Jaguar F-Pace, Range Rover Sport y Porsche Macan: Sin cuartel

Aun quedan algunos recalcitrantes aficionados que reniegan de los SUV, los 4×4 y los crossovers, pero en CAR siempre nos han parecido buenos coches, en especial los premium y de gama alta, auténticos “coches totales” que, con el nivel de la ingeniería del automóvil actual, son capaces de fundirse a un deportivo de hace unos pocos años fumándose un puro, aunque lejos en sensaciones está claro. Pero lo que nosotros opinemos da igual, es el mercado el que manda, y a día de hoy Ferrari es la única marca que no tiene previsto ningún SUV en su gama, del resto, cuantos más mejor, y Jaguar es una de las últimas en incorporarse a un grupo en el que Range Rover ha estado toda la vida y en el que Porsche lleva más de una década haciendo dinero.

El F-Pace finalmente está aquí, y es un coche sensacional. En diseño la marca británica es la que mejor ha sabido llevar el ADN de su gama de deportivos a un SUV, en ingeniería apuesta por una ligera carrocería de acero y aluminio, con versiones de tracción trasera y total, motores de hasta 300 CV en diésel y 380 CV en gasolina y, para culminar, un interior moderno, lujoso, elegante y deportivo.

Jaguar F-Pace, Range Rover Sport y Porsche Macan: Sin cuartel

Nuestra unidad, una versión S con un motor TDV6 de 300 CV y tracción total cuesta 81.000 euros, mucho más que los 45.000 del modelo base, pero lo tiene todo para ser el gran éxito que Jaguar necesita, diríamos que desesperadamente, porque ahora que la marca tiene la mejor gama de berlinas de su historia, ese sector no está para muchas alegrías, en cambio el de los SUV rebosa optimismo, pero nadie le va a poner las cosas fáciles al Jaguar.

UN ENEMIGO EN LA FAMILIA

Empezando por su propia casa, ya que su marca hermana, Land Rover, se dedica únicamente al sector 4×4, y no ha confraternizado muy bien con la llegada del F-Pace. De hecho el Jaguar comparte motores con su marca hermana y ahora rival, pero los chasis son completamente diferentes, y en Land Rover tiene dos rivales: el Evoque en la parte baja de la gama y el Range Sport en la parte alta.

Nos hemos decantado por el segundo, un rival más directo de este F-Pace, ya que equipa el mismo TDV6, aunque en el Range con 6 CV más, cuenta con el apellido Sport, por lo que también tiene ese toque deportivo. Tiene un precio similar, aunque en esta versión Autobiography la tarifa es de más de cien mil euros. Y el F-Pace no solo va a tener que verse las caras con su hermano, sino que Alemania, siempre Alemania, le manda otro poderoso rival, el Porsche Macan, que se conforma con 258 CV, pero que a cambio es más ligero, más compacto, más deportivo y, en su versión base –aquí no hay varios acabados sino una lista interminable de opcionales– más barato que ambos, con una tarifa de algo más de 65.000 euros.

Hoy en día gran parte de la batalla en un automóvil se libra dentro del coche. El Jaguar supera con nota las primeras sensaciones. Si por fuera no queda duda sobre su atractivo, con los afilados pilotos traseros, la voraz parrilla o las gigantes llantas, por dentro tampoco. El volante claramente deportivo da paso a un interior muy bien pensado, con una nueva pantalla horizontal táctil de muchas pulgadas y donde solo echamos de menos los mandos del climatizador que tiene el deportivo F-Type, con la temperatura digital en su centro… justo los que equipa el Range. Los asientos delanteros son buenos, la visibilidad es óptima y nos sigue llamando la atención el selector circular del cambio, típico en los Jaguar modernos, que no quieren saber nada de la palanca de toda la vida.

Nos ponemos en marcha y el motor V6 responde con brillantez. Homologa un consumo de seis litros cada cien kilómetros sin duda gracias al cambio de ocho marchas y a la ligereza de una carrocería que, a pesar de ser más grande que la del Macan, solo pesa 4 kilogramos más, para detener la báscula en 1.884 kilos.

RÁPIDO Y PRECISO

Parecen muchos, pero cuando nos ponemos a rodar encontramos el ambiente claramente Jaguar de las últimas creaciones de la marca, una dirección rápida y precisa, una suspensión que sujeta muy bien el coche y una frenada precisa, aunque aquí las grandes llantas y la mayor fuerza centrífuga que poseen en el giro terminan necesitando más energía para las detenciones.

Activamos el modo “Sport” del cambio, y el suave fluir de las marchas se convierte en un coche un tanto brusco, buscando siempre la parte alta del cuentavueltas convenga o no su uso, y perdiendo gran parte de la fluidez que hasta ahora nos había encandilado. Preferimos el modo “Auto” y, si acaso, reducir dos o tres marchas con las levas cuando sea necesario. Le damos marcha y empezamos a comprobar que este coche empieza a ser muy veloz para ser un SUV de casi dos toneladas, ya que nos vemos apurando su frenada e intentado que la trasera se insinúe. No es un deportivo puro ni pretende serlo, pero así de placentero es este Jaguar.

UN DEPORTIVO CON PIEL DE SUV

La cosa iría muy bien para los ingleses si no fuera por el Macan. Desde que entras al interior ya sabes que aquí hay truco. Vas más bajo que en cualquier otro SUV, así que si estás comprando un 4×4 para ver más o, digámoslo de forma sincera, sentarte por encima del resto, vamos por mal camino. En cambio si quieres un coche familiar que se disfrute al volante, lo tiene todo para serlo, aunque hay que recurrir a la lista de opciones: suspensión de dureza regulable PASM, pack Sport Chrono o diferencial trasero con reparto inteligente “vectoring control” están en la lista.

El interior no es lo más cool del mundo pero, como diría aquel, nos apañamos en sus excelentes asientos, magnífico volante, precisos pedales y más que correcto espacio. Pisamos a fondo y el cambio de doble embrague PDK de siete marchas pronto se muestra más vivaz y rápido que sus rivales, el Macan se mueve como si de un tracción trasera se tratara, y en busca del momento de inercia en el que empieza a perder agarre descubrimos ese “toque” que tienen todos los Porsche y que está inspirado en el 911.

Hay que frenar mucho y acelerar pronto en la salida de las curvas, aunque se pueda pasar deprisa por ellas. Si con el Jaguar nos hemos “encendido” conduciendo, con el Porsche estamos jugando en otro nivel, y el alemán se mueve con una pericia que nos deja boquiabiertos, contando con unos frenos que, como siempre en Porsche, son inagotables. No va mal, pero que nada mal este SUV que pretende tener mucho más que un poco de 911, y eso con un motor de 258 CV, una potencia muy razonable que, en cambio, logra unas prestaciones de primer nivel con un consumo siempre por debajo de los 10 litros.

No podemos bajarnos del coche sin comentar la solidez constructiva de este indestructible automóvil. Cada pieza parece sellada con tecnología militar a su sitio, nada se mueve, los ajustes son pétreos y el Macan parece eterno. Solo tenemos que elegir bien el color interior, algo en lo que no todos los clientes de la marca aciertan. Pasamos al más potente del grupo, el Range Rover y, además, al único que lleva el apelativo Sport en su nombre.

Pero no vamos a engañar a nadie. Es el más grande, puede tener siete plazas y parece que en su interior quepan sus dos rivales uno encima del otro. El sofá desde el que conducimos está altísimo, es enorme y cómodo hasta decir basta, el puesto de mandos otorga un dominio soberbio y la pantalla multimedia, apañada pero lejos de las tablets de sus rivales, parece aquí un estorbo dentro de los acres de piel que forran el interior.

El Range tiene reductoras, bloqueo de diferenciales, cinco modos de conducción off-road… Podrías comprarte una finca en el lugar más remoto, que el Range te va a permitir recorrerla de principio a fin. Pero no se trata de eso, sino de ver cómo se comporta frente a nuestros rivales. El Sport es el más potente del grupo y el único cuya carrocería está totalmente construida en aluminio, y aunque acelera con ganas, no es lo que más le gusta. Le podemos obligar a correr, a alcanzar los 210 km/h que promulga o a convertirse en un coche de curvas, pero ni de lejos estará cómodo.

Inclina mucho y, aunque no lo haga, notas la inercia, cómo las ruedas van cediendo agarre y su flanco va recibiendo presión para convertirse en un coche que no pretende ser. Al contrario, utilízalo al 70% de lo que da de sí su mecánica y lo oirás fluir de curva a curva o por las grandes rectas y, créeme, tu respiración será lo único que enturbie el ambiente de lujo que hay en el Sport, ya que no llega ni un ruido del exterior, tal es el nivel de aislamiento.

LA DEPORTIVIDAD INCLINA LA BALANZA

 

Así que llega la hora de decidir y, para nuestra propia sorpresa, el Macan es el ganador. Es muy dinámico, algo que aún brilla más en comparación con el también muy deportivo Jaguar. El Porsche tiene alma de deportivo y eso es algo que no esperábamos y que aquí valoramos mucho, quizá demasiado, otra cosa que sorprende es que tenga opciones deportivas que parecían solo reservadas al 911, como el pack “Chrono Sport” o el diferencial “Torque Vectoring”, e incluso que disfrute de un cambio PDK en lugar del automático que equipa el Cayenne. Por último, que haga todo esto con un maletero de 500 litros y un espacio interior amplio es para nota. Si añadimos un buen precio de salida, la victoria es suya.

¿Quién ganará en el duelo fratricida por el segundo escalón del podio? Otra sorpresa, porque con el corazón situamos al Range Rover Sport. No es que sea mejor que el Jaguar, es que juega a un solo sector: el del lujo. 

Y el tercero en discordia es el F-Pace, pero sin deméritos. Jaguar acierta con su primer SUV –veremos alguno más– porque está justo en el término medio entre sus dos rivales. Puede ser casi tan deportivo como el Porsche y casi tan lujoso como el Range, pero no alcanza a ninguno. Tampoco le importa. Con una alta potencia, el consumo real más bajo, una imagen de coche moderno impactante y el “hype” de ser el SUV de moda, el Jaguar va a tener una cola de pedidos importante. Nosotros mismos, aun sabiendo que el Macan es mejor coche en conjunto y por tanto justo ganador, quizá nos dejáramos tentar por el sabor del F-Pace. Pocas veces un 4×4 del sector premium ofrece un aspecto tan indómito, moderno y desenfadado.