Audi Q5: El primero de la clase

En las curvas de Málaga, donde el sol siempre brilla, o al menos eso dicen, esta vez la lluvia nos quitó el privilegio de comprobarlo. El equipo de CAR tuvo el honor de conocer de cerca al nuevo Audi Q5 y su elegante versión Sportback. Esta nueva generación no solo llega con los deberes hechos, sino con ganas de sacar matrícula de honor. Y lo adelantamos ya: lo consigue. 

Nuestra primera toma de contacto fue con el motor de gasolina 2.0 TFSI de 204 CV. En ciudad, el Q5 se mueve como un alumno atento en su primer día de clase: silencioso, comedido y perfectamente educado. La insonorización sorprende desde el primer kilómetro. La conducción es amable, casi intuitiva, y el habitáculo es un salón de elegancia sobria, donde los asientos invitan al viaje largo y sin prisas.

Interior fiable

Las tres pantallas que presiden el salpicadero no solo informan, sino que casi conversan contigo. Especial mención merece la pantalla opcional para el copiloto, que permite que quien va al lado también tenga voz y voto, incluso si eso significa que modifique sin querer los asistentes a la conducción o invade tu playlist de Spotify.

Cosas del progreso compartido. Lo que a primera vista podría parecer una digitalización excesiva se convierte pronto en una sinfonía de usabilidad bien afinada. Todo está en su sitio, como si alguien hubiese estudiado durante años cómo interactuamos con la tecnología al volante, para después componer una interfaz que no solo guía, sino que inspira confianza.

Ágil y seguro

En tráfico urbano, el Q5 se mueve con soltura, con una posición de conducción que transmite seguridad y una visibilidad generosa, que minimiza errores y maximiza el control. Los 204 CV del bloque de gasolina son más que suficientes para cualquier situación cotidiana: suaves al salir, firmes al exigirlos. En el tramo de montaña, el comportamiento se mantiene.

Buen ángulo de giro, tracción decidida incluso en pendientes pronunciadas y solo una pequeña queja: el pilar A izquierdo puede restar algo de visibilidad en curvas muy cerradas. Pero nada que no se corrija con un ligero ajuste en la posición del asiento. Son detalles, como los de un buen libro, que no entorpecen la trama.

Versión diésel

Después de que el motor gasolina pasará el examen con nota, nos subimos a las versiones diésel. El empuje es adecuado, se mantiene esa sensación de coche bien resuelto, aunque el sonido característico del diésel, por muy filtrado que esté, no pasa desapercibido.

Las variantes Sportback, por su parte, suman un atractivo indiscutible: silueta estilizada, músculo contenido y una aerodinámica que demuestra su eficacia incluso en condiciones climáticas adversas como las que nos encontramos en esta aventura. Su línea fluida atraviesa el viento como una piedra bien lanzada cruza un lago en calma.

Motor V6

Y sí, también probamos el motor V6. Porque había que hacerlo. Porque el alumno modelo también tiene un lado rebelde que necesita expresarse. Con una potencia desbordante y un carácter claramente deportivo, esta versión del Q5 pone en duda su categoría de SUV: más ágil, más pasional, más emocional. Se aproxima peligrosamente a los 100.000 euros, sí, pero lo hace con argumentos. No es un precio, es una declaración de intenciones.

El V6 no es solo una mecánica más potente; es una sonrisa involuntaria, un rugido contenido por regulaciones, una invitación a disfrutar del trayecto como si fuese el final del camino. Audi no solo no defrauda: reafirma que sigue fiel a su brújula. Hacen lo que les gustaría conducir, y lo hacen bien. El nuevo Q5 es una lección de equilibrio entre confort, agilidad y tecnología. Y lo consigue con el aplomo de quien no necesita gritar para destacar, sino que simplemente… marca la diferencia.