Tesla Model X: la cálida bienvenida del silencio en territorio americano

Cómo si de una película de Mad Max se tratara, nos encontramos en una gasolinera abandonada, tanto que el bosque casi se ha apoderado de ella, y eso que aún no había nacido Tesla cuando esta estación echó el cierre.El futuro podría ser así de apocalíptico, con gasolineras cerradas por falta de uso, algo que en un Estado que produce 9,4 millones de barriles de petróleo al día supondría una catástrofe de gran magnitud. Así que aquí estamos, con un Model X, dispuestos a recorrer Texas, la cuna del petróleo en un país que es la cuna del automóvil.

¿Cómo nos recibirán los ciudadanos que podrían quedarse sin empleo cuando se implante la movilidad eléctrica? ¿Cómo recorrerá este Tesla el segundo Estado más grande de Estados Unidos sin dejarnos en la estacada? ¿Cómo funcionará el controvertido AutoPilot? Son muchas preguntas a las que vamos a dar respuesta durante los dos próximos días.

Lo primero es lo primero, y el Tesla Model X es un automóvil extraordinariamente novedoso. Tesla dice que es un SUV, pero lo que vemos es una mezcla de furgón, monovolumen y todoterreno sobre unas llantas de 22 pulgadas con un aspecto futurista e impresionante. Tiene conducción semiautónoma y una batería de más de 400 kilómetros de autonomía que se puede recargar de forma gratuita en los Supercharger de Tesla que pueblan todo el país.

En su versión de tracción total monta dos motores de 510 y 263 CV, respectivamente. Con ellos alcanza los 250 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 3,8 segundos con el apelativo P de “Performance” y 3,2 en esta versión “ludicrous”, algo así como “ridículamente rápido”; con tracción trasera detiene el cronómetro en 4,8 segundos. Además, se mueve sin hacer el mínimo ruido ni realizar la mínima emisión a la atmósfera.

Si muchas veces hemos hablado de la revolución en el mundo del automóvil, esta vez estamos ante la revolución definitiva. Nuestro punto de partida es el servicio Tesla de Dallas, donde la entrega del coche lleva unos dos minutos.

Como Apple con el iPhone, Tesla ha hecho un coche tan listo que su uso es simple y no necesita un largo proceso de aprendizaje. Al pulsar la puerta correspondiente en el mando a distancia esta se abre eléctricamente para recibirnos y se cierra cuando nos sentamos. Al entrar, el coche ya está listo. Con solo pisar el freno y poner el cambio en la posición D empieza a moverse. Sin sonidos raros, sin ruido y sin problemas. La pantalla mega-XL que preside el interior está tan llena de buenas ideas que dan ganas de arrancarla y llevársela a casa.

Por ejemplo, cuando introduces una dirección la mitad inferior se convierte en un teclado en el que es imposible fallar una tecla. Cuando los Google Maps se ponen en marcha es imposible no verlos bien, y eso que también están reflejados en el cuadro de mandos. Por delante el parabrisas es enorme y te envuelve por encima, el espacio es tremendo, los asientos fantásticos, y donde otro coches se pelean con el túnel de transmisión y los pasos de rueda para colocar sus asientos, aquí ocupan todo el espacio sin pegas, al hallarse las baterías debajo del piso y los motores distribuidos junto a las ruedas. Esto da un espacio tan enorme que hace enrojecer a los grandes monovolúmenes, por no hablar de un maletero gigante.

El Model X puede tener cinco o siete plazas y, si quieres sentirte como en un jet privado, solo seis asientos. Pero el golpe de efecto definitivo son las puertas traseras con apertura tipo alas de halcón. Si tus hijos las ven, no querrán subir en otro coche.

ORGANIZANDO LAS PARADAS

Desde Dallas salimos hacia Kilgore. Al poner el destino en la pantalla nos pone la distancia hasta allí, la batería restante, los Superchargers en los que tendremos que parar y cuánto tiempo debemos detenernos en cada uno de ellos. En 40 minutos las baterías estarán de nuevo al 80%, pero harán falta 75 minutos para que lleguen a tope, por lo que rara vez cargaremos al máximo en un cargador por el camino, salvo necesidad imperiosa. Tomamos la interestatal número 20 y dejamos atrás los rascacielos.

 

Llegar a la autopista es toda una experiencia nueva al volante, sobre todo porque hemos dejado de conducir. El AutoPilot se pone en marcha con dos toques en la palanca de la izquierda y en el cuadro de mandos un volante azul indica que el coche toma el mando. El Model X se mantiene en el carril con una precisión mayor que si lo lleváramos nosotros. Igualmente, una vez seleccionada la distancia con el coche de delante la mantiene sea cual sea el ritmo y, si queremos adelantar, basta dar un toque al intermitente para que el coche detecte si viene algún vehículo y adelante con más precisión y seguridad que si lo hiciéramos nosotros.

Durante los primeros diez minutos la alerta es máxima, ya que esperas que, como en otros coches con sistemas de este tipo, se haga un lío y debas tomar el volante. A los diez minutos todo es perfecto. Dos minutos más y empiezas a sentir que sobras en el coche. Cuando el Tesla tiene que frenar lo hace suavemente primero y luego con la fuerza necesaria. No acelera bruscamente, sus giros son sencillos y precisos, y hace que cualquier sistema que hayamos probado hasta ahora se quede en pañales.

El coche indica que hay que desviarse a un Supercharger, así que tomamos el mando y allá vamos. Al llegar hay 10 plazas desiertas y una ocupada. Enganchamos el coche, salimos de nuestra burbuja de aire acondicionado y hablamos con otro conductor que está cargando un Model S. Es inevitable hablar con otros propietarios de Tesla por las paradas, de algún modo nos consideramos “pioneros”. Otra cosa será cuando encuentres una cola de Model 3 esperando su dosis de electrolitos.

Rusa Burger, su dueño, me cuenta que compró uno de los primeros Tesla en 2013, que jamás ha pisado un taller que tuvo un problema con los limpias, ya que si quitabas el contacto con ellos activados por la mañana se ponían en marcha junto a los chorros de agua y te ponían perdido, y que, de un día para otro y sin visitar el taller, Tesla actualizó el software y arregló el problema.

“Me levanté con un coche mejor que el que había llegado por la noche a casa”. Solo ha ido a Tesla a cambiar las ruedas “podría haberlas cambiado en otro sitio más baratas, cuestión de costumbres”. Allí, sin pedirlo, le arreglaron una llanta gratis. Russ ha pedido un par de Model 3, “el X es muy grande para mi”.

HORA DE DESCANSAR-RECARGAR

Salimos a la carretera y seguimos nuestro camino con el AutoPilot. Llegando la noche, nuestro Tesla pide recarga y nosotros descanso. Nuestro punto de destino está a unos 300 kilómetros, y el ordenador dice que llegaremos con un 14% de batería y unos 80 kilómetros restantes. Me entra un poco de agobio. Una hora y media más tarde he apagado el aire acondicionado y activado el modo “Save” que apaga uno de los dos motores y limita el uso del aire acondicionado. Finalmente llego al hotelito que tiene un “destination charger” de Tesla, acariciando el pedal del acelerador y con unos 20 kilómetros de carga. ¿Dónde están los otros 60 kilómetros? Ni idea.

Vamos a estrenar el cargador del hotel, recién instalado de forma gratuita por Tesla, que corre a cargo del gasto de su electricidad, tras solicitarlo vía web el propio hotel. “Nos los sugirió un cliente, lo pedimos y en tres horas habían aprobado nuestra propuesta. Luego vinieron, montaron la caseta y nos felicitaron. De eso hace una semana, y es usted nuestro primer cliente con un coche eléctrico”.

Salimos del hotel de madrugada y hacemos varias aceleraciones a fondo con el modo Performance “ludicrous”. En línea recta, acelera más que un Ferrari, en curvas se mueve con agilidad pasmosa y como ya no hay un vínculo entre el ruido y la velocidad. Es un coche destinado a marcar historia en una marca que va a cambiar las vidas de los tejanos… y las nuestras.

 

Elon Musk, el presidente de Tesla, dice que cada uno de sus coches tiene que ser el mejor en su clase, y el Model X lo es, porque no hay ningún SUV eléctrico en el mundo para hacerle frente. Aunque lo hubiera, las ventajas como medio de transporte respecto a un coche normal son tantas que es difícil no convencerse de que los coches del futuro serán eléctricos y que Texas, aunque aún no lo sepa, terminará sufriendo las consecuencias de su éxito aunque, quién sabe, quizá se convierta en el paraíso energético de la producción de energía solar.

 

De momento, y con el barril a 40 dólares, el petróleo puede disfrutar de sus últimos coletazos, pero a poco que vuelva a superar los 100 dólares, las acciones de Tesla y sus pedidos van a destrozar aún más récords. De momento el Model X se despacha a partir de unos 80.000 dólares en América, y termina de llegar una versión de 100 kW con más autonomía.