Últimamente en los catálogos de subastas de coches clásicos, en los que Porsche 911 es una de los modelos más presentes, y especialmente en Estados Unidos, están apareciendo muchos de los llamados “Barn Find”, coches olvidados años y años en el mejor de los casos en granjas, garajes oscuros y húmedos, o en el peor de los casos a la intemperie. En esas condiciones es fácil adivinar en el estado en el que se encuentran, por lo que la mejor definición que creo que se puede aplicar a estos coches en relación a los amantes de los clásicos es que o “se está con ellos o contra ellos”.
La explicación es muy sencilla, para los amantes del óxido, de la imperfección y de la originalidad son auténticas joyas, algunos de estos entusiastas los ponen en marcha y reparan lo mínimo y llegan a hacerlos funcionar solo por el placer de tener y conducir un vehículo en ese estado. Por otro lado cabe decir que si queremos efectuar una restauración total en un coche como este, muchas de estas piezas originales están en tan mal estado por el paso del tiempo y el desuso, que son irrecuperables. Por eso la restauración tiene un coste increíblemente alto, de ahí lo de “los odias o los amas”.
Tesoros por descubrir
La historia que voy a contar no existiría sin mi amigo Jaume, del cual no voy a poner el apellido ya que su modestia no me lo permitiría, pero todo el mundo que me conozca sabrá perfectamente quién es Jaume, una persona excepcional, entusiasta y gran conocedor de Porsche, a quien tuve la suerte de conocer gracias a este trabajo. De él he aprendido infinidad de cosas, entre otras, su capacidad de trabajo, su saber estar, su contagioso entusiasmo y muchísimas cosas más. Con Jaume tenemos mil anécdotas y alguna que otra notable aventura de todos los viajes que hemos hecho buscando donde hiciera falta esos modelos únicos, esos coches que hacen que una determinada colección pase de ser “una” colección, a ser “la” colección.
Hace unos años, Jaume me dijo que tenía un muy buen amigo suyo, con un coche que había pertenecido a su padre y que estaba en el garaje desde hacía muchos años. Sabía que era un 911 Turbo, pero no recordaba el modelo, ya que no lo había visto en funcionamiento desde hacia muchísimos años y que si podíamos ir a verlo para aconsejarle qué hacer con él. Intentamos quedar un par de veces y por una cosa u otra fue imposible hasta que, a la tercera, fue la vencida, y lo que tenía que ser un domingo cualquiera se convirtió en todo lo contrario.
Llegamos a la finca del amigo de Jaume, una finca magnífica muy cerca de Barcelona y nos recibió su amigo, que como no podía ser de otra manera, tratándose de Jaume, era una persona encantadora. Nos guió a través de la finca hasta una parte donde habían unos garajes con unas puertas antiguas de madera, donde se nos unió su padre, el auténtico propietario, y la persona a la que hay que agradecer el acierto de comprar en 1975 este 930. Fue al abrir una de las puertas y ver la matrícula de Madrid, a través la funda de plástico que protegía el coche, cuando supe que no iba a ser un domingo cualquiera. Se veía claro que era un Turbo, pero hasta que no pudimos pasar por la poca separación que había entre nuestro protagonista y un Seat 600 junto con alguna moto, para acceder hasta la parte trasera y observar su alerón no supimos que era un 3.0, el primer Turbo, teníamos delante lo que nos faltaba para nuestro anecdotario, un “Barn Find”.
Certificado de autenticidad
Abrimos las puertas y vimos que el interior estaba en mal estado, cubierto de moho por el paso de tantos años sometido al olvido y a la humedad. Nos llamó la atención que los asientos no fueran iguales, el izquierdo era deportivo y el derecho, no. En un primer momento pensamos que quizá lo habían cambiado por alguna razón, pero no fue así, ya que tal y como confirmó el certificado de autenticidad que Marc Montolio, director de posventa de Centro Porsche Barcelona nos suministró, el asiento deportivo izquierdo (código 410) fue pedido en origen, así como el volante deportivo (431), aire acondicionado (559) y el techo corredizo (650). Después de ver el interior, abrimos la tapa de motor y vimos que el propulsor se encontraba exteriormente en un estado muy similar al interior del coche, comprobamos el número de motor y su tipo para ver que fuera el original, y así fue.
De los primeros
La gran sorpresa fue cuando abrimos el capó delantero para comprobar el número de chasis y vimos que era el número 157 fabricado. Hemos de pensar que como el primer 930 se entregó en 1975 a Louise, hija de Ferdinand Porsche y hermana de Ferry Porsche cuando cumplió 70 años, descubrir una unidad tan cercana a la primera fue realmente emocionante. En 1975 se fabricaron solo 284 unidades de una producción total de 2.850, lo cual nos ayuda también a valorar la importancia del descubrimiento. Una vez visto todo esto llegó el momento de aconsejar qué hacer con el coche.
El primer consejo fue hablar de restaurarlo. El coche por valor admitía lo que realmente necesitaba, que no era otra cosa que una restauración total, con su consiguiente elevado coste y también con los beneficios que comporta una vez efectuada. El propietario lo descartó por una cuestión de practicidad, no quería entrar en todo lo que supone una restauración y lo entendí perfectamente.
Valorar una opción intermedia, como hubiera sido hacer lo mínimo para ponerlo en funcionamiento, no existía, ya que el riesgo por daños ocultos después de 15 años parado era altísimo. No obstante, una vez empezado el trabajo ya no hay vuelta atrás y siempre es mejor tener un coche en el estado que esté pero compacto, ya que desmontado pierde muchísimo valor.
La siguiente opción era no hacer nada y guárdarlo en ese mismo estado hasta tener claro efectuar la restauración, y, como última posibilidad, venderlo tal y como estaba, sabiendo que el comprador asumiría los riesgos de los costes de la restauración y, a su vez, los beneficios de disfrute y económicos una vez efectuada.
¿Restaurarlo o venderlo?
Finalmente decidió venderlo tal y como estaba. Ahí intervino otro amigo, Hans, otra persona increíble a la que también debo agradecer a Porsche haberla conocido. Hans es un coleccionista amante de los Porsche en su estado original. En su colección tiene coches de mucho nivel, tales como un 2.2S Targa de concurso, un RS 964, un 964 Turbo, un 993 Turbo WLS II y alguno más. Pero su preferido y el que utiliza a diario es un SC sin restaurar que, algunos podrían calificar como lleno de imperfecciones, pero que él considera lleno de esencia. Por todo esto creí que Hans sería el candidato ideal para tener este 930, ya que no se trataba de un coleccionista al uso o de un especulador, sino de alguien al que le haría mucha ilusión tener un coche como este, un coche con alma.
Cuando le conté la existencia de este 930 Hans no dudó ni un momento y dijo que sí inmediatamente. Fui igual de sincero con él cuando le hablé de los riesgos y costes de una restauración, pero creo que ni me escuchó, la ilusión no se lo permitió. Unos pocos días después íbamos con toda su familia a recogerlo, tomaron fotos de los nietos delante del coche, que en ese momento ya había dejado de pertenecer a su abuelo y Hans se las hizo con su familia. Me dio la sensación de que el coche no cambiaba de propietario sino que había sido adoptado por otra familia.
Por: Isidre March (@ISIDREMARCH)