GUCCI, FERRARI, YATES, CAVIAR, James Bond, champán… y Dacia. Creíamos que llevar el nuevo Dacia Bigster, con su ajustado precio (desde 24.950 euros), a uno de los lugares más caros del continente sería una especie de experimento antropológico. Pero, sorpresa: hay un montón de Dacia por estas calles. Eso sí, ninguno como el Bigster. El nuestro es el primero, y no pasa desapercibido. La mezcla de novedad y atractivo rudo hace que más de uno se gire a mirarlo.

Dacia Bigster cómo se comporta el nuevo SUV en ruta
El Bigster es el modelo más grande –y posiblemente el más importante– de Dacia hasta la fecha. Supone la entrada de la marca rumana, propiedad de Renault, en un segmento saturado de SUV como el Nissan Qashqai o el Kia Sportage. Coches de este tamaño arrasan en ventas y supusieron la mitad del top 10 europeo en 2024.
Si Dacia ha acertado, el Bigster tiene un enorme potencial. Pero también implica un riesgo: alejarse de su zona de confort, dejar atrás sus raíces de coches pequeños y económicos, y seducir a un público que exige más: más espacio, más equipamiento y mayor calidad. Para una marca que presume de ofrecer solo lo esencial, es posible que haya tensado demasiado la cuerda. Sin embargo, al verlo por primera vez resulta familiar: frontal y trasera recuerdan mucho al Duster.
Tenemos dos días para poner al Bigster a prueba por los Alpes del sur y la siempre glamourosa Costa Azul. Nuestro objetivo: saber si este SUV familiar está a la altura de lo que el público espera… y comprobar si puede causar revuelo en Mónaco.

Desde Marsella, el primer destino es una zona de viñedos, básicamente en busca de almuerzo. Seleccionamos una ruta que discurre paralela a la autopista A8, la arteria principal de la Riviera Francesa. Y vaya carreteras: el firme está hecho un desastre. Lejos queda el mito del asfalto perfecto en Europa continental; esto parece más bien una vuelta a las carreteras secundarias de la España vaciada… Para colmo, llueve sin parar los dos días.
Ideal para probar el Bigster con sus llantas de 19 pulgadas –las más grandes jamás montadas en un Dacia–. El confort de marcha no es perfecto sobre superficies irregulares, pero absorbe los baches mejor que muchos rivales con ruedas sobredimensionadas. Las versiones básicas llevan llantas de 18.
También es el primer Dacia con portón eléctrico, aunque, fiel al espíritu de la marca, solo uno de los amortiguadores está motorizado. Tampoco hay apertura por sensor de pie. No está en la lista de “lo esencial” de Dacia, y francamente, no se echa de menos.
El maletero es inmenso: 677 litros. El del Duster ya es generoso, con 517 litros, pero el del Bigster parece no tener fin. Perfecto para devorar una baguette viendo llover. Entre mordisco y mordisco, valoro otros aspectos prácticos: tiradores para abatir los asientos traseros desde el maletero, rueda de repuesto real, y muchísimo espacio en las plazas traseras.
Retomamos la marcha por la A8 rumbo a Grasse. El Bigster alcanza sin problemas los 130 km/h. A este ritmo se siente relativamente relajado, aunque no tan refinado como un Sportage. Equipa un nuevo parabrisas con tratamiento acústico y mayor grosor que el del Duster, pero los ruidos de viento generados por los retrovisores siguen presentes. El control de crucero adaptativo, novedad en Dacia, me resulta muy útil en viajes largos. Funciona con suavidad, frenando sin brusquedad y acelerando con decisión al señalizar un adelantamiento.

El Bigster arranca en 24.590 €, posicionándose como uno de los SUV más asequibles de su categoría. La versión híbrida comienza en 29.290 €, y la unidad que probamos, con acabado Journey, alcanza los 31.290 €. Emplea un motor de gasolina 1.8 litros combinado con dos motores eléctricos, sumando 156 CV y un par estimado de 250 Nm, junto a una transmisión automática con cuatro marchas para el motor térmico y dos para los eléctricos. Lejos quedan los tiempos en los que Dacia heredaba tecnología de Renault: el Bigster es el primer modelo del Grupo Renault en estrenar este sistema híbrido, prueba del peso que Dacia ha ganado.
Dacia Bigster: ¿está a la altura de los SUV del segmento C?
El sistema híbrido funciona bien: más suave, más rápido de respuesta y menos ruidoso que en anteriores Dacia. En subidas pronunciadas es competente, aunque sigue sin ser refinado. Subiendo por las curvas cerradas de la D2, cerca de Gréolières, noto la presión en los oídos por el cambio de altitud… Esta es la carretera que aparece en la película de James Bond GoldenEye (1995), en la persecución entre el Ferrari F355 y el Aston Martin DB5. Y aunque yo estoy más “conmovido” que “agitado” (perdón por el chiste), el Bigster se defiende mejor de lo esperado.

No hablamos el mismo idioma, pero los pulgares en alto hablan por sí solos. Me juego una baguette a que en 15 años muchos conducirán un Bigster. Eso sí, solo si el Bigster cabe por las calles de su pueblo. Al acercarnos a un arco de piedra, dudo si pasaré sin arañar la carrocería. Por suerte, el sistema de cámaras 360º demuestra su utilidad –el Bigster es 23 cm más largo que el Duster.
Desde aquí nos dirigimos a las Gorges de Daluis, un paraje de rocas rojas atravesado por túneles y curvas talladas en la montaña. A pesar de la lluvia incesante, es un espectáculo visual. Pero el tiempo apremia, y aceleramos rumbo a Mónaco.
Este último tramo me permite observar el interior. Similar al del Duster, con una pantalla digital y otra táctil, ambas simples pero funcionales. Se agradece la botonera física para el climatizador, una consola central elevada con selector corto (en los automáticos), cargador inalámbrico, portavasos y buena capacidad bajo el reposabrazos. Todo lo básico está, pero sin alardes.

Entramos por fin en Mónaco. No hay “policía del lujo” que nos detenga, y aunque llueve, abundan los superdeportivos. Bajamos por la curva Fairmont, rodeados de SUV ostentosos. Pero el Bigster se defiende, atrayendo más miradas de las esperadas, sobre todo entre el público joven. Quizá porque nadie ha visto uno aún. O quizá porque su diseño es atractivo.
Mónaco es una mezcla de ostentación y sensatez. Aquí, donde lo millonario es lo cotidiano, ver un Dacia no es tan raro. El Bigster, en este contexto, puede ser una compra inteligente. Los precios arrancan desde 24.590 euros, posicionándose como uno de los SUV más asequibles de su categoría que, a su vez, es la más demandada por el público europeo.
El sistema híbrido se luce en ciudad, funcionando casi siempre en modo eléctrico y con suficiente aceleración gracias a los dos motores. Pero también revela un punto débil: la visibilidad trasera. La luneta está tan alta que algunos coches desaparecen de la vista, lo cual puede ser inquietante al aparcar. Menos mal que lleva cámara de serie.
Mónaco es una mezcla de ostentación y sensatez. Aquí, donde lo millonario es lo cotidiano, ver un Dacia no es tan raro. El Bigster, en este contexto, puede ser una compra inteligente. Podría ser la respuesta para muchas familias que buscan un SUV espacioso, bien equipado y por menos de 35.000 €. Mi única duda: ¿es realmente un salto cualitativo sobre el Duster que justifique el sobreprecio? Dacia ha decidido no ofrecer versión de siete plazas, lo cual parece una oportunidad perdida para marcar aún más la diferencia.