El Nissan 370 Z es un gran deportivo, un cupé con motor de seis cilindros, atmosférico, casi 350 CV, tracción trasera, caja manual y, en la versión Nismo, la puesta a punto de Nissan Motorsport lo sitúan en la élite. Se debería estar vendiendo como churros, pero los chavales de ahora o quieren crossovers o buscan deportivos de marcas premium, aunque no sean tan afinados como este. Tanto mejor, porque Nissan está obligada a poner un precio aún más tentador para venderlos, y un Nissan “zeta” cuesta apenas un poco más de 30.000 euros en la versión de 328 CV, con el muy especial Nismo –que ya acapara más de la mitad de las ventas– en unos razonables 44.000 euros. Poco más de lo que cuesta un Toyota GT86 de cuatro cilindros o un GTI un poco subido de tono.
El problema es que, si miramos con este presupuesto al mercado de ocasión, el Jaguar XK-R está más cerca de lo que pensamos. No es que sea rival, es que se trata de otra clase de coche. No hablamos de la primera generación, un modelo de acero que, francamente, hoy ya empieza a ser un clásico, sino de la segunda carrocería –llamada X150– mucho más moderna y que se lanzó al mercado en 2006, poniendo fin a su periplo en 2014, cuando Jaguar lanzó el F-Type. En su trayectoria comercial tuvo un gran restyling, el sufrido en 2011 con importantes cambios de diseño, ¿crees que es el que hay en estas páginas? Pues ahora te contaremos un bonito truco. La primera serie está impulsada por un V8 4.2 de 420 CV. En 2009 su motor creció hasta los cinco litros y los 510 CV, que es el que se mantuvo tras el restyling de la carrocería en 2011, un motor de Liga de Campeones para coches que costaron más de 115.000 euros en su día y hoy puedes comprar por menos de 30.000… ¿tentador? No sabes cuánto.
SIN GRANDES PARECIDOS
El problema es que no estamos hablando de un deportivo y otro, sino de coches que, aunque los conduzcamos del mismo modo, parecen de otra galaxia. Toma los mandos del Nismo. Nos gusta cómo se mueve, su palanca manual es una delicia y frena muchísimo. Tomas las curvas con un vigor inusitado y, si queremos que deslice su trasera, basta con emplearnos a fondo para que rotondas y curvas de segunda y tercera sean una fiesta. Más que salir derrapando lo que nuestro chico agradece es un poco de tesón al conducirlo, aprovechar cada milímetro del asfalto, disfrutar con su sonido, convertirlo en un coche de carreras. El Jaguar exige quitarse las New Balance y calzarse unos Castellanos. Tiene el máximo de elegancia y es casi un cuatro plazas, con dos enormes butacas traseras comparadas con las del Nissan.
Decíamos que el modelo entre 2006 y 2011 tenía un diseño y el de 2011 en adelante el que vemos en estas páginas pero, atención, esta modernización la ha hecho el dueño de esta unidad. Así que podemos comprar un modelo de 2007 o 2008 con un gran precio y después instalar todo el frontal de la versión más moderna. Debe ser caro, pero en cualquier caso mucho menos que adquirir el modelo de última generación. Su diseño parece el de un coche recién salido del concesionario. Su mecánica también, y el V8 unido al cambio automático ZF de seis marchas hace diabluras. En este coche el “ESP” solo se desconecta tras un buen rato pulsando la tecla, y lo entendemos perfectamente, ya que si no la desbandada de par es tal que no existirían ya unidades de ocasión del XK-R.
Arrancamos y el rumor del V8 nos acompaña. Es como pasar de la GP2, siempre emocionante, a la F1. Otro nivel. El V8 empuja, y empuja, y sigue empujando. Acelera de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos –el Nissan, con 5,2, no se queda atrás– pero como todos los coches sobre-alimentados, y especialmente los que tienen compresor, es la fuerza a medio régimen la que te deja pegado al asiento. Nada te llevará más rápido de 80 a 120 km/h que este aparato, a no ser que multiplique por 10 los 30.000 euros de su factura. El comportamiento en curva es bárbaro. Resulta más grande que el pequeño Nissan 370 Z, pero se mueve con la agilidad de un súper-GT.
Hablando de facturas, te gustará saber cuál es el coste de mantenimiento de estos dos deportivos. En el caso del Nissan 370 Z el tema está claro, ya que la marca ofrece dos años de garantía y sucesivas ampliaciones que dejan fuera de juego cualquier riesgo mecánico. Eso sí, podrías gastarte un dineral en ruedas si haces mucho circuito. En el caso del Jaguar, la red española es muy competente. Pocos concesionarios han cambiado de dueño y muchos mantienen a los expertos en este V8 gasolina que todavía está en la gama. Tanto ellos como los usuarios dicen que el V8 es un motor muy fiable. Hay que alternar cada año un cambio de aceite con otro de aceite y todos los filtros, sustituyendo el refrigerante cada cinco años, las bujías y la correa del compresor y las auxiliares a los 150.000 kilómetros, siempre como precaución. El cambio del Jaguar tampoco ha dado problemas, ni siquiera la suspensión de dureza regulable. El catalizador sí ha dado alguna pega, especialmente si usamos el coche en ciudad y trayectos cortos o no le damos suficiente “vidilla”, así que conviene sacar a pasear la aguja a la parte alta del cuentavueltas de cuando en cuando por el bien del medio ambiente y de nuestro bolsillo. Un catalizador averiado no ayuda a nadie.
¿CON CUÁL QUEDARSE?
La decisión va a ser fácil porque, más que nunca, va a ser cosa tuya. Si eres un tío joven, buscas un coche para salir por la noche, algunos días de tandas en circuito, no quieres problemas mecánicos y prefieres una amplia garantía y un comportamiento más deportivo y dinámico, el Nissan 370 Z es, como ya habrás supuesto, tu coche. Si en cambio ya peinas algunas canas –o muchas– y aunque querías el Nissan, por el mismo precio puedes acceder a un coche que tiene muchas y muy buenas sensaciones, pero que te llevará con una clase majestuosa a ti y a tu familia al fin del mundo, el Jaguar es una oportunidad única, ya que por lo que cuesta el Nismo incluso encontrarás unidades con garantía oficial. Lo de cambiar el frontal a la versión moderna ya es cosa de tu propio presupuesto.