Aunque cinematográficamente «segundas partes nunca fueron buenas», en el mundo del motor esta premisa rara vez se cumple. De hecho, casos en los que una segunda generación empeora el producto original son una rara avis en el automovilismo. Esto se debe, mayormente, al tremendamente exigente proceso de pruebas al que se someten los nuevos productos, que suele servir para cribar cualquier tipo de imperfección. Precisamente con este fin, el nuevo Porsche 911 se ha sometido a una serie de pruebas por todo el mundo; las cuales determinarán si es, o no, digno de su apellido.
Tal y como explica Andreas Pröbstle, Jefe del Proyecto Global del nuevo Porsche 911, «además de sus extraordinarias prestaciones, la idoneidad para el uso cotidiano es lo que siempre ha distinguido al 911. Por eso probamos el coche en todo tipo de condiciones, en topas las regiones y climatológias.»
Recorriendo el mundo
En concreto, el nuevo Porsche 911 habrá recorrido, al concluir las pruebas, más de tres millones de kilómetros, en una decena de países, y salvando diferencias térmicas de más de 80° C y 4.000 metros de desnivel. Estas pruebas se han centrado en todos y cada uno de los componentes del 992, desde los clásicos puntos fuertes del modelo, como el chásis o el motor, hasta las últimas novedades, como el habitáculo y la instrumentación.
La sofocante región del Golfo Pérsico (con temperaturas superiores a los 50° C) ha sido la elegida para poner a prueba la climatización, la gestión térmica y el comportamiento del combustible del nuevo Porsche 911. Paralelamente, en Finlandia, y con el termómetro marcando -35° C, se ha testado el arranque en frío, la calefacción y el aire acondicionado, la tracción, la frenada y la velocidad de respuesta de los sistemas de asistencia a la conducción.
Las carreteras del Circulo Polar Ártico han servido para probar la resistencia del 992, mientras que China y Alemania se han elegido para comprobar su comportamiento en situaciones de tráfico cotidianas y su respuesta ante combustibles de muy diferente calidad. Una parada obligada ha sido el circuito de Nürburgring, el legendario trazado en el que Porsche ha vuelto a coronarse. Su trazado de 25 kilómetros y sus más de 70 curvas lo convertían en el lugar idóneo para exprimir al máximo el motor, la transmisión, los frenos y el chasis. En el anillo de alta velocidad de Nardò (Italia) se han comprado tanto la velocidad máxima como la refrigeración del nuevo Porsche 911.
Finalmente, los estadounidenses Valle de la Muerte (90 metros bajo el nivel del ma) y el Monte Evans (4.300 metros) han servido para analizar la respuesta del doble turbo y del sistema de combustible.