¿Qué tienen en común Nico Rosberg y su padre?

Nico Rosberg…

Pulcro, preciso, prudente en la pista. Ha desarrollado su talento con entrenamientos neurosensoriales y comete muy pocos errores. Sigue la escuela de Alain Prost.

Educado en las mejores escuelas de Mónaco y Niza. Para correr tuvo que dejar estudios de ingeniería aeronáutica.

Metódico, paciente. Es uno de los pilotos con mayor inteligencia y nivel intelectual de la parrilla. Siempre quiere aprender, de lo que sea. Analiza, decide y aplica.

Empezó en la F1 a los 20 años. Salvo un par de victorias poco hizo en la F3, pero en cuanto pasó a la alta potencia brilló: campeón en GP2 y líder en Williams durante cuatro años.

Esperó seis temporadas hasta ganar su primer Gran Premio de Fórmula 1. Fue con Mercedes, en China, en la temporada 2012.

Nico se enfrentó a un tal Michael Schumacher. Aprobó esa
difícil prueba con sobresaliente.

Entrena de cuatro a cinco horas diarias, incluso ha llegado a participar en algún triatlón.

Este aspecto sí que lo heredó de su padre. Cumple a la perfección con todos los sponsors.

Keijo Rosberg…

Conducción agresiva. La base de su velocidad
era la frenada en el último momento, el volantazo y, casi siempre, el control absoluto con el coche cruzado.

Como buen finlandés suele no callarse lo que piensa y no le gusta perderse en formalidades. Antecesor de Raikkonen.

Creativo e impulsivo. Triunfó sobre la base de su conducta tan agresiva como medida en la pista. Un tipo auténtico.

Llegó a la F1 a los 30. Sin dinero propio corrió varios años en monoplazas de promoción, cobrando, antes de sentarse en un F1 en 1978.

Esperó cuatro temporadas hasta ganar su primer Gran Premio de Fórmula 1. Fue en Dijon, con un Williams-Ford, en 1982.

Keke tuvo compañeros como Jacques Laffite y Nigel Mansell, pero con el que más sufrió fue con Alain Prost.

Su máximo esfuerzo físico pasaba por correr 5 kilómetros, eso sí, sin parar… La Fórmula 1 ha cambiado un poco.

Desarrolló sus actividades comerciales en sus comienzos como profesional, cuando tenía que buscar a alguien que le pagase para poder correr.

Fue todo un “don juan” hasta que encontró a la madre de Nico, Isa, una alemana aficionada a los rallies.

Propietario de equipo, mánager, inversor inmobiliario… Se puede decir que hay vida después de la Fórmula 1.