Parece que cada vez hay más gente que colecciona automóviles exquisitos, pero entre todos ellos destaca el diseñador y empresario Ralph Lauren (85). Sus piezas protagonizan exposiciones en museos de todo el mundo como lo que son, obras maestras del diseño y la ingeniería.

En el reciente Ferrari Capital Markets Day celebrado en Maranello, Enrico Galliera, director comercial y de marketing de la marca, destacó una serie de cifras reveladoras. Ferrari ha fabricado hasta la fecha unos 330.000 automóviles, de los cuales alrededor del 90 % siguen existiendo.
La edad media de sus clientes es de 52 años, y actualmente la empresa cuenta con unos 90.000 clientes activos, un 20 % más que en 2022. Además, hoy hay un 45 % más de coleccionistas de Ferrari que hace tres años.

No está del todo claro cómo determina la marca quién es considerado coleccionista, pero sí parece evidente que existe un número creciente de apasionados que atesoran varios deportivos del Cavallino Rampante.
Prueba de ello es que las series limitadas son cada vez menos exclusivas, ya que los concesionarios deben atender a un número creciente de clientes VIP.
Un veterano ferrarista, recuerda que en los años setenta y ochenta había muchos menos coleccionistas y prácticamente todos se conocían. El más destacado fue el francés Pierre Bardinon (1931-2012).

Cuentan que, cuando le preguntaron a Enzo Ferrari por qué no existía un museo en Maranello, respondió: “No importa, Bardinon lo ha hecho por mí”. Y no era para menos: el coleccionista galo cumplió el sueño de cualquier amante del motor.
Su pasión comenzó con los Bugatti, aunque su enamoramiento por Ferrari nació en 1954, durante las 24 Horas de Le Mans, al ver ganar a Trintignant y González con el 375 Plus.

Primero adquirió un 250 SWB, luego un 250 LM, y con el tiempo llegó a poseer decenas de modelos míticos, incluidos tres Ferrari 250 GTO (valorados hoy en unos 60 millones cada uno), todas las grandes barchettas de la marca —250 Testa Rossa, 375 MM, 290 MM, 500 Mondial, 335 S…—, cuatro ganadores de Le Mans y trece monoplazas de Fórmula 1. También figuraban entre sus tesoros el 312P y el 330 P4.

Los coleccionistas de aquella época no eran tan ricos como los magnates tecnológicos o financieros de hoy, pero tenían un conocimiento profundo de los coches y una educación exquisita.
Tras la muerte de Bardinon, sus herederos comenzaron a vender parte de la colección, como el 335 S subastado en 2016 por 32 millones de euros, que ahora pertenece al magnate inmobiliario estadounidense Brian Ross.

Esta tendencia refleja cómo muchos de los mejores Ferrari han pasado a manos de coleccionistas norteamericanos, entre los que destacan varias colecciones excepcionales.
Una de las más notables es la de Ralph Lauren, de 85 años, probablemente la más exquisita de todas. Lauren no se limita a los modelos de Maranello: en su garaje conviven piezas únicas de las marcas más prestigiosas del mundo.

No es fiel a una marca ni a una época, sino que “pica un poco de aquí y allá”, como él mismo dice. “El tacto, la potencia, el sonido… todo funciona como una orquesta. Los Porsche, los Ferrari o los Jaguar son muy diferentes, pero todos son muy excitantes”.
Resulta asombroso pensar que este icono del lujo estadounidense nació en 1939 en el Bronx, hijo de inmigrantes rusos y judíos de origen humilde —su apellido real era Lifshitz—. De niño compartía habitación con sus dos hermanos y recuerda aquella época como una infancia feliz.

Desde entonces, se sintió atraído por la estética refinada de los jóvenes de colegios privados, cuya elegancia trató de emular. “Quizá porque estaba tan alejado de ese mundo, traté de acceder a él”, ha confesado en alguna ocasión.
Inspirado por los personajes del cine, comenzó vendiendo guantes y corbatas y diseñando para otras firmas, hasta que en 1968 fundó Polo.

Su visión estética y su capacidad para comunicar un estilo de vida aspiracional convirtieron la marca en un icono de la elegancia americana. “El lujo americano es casi una sensibilidad, una forma de entender la vida. Se trata de crear el mundo que imaginamos y convertirlo en un entorno de confort y bienestar”, explica Lauren.

Su pasión por los coches siempre fue parte de esa visión. Su primer automóvil fue un Morgan de 1961, blanco con interior rojo, que vendió al mudarse a Manhattan. Más tarde compró otro Morgan, de 1966, que todavía conserva.
“Cada coche tiene su atractivo, su identidad y su espíritu; cada uno te recuerda ciertos momentos, por eso no me gusta venderlos”, afirma.

Su primera gran compra fue un Porsche Turbo negro de 1978, con las llantas Fuchs pintadas también en negro. Tras años de conducir berlinas familiares, aquel deportivo marcó el inicio de su auténtica pasión.

Poco después, un amigo le ofreció probar su Ferrari. “No me gustaban especialmente, pero en cuanto me senté y lo conduje un poco, me enamoré”, recuerda.
Su siguiente adquisición fue un Ferrari Daytona Spyder, que dio comienzo a su fiebre por los Ferrari.

Hoy, su colección incluye piezas valoradas en decenas de millones de euros, y ha sido expuesta en museos como el Museum of Fine Arts de Boston —en 2005, bajo el título Speed, Style and Beauty— y el Museo de Artes Decorativas de París en 2011.
“Siempre he visto los coches como arte en movimiento. La verdadera belleza de poseer un coche especial está en poder usarlo y entender la historia y el espíritu con que fue creado”, reflexiona Lauren.

A sus 85 años, el diseñador, acompañado de su esposa Ricky, sigue asistiendo a eventos como la New York Fashion Week. Aunque ya no conduce con la misma soltura, su hijo David Lauren, también implicado en la empresa, ha heredado su pasión.

Fue visto recientemente en el Concorso d’Eleganza Villa d’Este al volante del Alfa Romeo 8C Touring de su padre. Todo parece indicar que la gran colección americana de Ralph Lauren permanecerá a buen recaudo durante muchos años más.

Colección de Ralph Lauren
Para publicar todos los coches de su garaje casi necesitaríamos otra revista…, por eso hemos tenido que hacer una selección. Estos son algunos de sus modelos más relevantes.
Bentley Blower (1929) 2.000.000€

Enorme como su motor de 4.5 litros con compresor ganaron en las 24 Horas de Le Mans, y Bugatti dijo de ellos que eran los camiones más rápidos del mundo.
Mercedes-Benz SSK “Count Trossi” (1930) 10.000.000€

Se construyeron unas 30 unidades del SSK de competición que rondaba los 300 CV y este es único por su carrocería, encargada por el conde Carlo Trossi.
Alfa Romeo Monza 8C 2300 (1931) 8.000.000€

Con este modelo comenzó la leyenda de los Alfa 8C, los mejores de su tiempo y que brillaron en la Mille Miglia. Este perteneció a la Scuderia Ferrari.
Bugatti Type 59 Grand Prix (1933) 10.000.000€

No logró grandes éxitos, pero su belleza está fuera de dudas y, además, solo se hicieron seis unidades. Lauren dice que, en cada detalle, es como un reloj.
Bugatti 57 SC Atlantic Coupé (1938) 100.000.000€

Solo se construyeron cuatro Atlantic. Uno está desaparecido y otro se vendió por unos 35 millones a Peter Mullin en 2010.
Alfa Romeo 8C 2900 Mille Miglia (1938) 15.000.000€

Consumación del concepto 8C, que luce además una aerodinámica carrocería creada por Touring, tipo Superleggera. Era el supercoche de la época.
Morgan Plus 4 (1954) 50.000€

Este es el segundo coche que se compró Lauren, desde siempre atraído por la elegancia británica. Incluso lo conducía en invierno por Nueva York sin capota.
Jaguar D Type (1955) 4.000.000€

Triple vencedor en Le Mans e inspirador del E-Type, el de Lauren monta la aleta para altas velocidades. Tiene también un XK 120 “Alloy” de 1950.
Porsche 550 Spyder (1955) 4.000.000€

Sencillo y ligero, pasó a la historia como el coche con el que se mató James Dean, pero fue también el primer Porsche concebido para la competición.
Mercedes-Benz 300 SL Gullwing (1955) 1.500.000€

El 300 SL nació para carreras, y el importador para EE UU convenció a la marcapara desarrollar una versión de calle manteniendo las puertas gullwing.
Jaguar XKSS (1957) 12.000.000€

Cuando en Jaguar se encontraron con 25 D-Type sin vender, los modificaron para usar por las calles. Con 300 CV, fue el favorito de Steve McQueen.
Mercedes-Benz 300 SL Roadster (1958) 1.200.000€

Cuando acabó la producción del cupé se inició la del elegante Roadster, cuya principal ventaja es que monta una suspensión que le hace más estable.
Ferrari 250 Testa Rossa (1958) 25.000.000€

Sergio Scaglietti llevaba desde 1954 haciendo las carrocerías de los coches de carreras, y este modelo con motor V12 fue su favorito de aquel periodo.
Porsche RSK (1959) 4.000.000€

Es una evolución del 550 también con motor 1.5, solo se fabricaron nueve unidades y el de Lauren fue el último. Logró victorias como en la Targa Florio.
Ferrari 250 GT SWB Spyder California (1960) 20.000.000€

Este descapotable emplea la mecánica del 250 TdF, un V12 de 240 CV. Se fabricaron 47 unidades del LWB (Long Wheel Base), y luego las 56 SWB.
Ferrari 250 GTO (1962) 70.000.000€

Evolución sobre el 250 SWB de 1960 –Lauren también tiene uno– es el Ferrari más buscado, con 36 unidades fabricadas. Su cotización aumenta por días.
Ferrari 250 LM (1964) 20.000.000€

Fue el primer coche de Sport de la marca con motor central, se fabricaron 32 unidades entre 1963 y 1965 y ganó las 24 Horas de Le Mans en 1965.
Aston Martin DB5 Volante (1965) 800.000€

Este modelo no puede faltar en el garaje de un millonario obsesionado con la elegancia. Con su carrocería Touring, solo se construyeron 120 unidades.
Ferrari 275 GTB/4 NART Spyder (1967) 25.000.000€

Solo se hicieron 10, encargados por el importador americano Luigi Chinetti, y las siglas NART que luce responden a North American Racing Team.
Ferrari 365 GTB/4 Daytona Spyder (1973) 3.000.000€

Se produjeron apenas 122 unidades del Daytona descapotable –famoso por Miami Vice–, y fue además el primer Ferrari que se compró nuestro protagonista.
McLaren F1 LM (1996) 20.000.000€

El supercoche con conducción central y motor V12 BMW ya se ha asentado como “el GTO de los 90”. Solo se produjeron 106 (72 unidades de calle).








