Si sois fans de las efemérides ya sabréis que este año Opel celebra sus 120 años de historia. Un pasado que conserva con orgullo, y que vive, de hecho, hemos hasta podido probar ese rico pasado, y nada menos que en circuito, ya que la firma alemana nos citó en el Jarama para subirnos a bordo de un pedazo de su historia.
70 millones de vehículos vendidos después, Opel celebra un 120 aniversario por todo lo grande, una trayectoria que arrancó cuatro años después de la muerte de su fundador Adam Opel, y que marca ese 1899 como el nacimiento de esta gran marca. En el evento celebrado en el trazado madrileño nos aguardaban varios coches de competición sin los que no se entendería hoy su trayectoria. Ganadores de los rallyes en los 70 y 80, la era dorada de esta competición.
Pero el Opel más antiguo presente era algo más antiguo que esa época. Nos tenemos que remontar a 1903, y es que Opel llevó ni más ni menos que el Rennwagen. Apenas es un chasis con ruedas motor y volante, que no rinde más de 12 CV gracias a un motor de dos cilindros de 1.885 cc. De hecho, no pasa de 72 km/h, pero hizo de taxi por el trazado madrileño y no tuvo ni un solo achaque si se le dejaba refrigerar. No todos pueden subir la rampa Pegaso una y otra vez.
El otro veterano del grupo era el Opel Rekkord C apodado «Viuda Negra», un exitoso bólido de finales de los sesenta. El apodo le viene del color negro de su carrocería, y entre sus gestas están las de conseguir el mejor tiempo en la última carrera de la temporada internacional del grupo 5 en Hockenheim. Un tal Nikki Lauda hizo sus primeros pinitos en la competición con este mismo coche. Por desgracia el coche que vino al Jarama no era el original, perdido hace años, pero era una copia exacta y el sonido de su motor de cuatro cilindros era ronco y fiero.
El siguiente modelo era algo más comedido. El Kadett B no solo triunfó en los concesionarios, también se codeaba con los mejores en los tramos de rallyes de todo el mundo. La preparación era sencilla, pero en pista los 90 CV de potencia se sentían ágiles y ligeros y el coche llega a ser divertido, aunque no está para bajar Bugatti a fondo, pero se defendía muy bien en las primeras curvas del Jarama.
La siguiente generación del Kadett también hizo acto de presencia. Un Opel Kadett C GT/E Grupo 1 con un importante pedigrí a sus espaldas, y es que con este coche Opel ganó en su categoría el Rally de Montecarlo de 1978. La unidad en la que montamos era un muleto equipado con todo lo necesario para correr en la época. Como detalle, este Kadett fue la última generación que se hizo con tracción trasera.
El nombre de Walter Röhrl luce en el siguiente coche, y es que este Opel Commodore GS/E coupé fue pilotado en 1973 por el alemán en el Rally de Montecarlo. Un coche que gozaba de un motor de seis cilindros y 2.8 litros rindiendo 160 CV, que ciertamente, se notaban después del poco potente pero liviano Kadett.
De hecho esta versión era capaz de llegar a 200 km/h. Lucía un alerón delantero que Opel creó en su túnel de viento. Como detalle, el Commodore preparado por Günther Irmscher corrió en el grupo 2 de turismos especiales ya que a Opel no le dio tiempo a fabricar las 1.000 unidades requeridas.
Y por último el más especial de todos, un Opel Ascona 400. Con solo 2.4 litros y cuatro cilindros, la firma alemana era capaz de entregar hasta 250 CV a sus pilotos en los modelos de competición. Nuestra unidad era idéntica a la que usó Walter Röhrl para ganar el mundial de rallyes en 1982, una gesta que no se ha vuelto a repetir en la marca.
Este fue el primer coche en el que montamos para dar una vuelta por el circuito, y ciertamente se sentía especial, bruto en la zona alta de un cuentavueltas limitado por una aguja roja fija a la que daba apuro acercarse. El motor empieza a latir a partir de 4.000 vueltas, y llevarlo rápido implicaba saber que los frenos no eran como los de ahora, por lo que tu cuerpo y tu cabeza se deben anticipar a todo, incluida una dura y directa dirección sin asistencia.
Sin duda ir en un coche como el Ascona 400 y mirar al horizonte y ver subir la rampa Pegaso a otros 4 coches históricos de Opel fue una imagen única. Todos cumplieron sus paseos sin contratiempos en pista y todos nos sacaron una gran sonrisa. Sin duda unos cuantos pedazos de historia que dan a entender el valor de Opel después de 120 años, creando coches para todo el mundo y demostrando que también sirven para competir.