El Volkswagen Golf GTI Clubsport es esencialmente el regalo de cumpleaños hecho para el GTI en su cuarenta aniversario, y su intencionada pureza cierra perfectamente el círculo que comenzó con la audaz versión labrada en 1976. No obstante, a lo largo de siete generaciones se ha vuelto más maduro. Se nota que la gorra de béisbol del GTI ha ido rotando en los últimos años hasta alcanzar su posición original mirando hacia delante. Pero, gracias a un grupo de empleados entusiastas que trabajaron en su tiempo libre en un proyecto no autorizado todavía hay un grado de travesura en el Clubsport. No tiene ningún propósito estratégico como tal, se construirá en un número limitado, logrará modesta ventas, dará pocos beneficios y se convertirá en un accesorio del mismo armario de juguetes donde acabaron anteriores regalos de cumpleaños –como el 20 y el 25 Aniversario del GTI, o las ediciones 30 y 35–, que acumulan cierto polvo emocional. Pero vaya que sí, nos saca toda la emoción a relucir cuando rompemos el envoltorio y leemos la etiqueta. Esta que dice que este es el GTI más potente jamás hecho.

Los 265 CV del Volkswagen Golf GTI Clubsport humillan hasta al más equipado, con un rendimiento de 220 CV para el GTI estándar, y poder hacer los 100 km/h en 5,9 segundos es fascinante –por los 6,5 del normal–. Pero el truco del partido es un bolsillo oculto de potencia extra, un compartimiento secreto que nadie más conoce hasta que lo abres para sorprender a tus compañeros. La clave está oculta en el alfombra, bajo el pedal del acelerador –un conmutador kick-down que abre un alijo secreto de 10% más de potencia y un 10% más de par motor, en cualquier lugar entre la tercera velocidad y la sexta–. Durante 10 segundos estás conduciendo un Golf con 290 CV y 380 Nm de par –por los 350 Nm–. Estos son buenos números, pero lo que impresiona más es la naturaleza lineal del impulso. No hay golpe en los riñones, no hay cabeceos, simplemente una rápida sensación envolvente de impulso puro, que hace que el 2.0 litros turbo de cuatro cilindros se sienta como uno de seis. Es posible que la falta de emoción puede no satisfacer al tipo de chico (o chica) que se imagina un coche como este, pero siempre se puede recurrir a quitar el control, que duplica a 20 segundos su disponibilidad de jugo extra desde el momento en que se levanta el pie izquierdo del pedal de freno, con el motor funcionando a 3.000 rpm, y pisamos a fondo con el derecho.
Puede haber un cartel de camino a Wolfsburg, que diga “Volkswagen da la bienvenida a los hooligans cuidadosos”. Por supuesto VW podría haber prescindido de todo esta tontería y simplemente repartir un GTI con 290 CV, pero, ¿dónde está la diversión en eso? Karsten Schebsdat, responsable de la división de modificaciones de chasis, nos dice que se trata de minimizar el desgaste de la transmisión, salvo cuando se necesita o queramos disfrutar de un conjunto de curvas. Pero no está engañando a nadie. Los originales GTI de primera generación eran así. “La intención es convertir a este Volkswagen Golf GTI Clubsport en el más rápido de la pista, y la forma más rápida es eliminar tanto el subviraje como el sobreviraje. Todo tiene que ser suave y lineal, tiene que sentirse natural. Esa es la forma en que los seres humanos interactúan mejor con un coche”. Así que Schebsdat reflexionó sobre cómo mejorar el ya excepcional GTI. Su respuesta: la aerodinámica.
El paragolpes frontal ha sido completamente rediseñado, con un “cortina de aire” creada por la canalización de aire a través de esas agallas negras de piano que lo redirige a través de la rueda. Hay tomas adicionales que flanquean el radiador y un nuevo spoiler, que se combinan para crear más downforce en el eje delantero. En la parte de atrás el techo de dos partes, el alerón mate y el rediseñado difusor ejercen un downforce sustancial en las ruedas traseras. ¿Cómo de “sustancial”, te preguntarás? Ellos no lo dirán. Ya en la pista intentamos sentir el efecto, pero sin ser Fernando Alonso simplemente no se puede. Ninguno de nosotros –ni siquiera los tíos con sus propios botines de carreras– lo conseguimos, y la mayoría están más interesados en la tracción, todo lo contrario. Sin embargo, se siente que el Volkswagen Golf GTI Clubsport es más rápido y más rápido con cada vuelta, el diferencial realiza su truco de enviar potencia adicional a la rueda en el exterior de las curvas para detener el interior sin perder la tracción ni la eficacia con la que bordea la esquina. Más rápido y más rápido…, el maldito límite tiene que estar por aquí en alguna parte, tal vez a la vuelta de la esquina

BUSCÁNDOLE LAS COSQUILLAS
Si no podemos encontrar el límite vamos a ver cómo se comporta cuando nos acercamos. El coche va alrededor de la curva cerrada. No patinan las ruedas, no hay subviraje, ninguna corrección de la dirección, la parte trasera va aplomada. Calma chicha. Es difícil saber si sentirse decepcionado o, simplemente, atemorizado. Aquí está el Golf GTI que nos mantendrá siempre jóvenes. Excepto por una cosa, por supuesto la superficie de la pista en Portimao es más suave que el terciopelo, algo que no encontraremos con frecuencia en nuestro día a día, además de que estamos con la opción de neumáticos semislick –su mera existencia dice mucho acerca de la misión del Volkswagen Golf GTI Clubsport –. Así que cuando nos acerquemos a la vida real tendremos que descubrir si nuestro protagonista todavía gira como si fuese sobre raíles o nos iremos de paseo al campo en la primera curva. Hasta que lleguemos a la carretera todo son suposiciones, pero lo que está claro es que será muy divertido averiguarlo.

Es el atardecer, pero el circuito sigue abierto y hay un Volkswagen Golf GTI Clubsport de tres puertas sentado sin hacer nada en la calle de boxes, descansando después de su última salida. Parece sensacional con esta luz rojiza. Todo el mundo está en el box tomándose un café, no hay nadie alrededor. Vamos, ninguno de vosotros se habría resistido. La mayoría de los conos se han dispersado ya sea por el aumento de la brisa o las pasadas demasiado cercanas en las curvas. No importa, me perdí la mayor parte de los vértices de todos modos. Pulso el interruptor en la consola central durante tres segundos y se desactiva el control electrónico de estabilidad. Pero, ¿qué estoy haciendo? ¿No he oído lo de “solo una vuelta más”? El coche parece haberme poseído. Se siente vivo, los frenos, ahora ligeramente fritos, se sienten agradablemente imperfectos, los neumáticos más pegajosos que nunca, la dirección, que tiene un bastidor más rápido que el GTI estándar, ahora parece requerir solo una muñeca flexionada para todo menos para las curvas más cerradas. Soy más rápido que antes.

La relación entre el acelerador y la dirección del Volkswagen Golf GTI Clubsport comienza a tener sentido –puedes dirigir el acelerador, se puede ser suave y brutal, y una vez que estás en que el flujo se hace más fácil de configurar para la siguiente esquina. La suspensión ha sido sintonizada más rígida en la parte trasera y más suave en la delantera. ¡Maldición! Me asusto a mí mismo, a punto he estado de caer en una trampa de grava extrañamente colocada en una cresta, pánico silencioso, volver a boxes y aquí no ha pasado nada. Tengo que acabar con ello. Será más difícil para Volkswagen hacer lo mismo, pero vamos, que si construyen los coches de este tipo, por ninguna razón más allá que el puro placer de hacerlo, me pueden llamar irresponsable, pero espero que en el final, en cuanto a reputación al menos, VW se salga con la suya también.