En respuesta, la presidenta de Tesla, Robyn Denholm, ha propuesto un paquete salarial de mil millones de dólares. “Retener e incentivar a Elon es fundamental para que Tesla se convierta en la empresa más valiosa de la historia”, escribió a los inversores. No se equivoca.

El efecto Elon en la valoración de Tesla
El ratio precio-beneficio (forward) de Tesla es un buen indicador del llamado “efecto Elon”. A modo de comparación, el valor de mercado de GM es alrededor de seis veces sus beneficios previstos. Las empresas tecnológicas que se espera que hagan cosas emocionantes tienen ratios más altos: el fabricante de chips Nvidia, que impulsa la revolución de la IA y fue brevemente la empresa más valiosa del mundo, cotiza a unas 30 veces sus beneficios.
Tesla, sin embargo, cotiza actualmente a unas absurdas 170 veces sus beneficios. Sus ventas de coches proporcionan todos esos beneficios, pero representan solo una pequeña parte de ese cálculo de valor futuro. El hecho de que las ventas y los beneficios hayan caído simplemente no entra en la ecuación. Tampoco el hecho de que la incursión en política de Elon esté alienando a un número significativo de compradores.

Robots, robotaxis y promesas futuras
En cambio, ese desbocado ratio precio/beneficio se basa en los futuros robots, robotaxis y la IA de Tesla: lo que Elon hará después, en lugar de lo que ya hizo.
Un paquete salarial condicionado a objetivos extremos
La imagen pública de un posible paquete salarial de mil millones de dólares no es buena, pero tiene más sentido cuando se explica que solo se activa si Musk alcanza una serie de objetivos que suenan demenciales: aumentar la capitalización bursátil de Tesla 8 veces y aumentar sus beneficios ajustados 24 veces, hasta 400.000 millones de dólares, entre otros.
Nada de ese importe se paga en efectivo. Elon no recibirá salario ni bonus. Se le pagará únicamente en acciones, representando el 12% adicional de Tesla que recibirá si la empresa vale realmente esos 8,5 billones en diez años. Las acciones se liberarán en 12 etapas, de modo que no tenga que esperar 10 años y arriesgarse a no alcanzar el objetivo final.
La primera etapa no se activa hasta que haya duplicado el valor de Tesla hasta los dos billones.
Control, poder y escenarios de salida
Podría recibir mucho menos y podría no recibir nada en absoluto, pero el acuerdo debería darle a Elon lo que realmente quiere: control. Podría acabar con entre un 25 y un 32% de Tesla.

No obstante, todavía es posible que Elon decida marcharse si los acuerdos salariales son bloqueados o impugnados. Aunque es improbable, es interesante plantear qué podría pasar si dimitiera.
Un Tesla sin Elon Musk
Un nuevo CEO arreglaría el negocio principal de fabricación de coches, que Elon parece haber olvidado o haberse aburrido de él. El primer paso sería iniciar programas de reemplazo para la envejecida gama de Tesla y cubrir los huecos obvios, como un SUV y el “Model 2” de 25.000 dólares que Elon canceló.
Ese nuevo CEO podría ser JB Straubel, el ex-CTO que ha regresado al consejo de Tesla, o cualquiera de los numerosos altos cargos que chocaron con Elon. Como Daniel Ho, director de programas de vehículos, quien se fue a Waymo el año pasado.
El jefe de baterías, Vineet Mehta, se marchó este año, al igual que el responsable de tren motriz Drew Baglino. Milan Kovac y Ashish Kumar, que lideraban la robótica y la IA de Optimus (el robot), respectivamente, también se fueron uniéndose a Meta. Rebecca Tinucci, responsable de la red de carga, se marchó a Uber.
El futuro tras una posible marcha
La limpieza haría más dolorosa la corrección del precio de la acción si Musk se marchara. Pero una jerarquía plana podría tentar a volver a alguna de las figuras realmente senior de ex-Tesla que han ido a grandes rivales, como Doug Field, ahora director de EV, digital y diseño en Ford, o Sterling Anderson, que se unió a GM como director de producto a principios de este año y es candidato para reemplazar a Mary Barra como CEO cuando se retire.
Tesla, bajo la dirección de alguien que no sea Elon, probablemente no produciría los ejércitos de robots humanoides que sus inversores esperan, pero sí podría producir una gama mejor y más completa de vehículos eléctricos que plantara cara a rivales chinos como BYD. Y existe una posibilidad –solo una posibilidad– de que lleguemos a presenciarlo.








