Con el Hyundai i30 N el fabricante coreano rápidamente se ha convertido en un jugador serio dentro del mercado de los compactos deportivos. Ahora, después de 9.000 unidades vendidas en Europa desde su lanzamiento en junio de 2019, es hora de ver si la receta sabe igual de bien estirada en forma de este Hyundai i30 N Fastback.
Diseño Fastback
Esta carrocería no es exclusiva del modelo N, ya que la tenemos con toda la gama de motores y equipamiento. Ahora coge todos los ingredientes del i30 N y los emplata en una bandeja alargada y de silueta que fluye hasta el maletero como en un sedán en lugar de cortar de golpe como en un compacto. El maletero se abre como en un sedán normal.
Hyundai dice que el Fastback es único en el segmento C de los «compactos deportivos de cinco puertas coupés», pero a nosotros nos recuerda al binomio Mercedes AMG A45 y el AMG CLA 45, solo que mucho más caros. Este i30 N Fastback representará el 30-40% de las ventas de los modelos N Performance.
¿Mismos ingredientes?
El i30 N Fastback se asienta sobre la misma plataforma que el hatchback de 2.65 metros, pero es 120 mm más largo y 21 más bajo, y su diseño más estilizado le permite mejorar el coeficiente aerodinámico de 0.32 Cx a 0.297 Cx. A pesar de la longitud extra, Hyundai dice que solo pesa 12 kg más, con un rango de pesos que oscila entre los 1.429 y los 1.509 kilos dependiendo de los líquidos.
El tren motriz sigue siendo el motor turbo de 2.0 litros ligado al cambio manual de seis velocidades y la tracción delantera. En el i30 N Fastback también está disponible en dos configuraciones, la versión N de 250 CV y una tope de gama y más potente y equipada N Performance. En esta última significa que de serie llevamos 275 CV, llantas de 19 pulgadas, asiento del conductor con memoria eléctrica y calefacción. Tampoco faltan las luces LED, el control de crucero, arranque sin llave y la pantalla táctil de ocho pulgadas con navegador. Es de los más equipados del segmento.
Con solo pulsar un botón del volante tenemos acceso a los modos de conducción que van del Eco hasta el personalizable modo N, además de disponer de launch control, amortiguadores adaptativos y un diferencial de deslizamiento limitado electrónico.
En esta carrocería Hyundai ha reducido la dureza de los muelles un 5% delante, y reducido el grosor de la barra estabilizadora 0,8 mm. Y los topes son 6 mm más largos y un 10% más blandos comparados con el i30 N compacto. Para compensar estos cambios se ha adaptado la electrónica, como el ESC, la dirección, el ajuste del diferencial y los amortiguadores.
Se ha mejorado la rigidez un 6% para igualarla a la del compacto, por lo que el Hyundai i30 N Fastback lleva una barra de torretas más rígida detrás. También hay puntos de soldadura extra en el chasis.
Igual de divertido
Aunque claramente deriva del compacto, el Fastback da una primera impresión más sofisticada, de coche de segmento más alto. El discreto kit de carrocería complementa esta sensación, con paragolpes específicos, faldones laterales, acentos rojos en sus paragolpes, y un spoiler trasero como extensión del maletero. Es útil sin ser demasiado llamativo y aparatoso.
Dentro, el asiento deportivo ofrece un buen soporte y confort, aunque echamos en falta poder ir más bajos. Eso sí, aquí los pasajeros de detrás pierden algo de espacio en la cabeza debido al techo con caída coupé, pero pasajeros con 1,8 metros de alto podrán entrar sin problema. El espacio en el maletero crece, de 395 a 450 litros.
El resto parece igual que en el compacto, con materiales duros en los plásticos pero con una solidez y calidad general buenas, así como una pantalla de infoentretenimiento decente y a buena altura.
El Hyundai i30 N Fastback pronto se siente agresivo, con un embrague dócil, pero una dirección que tiene peso y un tacto bastante directo, y un motor serio y dispuesto a hacer ruido, así como una conducción que se siente firme y un poco agitada, incluso en autopista en modo Normal se siente ese toque deportivo.
Llevado con entusiasmo por una revirada carretera de montaña, el i30 N Fastback impresiona. Mucho agarre en su tren delantero, buen control de la carrocería y de rápida respuesta, una dirección precisa, así como robustez en los cambios de apoyo, dando confianza en el chasis en todo momento, con un ajuste para cuando levantamos el pie del acelerador en plena curva, para que se mantenga firme. Por otro lado la sensación del pedal de freno es buena y la potencia de frenado es fuerte.
El motor 2.0 turbo entrega una buena respuesta y elasticidad, empujando suavemente desde 2.000 rpm y revolucionándose con ímpetu más allá, pero es más una sensación de ser rápido, que muy rápido. Aun así, el eje delantero trabaja duro para mantener la tracción en todo momento, y aunque permite ser generoso con el gas no podemos perder de vista si el suelo está totalmente seco para poder hundir el pie.
Los cambios de marcha son agradablemente ágiles, aunque es una pena que el pedal del acelerador y el freno estén demasiado lejos como para hacer cómodamente el punta-tacón, aunque el coche puede hacerlo por sí mismo, función desconectable. Habrá una opción de doble embrague pronto, pero no este año, según uno de los ingenieros. Sin embargo, de manera abrumadora, el i30 N Fastback se siente altamente estable, pero también sensible y juguetón. Es un coche agradable y atractivo para conducir por una carretera desafiante.
Si quieres algo más grande que el compacto deportivo, vale la pena considerar el i30 N Fastback. Se ve más maduro, tiene mayor maletero y aunque perdemos altura trasera, se conduce con una energía y diversión comparables. Llevará a Hyundai a un precio mayor, el i30 N base cuesta 31.800 euros, aunque por ahora no hay precio, y por eso todos irán a por el i30 N Performance, pero aún así lo consideramos el i30 N más dulce de todos.