Prueba Audi S8 2020, jugando con la física

Como un Titanic con magia de Howarts, o como un Boeing 747 con trucos de videojuego, el último modelo de la familia S de Audi no es un coupé ni un compacto, pero si pudieras conducir con los ojos cerrados dudarías de si llevas una berlina de 5,17 metros y más de 2 toneladas. El colosal Audi S8 llega para poner en duda las teorías de la física a golpe de ingeniería, un coche con todo el buen sabor de la berlina normal, ahora con más picante para cuando pisemos el acelerador.

Prueba Audi S8 2020, jugando con la física

Nada se les da mejor en Ingolstadt que crear modelos que mantengan las buenas cualidades con las que fueron pensados y añadir más potencia y algún truco de ingeniería para hacerlos más precisos bajo nuestras manos. El último caso es este Audi S8 2020 que hemos probado en carreteras por las que el propietario medio de un A8 no pasará nunca, o muy rara vez. Pero con este S8 quizás no haga falta tener un coupé para el fin de semana, no si sabemos lo que llevamos entre manos.

Y es que con un V8 TFSI 4.0 Biturbo, el Audi S8 no tiene nada que envidiar a otros modelos deportivos de la marca. Sus 571 CV tienen que mover 2.300 kg, pero lo relevante aquí es el par motor de 800 Nm y que llega a solo 2.000 rpm. Este bloque cuenta además con el sistema de hibridación suave MHEV de 48 voltios, lo que sumado a la tracción quattro y el cambio tiptronic, permiten pasar de 0 a 100 km/h en 3,8 segundos. Para ponerlo en contexto, el primer R8 V10 necesitaba 3,9 segundos.

Prueba Audi S8

El motor hace que vuele a en cualquier momento, empujando con mucha rabia desde abajo pero prácticamente vivo hasta la zona roja, ya que la potencia llega muy arriba, a 6.000 vueltas. Si pisas a fondo pronto estarás perdiendo puntos y lo peor es que el S8 está tan bien aislado y fabricado que si no prestas atención al velocímetro ni te enterarás hasta que llegue la carta de la DGT. Dicho esto, debido a las normativas de ruido y al carácter del coche, sus 8 cilindros se perciben más como el gruñido de un zorro escondido en un baúl que como el de un perro en una mochila, sabes que están ahí pero sin molestar.

Pero como se suele decir, la potencia sin control no sirve de nada. Para controlarla aquí hay varios elementos clave. El primero y más importante es el sistema de suspensión adaptativa. Es neumática, y no solo eleva el coche 50 mm cuando abrimos la puerta para que nuestras posaderas recorran menos distancia al asiento, sino que también inclina el coche unos grados en las curvas para que la transferencia de masas sea lo más leve posible y siempre tengamos el control del coche. ¿Funciona? Por supuesto, pero requiere adaptación ya que al principio se siente algo artificial, pues nuestro cuerpo espera deslizarse sobre el cuero de los asientos deportivos, pero en lugar de eso, nada, sigues en el sitio.

Lo bueno es que esto también implica que le coche sigue en el sitio, haciendo que empujar cada vez más al Audi S8 hacia ritmos de deportivos se haga con más confianza. Y aquí entra el segundo elemento, los frenos. Porque detener 2.3 toneladas es fácil, lo difícil es hacerlo una vez tras otra, tras otra, tras otra… De serie lleva discos normales, pero en opción hay un equipo con el que se podría haber detenido al Titanic antes de llegar al iceberg. Discos carbocerámicos de 420 mm delante y 370 mm detrás, con pinzas de 10 pistones delante. Muerden de maravilla y son bastante más modulables en intensidad que en otros modelos, lo que permite una gestión normal en un uso tranquilo, sin esos frenazos bruscos. Además el conjunto pesa 9,6 kg menos incluyendo las pinzas.

Para distinguir al Audi S8 del resto de berlinas, hay detalles sencillos pero que en conjunto le dan una imagen más deportiva, sin perder la elegancia que le caracteriza. Las llantas son específicas de 20″, en opción en 21″ con diseños Audi y Audi Sport. La parrilla es de nuevo diseño y los retrovisores exteriores van en color plateado, mientras que la zaga presenta un nuevo difusor trasero más agresivo y custodiado por dos salidas dobles de escape a cada lado.

Por dentro, a la exquisitez y refinamiento típicos se unen detalles deportivos como un volante en cuero con el símbolo de la gama S en la parte inferior, los asientos deportivos con reposacabezas integrados y el logo en el respaldo, o añadir molduras de fibra de carbono por doquier, incluso en el pomo del cambio. La tecnología también está muy presente con las tres pantallas, cockpit, central e inferior, y el espacio detrás es excelente como no podía ser menos en un coche de su talla.

¿Para quién es este Audi S8? Evidentemente es difícil justificarlo para quien quiera hacer muchos kilómetros por su condición de coche con pretensiones deportivas, las cuales cumple a las mil maravillas. Sin embargo, ha demostrado mantener intactas sus cualidades como berlina de altos vuelos, a la par que nos ha hecho ver de otra forma de lo que es capaz la ingeniería cuando se trata de burlar las leyes de la física. El Audi S8 es la berlina definitiva en su máxima expresión, en talla XL, en menú grande con extra de queso y carne. Su precio también lo será, por ahora sin fijar en España, de más de 130.000 euros en Alemania.