Regreso al DeLorean

Como todo el mundo sabe, el DeLorean DMC-12 se hizo inmortal gracias a la saga Regreso al futuro. Pero su historia real, la de su concepción, lanzamiento y caída, también se merecería una película. Fue fruto de la valentía y la genialidad de su creador John Zachary DeLorean (1925-2005), pero también de la improvisación, las prisas, las limitaciones y las intrigas políticas. El primer DeLorean DMC-12 salió de la fábrica en 1981, si bien ese fue casi el final de la historia.

Después de trabajar para General Motors, abandonar su puesto y llevarse consigo al ingeniero de la marca, Bill Collins, John DeLorean contactó a finales de 1974 con Giorgetto Giugiaro para su proyecto. Su idea era un coche con motor central –aunque finalmente fue trasero–, un estilo impactante y con un tacto muy europeo, las puertas de apertura vertical y la carrocería de acero inoxidable sin pintar. DeLorean pidió a Giugiaro que diseñara el coche, y tras plantearse montar un motor tipo Wankel, Collins estudió también la posibilidad de un Ford V6 o del 2 litros del Citroën CX. La elección final fue el motor 2.8 V6 de Peugeot/Renault/Volvo. Respecto a la estructura, el primer prototipo empleaba una avanzada tecnología de material compuesto (Elastic Reservoir Moulding), formada por dos piezas unidas sobre las que iba la carrocería.

La financiación llegó de Bank of America, algunos inversores y, más tarde, concesionarios a los que ofreció acciones de la empresa. En julio de 1978 firmaron un acuerdo con el Gobierno por valor de 117 millones de dólares, para una nueva factoría que se construiría en Dunmurry, cerca de Belfast. También se montó una sede en Coventry y se llegó a un acuerdo con Collin Chapman, fundador y dueño de Lotus, para que desarrollaran la parte dinámica del DMC. Pero pronto saltaron chispas entre Chapman y Bill Collins –el ingeniero–, y el segundo decidió abandonar el proyecto.

Entonces el coche se diseñó de una manera muy similar a la del Lotus Esprit. La suspensión y la mecánica iban sobre un bastidor de acero en forma de doble Y, como en los Lotus de la época. Encima llevaba un monocasco de fibra de vidrio, fabricado mediante la técnica Vacuum Assisted Resin Injection (VARI), en sustitución del sistema ERM pensado por Collins. Y atornillado a este, los paneles de acero inoxidable de la carrocería. Su talón de Aquiles siempre fue el motor. DeLorean quería unos 200 CV, una cifra respetable para la época. Después se tuvo que conformar con el mencionado 2.8 V6 de Peugeot/Renault/Volvo de 170 CV, y luego la puntilla la dieron las leyes estadounidenses de emisiones. El catalizador –fue el primer coche británico en llevarlo– suponía una pérdida de 40 CV, de modo que aquel coche con aspecto espacial rendía apenas 130 CV.

DeLorean

Todos los componentes menos la estructura de fibra llegaban de suministradores externos. DeLorean prometió al Gobierno británico que los primeros coches se fabricarían en mayo de 1980, pero no fue hasta enero de 1981, y con 34 millones de libras por encima del presupuesto, cuando el primer DMC salió de la línea de montaje. La realidad es que al coche, bien diseñado y atractivo, le faltaba desarrollo y también calidad de fabricación. Llevaba de serie aire acondicionado, ventanillas eléctricas y radio-casette, y entre las opciones de fábrica, el cambio automático y el color del interior, negro o gris. Los medios especializados fueron amables, señalando que era menos refinado y rápido que sus rivales europeos o que oscilaba mucho en las curvas, aunque destacando su originalidad y belleza. Las primeras ventas fueron prometedoras, pero al final del año la demanda se había evaporado. Esto junto a la recesión de los años 50 se tradujo en una quiebra del proyecto a la cual DeLorean no pudo hacer frente, pese a sus intentos de conseguir fondos de dudosa procedencia.

Hoy DeLorean Motor Company en Humble (Texas) mantiene vivo el mito. Compraron las piezas que no llegaron a montarse y se dedican a vender componentes, restauración y merchandising. Se estima que de los coches fabricados sobreviven unos 6.000, la inmensa mayoría en EE UU, ya que todos se exportaron allí. En España hay varias unidades matriculadas y el precio de un DMC-12 en buen estado es bastante razonable, oscilan entre 30.000 y 40.000 dólares.