La máquina del tiempo existe, está en la fábrica de Aston Martin en Newport Pagnell (UK)y está produciendo 25 unidades del Aston DB4 GT, el mismo modelo con el que inició su fabricación en 1959. Solo así podemos volver a una época donde se conducía con cascos de aviador abiertos, con guantes, sin cinturón de seguridad, con unas gafas para evitar la suciedad y con una sonrisa en una cara que siempre tenía restos de grasa. Por supuesto, no había mono ignífugo de carreras y, en su lugar, pilotos como Mike Hawthorn corrían con corbata, y no en una competición cualquiera, sino en todas las que se prestaran, incluido Le Mans.
Se fabricaron algo más de 1.200 DB4, y seguramente fue el responsable de que naciera el DB5, utilizado por James Bond, y de que las iniciales de David Brown perduren hasta nuestros días. En su época muchos propietarios, además de circular con ellos entre semana, corrían los fines de semana, tal y como se hacía en España con los Seat 850 Coupé, Renault 8 TS, Mercedes, 1500 o cualquier otro modelo. No hacían falta modificaciones técnicas, barras antivuelco ni homologaciones FIA, solo inscribirse, a veces con nombre falso para que la familia no supiera de las hazañas, y competir. Eso sí, todos querían ganar, y por este motivo Aston lanzó la versión GT. Con un chasis más corto y configuración biplaza, se eliminaron detallitos como los paragolpes, la radio o la tapa de la guantera, al tiempo que se hacía hueco en el maletero para un depósito más grande pensando en las carreras de resistencia. Los DB4 Lightweight redujeron así su peso bien por debajo de los 1.200 kilos, pero como los Ferrari eran duros de roer, Aston encargó a Zagato algunas unidades más –20 en total– con carrocería Superleggera, cristales de plexiglás y algunos detalles más para hacer al DB4 aún más competitivo. El resultado fue el coche de carreras más elegante de la historia en sus múltiples versiones.
Hace unos años Aston decidió poner en marcha su departamento de clásicos, utilizando para ello la planta original de Newport Pagnell, que produjo el último DB7 Vanquish en el año 2007. Fue la primera firma en lanzar un servicio oficial de restauración y puesta al día de sus clásicos utilizando los planos y herramientas originales de la época. A este movimiento le han seguido otras, pero el que adelantó a todos como si fuera Alonso saliendo en mitad de la parrilla fue el Jaguar Classic, que en 2014 anunció la producción de coches “nuevos” con las especificaciones originales. Si hasta entonces los modelos “nuevos” eran réplicas con mayor o menor acierto, o restauraciones a fondo, lo que Jaguar lanzó son coches idénticos a los originales, de alto valor inicial y futuro y muy corta serie. El éxito, pueden imaginar, fue inmediato.
Resucitar al DB4 GT en el mejor momento
La idea caló en Aston Martin, y el CEO de la firma, Andy Palmer, ha esperado el momento perfecto para la “resurrección” del DB4 GT. Así que estos son los motivos por los que estamos en el pit lane de Silverstone, un circuito que cierra antes de navidad y que no abre hasta que se inicia la temporada en marzo, así que nosotros estamos “estrenando” la pista en este 2018, lo que significa mucha suciedad, nada de grip y muchos nervios. No queremos ser nosotros los que comprobemos si la seguridad de una carrocería de entonces es tan buena como la de ahora.
Precisamente en el apartado de seguridad están algunos de los pocos cambios que Aston ha realizado en las 25 unidades que va a fabricar del DB4 GT. Una completa barra antivuelco, asientos con diseño de época, pero estructura tipo bácquet y un cinturón de cuatro puntos nos dan una mayor sensación de seguridad al volante. En el resto, es como si estuviéramos conduciendo un clásico bien restaurado, aunque con algunas mejores ineludibles.
Aunque todo el diseño técnico es idéntico al original, las uniones de la suspensión al chasis son más precisas, los amortiguadores tienen mejores líquidos y las pastillas de frenos muerden mejor. La dirección, en cambio, tiene la precisión de antaño, así que hay que girar mucho el volante para que el coche se inscriba en las curvas. Lo mismo sucede con el cambio, que ha perdido los sincronizadores, así que hay que cambiar de marcha utilizando con precisión la maniobra del punta-tacón.
Puro trabajo artesanal
Para fabricar cada modelo un equipo de 30 operarios dedica unas 4.500 horas de trabajo artesanal, todo ello sin contar con las horas de los proveedores que, como llantas Borrani, han tenido que desempolvar su maquinaria para hacer nuevas piezas. Para realizar muchos de los componentes Aston ha fotografiado y radiografiado una docena de unidades del DB4 GT original, ya que no hay dos completamente idénticos –no sabemos si Adrian Newey les ha prestado el suyo–. Muchas piezas se han hecho de nuevo a medida, y otras provienen de la gran cantidad de fabricantes de componentes para vehículos clásicos que hay en Inglaterra. Una de las que se fabrica en la casa es el motor, y es el seis cilindros en línea diseñado originalmente por Tadek Marek, con doble árbol de levas, bloque de aluminio, carburador doble, etcétera. El modelo original de 3.7 litros rendía 300 CV capaces de llevar al DB4 a rozar los 250 km/h. El nuevo modelo equipa la misma mecánica que las cuatro unidades que Zagato fabricó en 1991 aprovechando chasis originales, un 4.2 litros con 350 CV que hacen volar a este Aston hasta los 100 por hora en menos de seis segundos.
Porque de eso se trata, este coche es realmente rápido. Stirling Moss o Jim Clark los pilotaron a fondo, algo más rápido de lo que lo estoy haciendo yo en este soleado día. El coche responde a cada movimiento que hace el conductor y transmite millones de sensaciones más que cualquier coche actual con su potencia. La entrada en curva es rápida en velocidad, pero el apoyo de la carrocería en la suspensión es lento. No se trata de confiar en la electrónica, como hoy en día, sino en la fe, y eso que el aplomo de las ruedas y el asfalto actuales está a años luz del que disfrutaron sus antecesores en los años cincuenta. Seguro que era más fácil entrar derrapando en cada curva, sujetando con firmeza el volante de madera para mantener algo parecido a la mejor trayectoria posible y dejando deslizar el coche hasta el final de la pista entre curva y curva. Me lo estoy pasando como un enano, ya que el par es enorme y, aunque no consigo cambiar con rapidez, el coche desliza su trasera cada vez más.
Ojalá la fábrica del tiempo nos permitiría irnos a los años sesenta con este coche y competir de nuevo con los Ferrari… Lo pensamos mientras pisamos el freno sin apreciar exactamente cómo lo están haciendo las ruedas bajo nuestros pies. La dirección requiere un mayor esfuerzo a nuestro hombros y brazos, en tensión mientras el acelerador no se pisa a fondo, sino suavemente y con rapidez para notar la absorción de los carburadores y el bonito y naturalmente deportivo sonido del escape. Como habrás imaginado al leer la palabra carburador, este coche no pasa la actuales normas anticontaminación, no digamos ya las de seguridad, así que el nuevo DB4 GT no es matriculable. Se queda así como un coche de circuitos o de exposición, aunque sabemos de algún rico que se las arreglará para matricularlo en países con una normativa menos rigurosa.
Vuelta al presente
Nuestro tiempo con la primera de las 25 unidades que va a fabricar Aston se está agotando. La marca ha puesto un precio de 1,5 millones de libras más impuestos, todos han sido ya reservados y se espera que su tasación aumente, ya que los originales cambian de manos por un valor superior al de estos coches. Por qué hay gente dispuesta a gastar esa cantidad en este tipo de coches está claro. No solo es por su valor, sino porque nada que puedas estrenar hoy en día te va a dar las sensaciones, pureza y diversión que otorga este DB4 GT. Para los que no podemos acceder al sueño, esta prueba nos recuerda lo importante que es tener un buen clásico deportivo en nuestro garaje, son sensaciones que, en pocas décadas, podrían perderse para siempre en favor de nuevos clásicos que tendrán incluso levas en el volante.