológica? “Diría que lo segundo”, reconoce. “Ahora me estoy definiendo más como un entusiasta del automóvil, y cada vez lo disfruto más. Pero para mí se trata de cómo definir el coche del futuro.” Eso sí, partió con buen pie: su padre tenía un Matra Murena, ese deportivo francés de motor central, carrocería de fibra y tres asientos en fila de los 80, y su madre un Mini de finales de los 90 que Geoffrey heredó y con el que recorría París. Hoy, sin embargo, no exprime del todo las oportunidades que tiene: en la recepción de Audi hay un perfecto ur-Quattro en el que nos sentamos para la foto, pero aún no ha sacado ninguno del museo para conducirlo.
Puede parecer irónico que quien hoy lidera el Vorsprung durch Technik no hubiera nacido cuando esa célebre innovación de Audi se estrenó en carretera y rallies. Pero Bouquot ve una conexión clara entre aquella época y el futuro de la marca. Con motores eléctricos en cada eje –o incluso en cada rueda–, la tracción total es más fácil.

Pero elementos como el diseño, la aerodinámica o la reducción de peso –obsesiones clásicas de Audi– cobran una importancia aún mayor en la era eléctrica. “Quattro es el ejemplo más evidente”, dice cuando le pregunto por los mayores logros tecnológicos de Audi. “Pero también la aerodinámica y el diseño. Puedes reconocer un Audi del pasado, ¿verdad? Eso es muy poderoso. Y seguimos prestando mucha atención a la aerodinámica y al peso, como se ve en el nuevo A6, que es increíble. Todo esto forma parte del núcleo de la marca.”
¿Y qué avances concretos veremos en uno o cinco años? “Ah, ahí es donde deberíamos volver a vernos”, responde. “Déjame seguir cocinando. Pero lo que puedo decir es que vamos a llevar cada elemento al límite: chasis, motor, dinámica, baterías… todo lo que hace que un Audi sea un Audi debe seguir evolucionando.” ¿Detalles? Pocos. “Sí, todavía suena un poco teórico, lo entiendo”, dice riendo. “Pero en la cocina estamos hirviendo ahora mismo”.
Por brillante que sea, no debemos esperar un momento “Eureka” de su parte ni saltos cuánticos por parte de los 10.000 ingenieros que lidera. A menudo, sus respuestas derivan hacia lo corporativo más que hacia lo tangible. Pero así funciona una mente como la suya. Su papel no es rediseñar cada componente, sino rediseñar la cultura de innovación dentro de la empresa.
Audi redefine la innovación con alianzas estratégicas

Es lo que siempre ha hecho. Le pregunto por su etapa asesorando al Ministro de Defensa. “Es difícil de contar sin sonar a James Bond”, bromea. Pero básicamente, se trataba de alinear capacidades industriales con necesidades del Estado. Estuvo presente –aunque no se atribuye el mérito– en la primera exportación de cazas Rafale y en la fusión entre Airbus y Safran en el sector aeroespacial.
En Valeo, también fue contratado para fomentar una cultura innovadora, no tecnologías puntuales. A diferencia de Doug Field, Bouquot no ha trabajado en las grandes tecnológicas o en start-ups disruptivas. Su estilo es más sosegado. Pero no por ello menos eficaz. “A veces nos dejamos llevar por la emoción de una tecnología nueva que parece la solución perfecta. Pero no, no, no. La respuesta real es una combinación de tecnologías”, explica. “Eso es lo que me gusta: crear conexiones, pensar en sistemas, y sistemas de sistemas. Una única gran idea no basta. No creo en el ‘big bang’, sino en una mutación progresiva.

Audi, como el resto de la industria alemana, solía presumir de innovaciones propias incluso cuando venían de proveedores. Pero hoy la mentalidad ha cambiado: trabajar con empresas tecnológicas externas y reconocer su aporte es parte del juego. Además del acuerdo con Rivian, Audi colabora con Huawei en el desarrollo de su futura submarca china.
Encontrar y asociarse con la próxima start-up revolucionaria puede ser tan valioso como inventar internamente. “Sea cual sea el tamaño de tu empresa, fuera siempre hay más gente capaz de ayudarte”, concluye Bouquot. “Lo importante es tener claro qué queremos hacer dentro y cómo podemos colaborar con los mejores del mundo para lograr la mejor respuesta tecnológica”.
Le pregunto si Audi trabajaría con Huawei fuera de China, dadas las preocupaciones por la privacidad de datos. Y también si está cómodo con el protagonismo público que ha adquirido. No necesita al jefe de prensa: sus respuestas, medidas y elegantes, no dicen nada sustancial. Antes de los 40 ya está en el consejo de Audi, con el futuro de la marca en sus manos… y todo indica que ese CTO pronto cambiará la “T” por una “E”.