El programa ‘XX’ para Gentleman Drivers de Ferrari, lo más exclusivo para los VIP

Con el Programa XX para ‘gentlemen drivers’, algunos clientes VIP de la marca pilotan prototipos y colaboran en el desarrollo de futuros coches de serie.

En 2006 comenzó a funcionar este programa, una gran idea porque resulta beneficioso tanto para los grandes clientes de la marca como para la propia Ferrari. Los compradores comenzaron usando el FXX, una evolución del Enzo. Estos coches tan especiales no pueden competir en pruebas de GT porque no cumplen con la normativa de la FIA. En principio parece una pena no poder usarlos, pero la razón está en que cumplir esas normas implicaría asumir restricciones de todo tipo que limitarían la evolución técnica. En el Programa XX los coches se usan por tanto en diferentes eventos que Ferrari organiza alrededor del mundo. Y los clientes no tienen que preocuparse de nada, ni de transportarlos ni de mantenerlos. Los aproximadamente veinte FXX comenzaron a entregarse a finales de 2005 a millón y medio de euros cada uno.

El programa ‘XX’ para Gentleman Drivers de Ferrari, lo más exclusivo para los VIP
Ferrari FXX Evoluzione

El 599XX se presentó en 2009 en Ginebra y se fabricaron unos 30, a 1,8 millones la unidad. En 2014 salió el FXX-K, la evolución del LaFerrari, a 2,5 millones antes de impuestos. Con estos coches Ferrari tiene sobre la pista decenas de prototipos que pueden evolucionar permanentemente para mejorar sus coches de calle, y la factura la pagan los clientes. Nuestra duda está clara: ¿para qué necesita Ferrari la opinión de estos pilotos aficionados cuando tienen a los pilotos de la Scuderia y de la fábrica? Según la marca, es muy interesante para ellos conocer el punto de vista de estos gentleman drivers, porque los pilotos a veces tienen formas de ver y sentir que están alejadas de lo que experimentan los usuarios finales. Gracias a esta conjunción de experiencias se logran coches más adecuados para todo el mundo. Schumacher tenía un FXX negro, y declaraba que en cierto sentido su conducción era más gratificante que la de un fórmula 1.