Invasión en Mónaco

Invasión en Mónaco

Queridos lectores, ¿alguna vez os habéis preguntado cómo se siente vivir en uno de los lugares más lujosos y exclusivos del planeta? Hablamos, cómo no, de Mónaco, de la mano de Maserati. Ese diminuto principado que ha tejido a lo largo del tiempo su propio universo de lujo, coches de ensueño y una leyenda viva: su circuito urbano de Fórmula 1, uno de los más icónicos de la historia y también uno de los menos emocionantes.

Circuito de Mónaco

Su entramado de curvas y su falta de anchura hacen que adelantar aquí sea prácticamente imposible hasta para los mejores pilotos del mundo, convirtiendo la fase de clasificación en lo más importante del fin de semana. Un dato interesante dicta que en este circuito el poleman tiene un poco menos del 50 % de probabilidades de terminar la carrera como campeón. Circuito donde dominó el legendario Ayrton Senna con un récord imbatido de seis victorias y que ha conquistado nuestro siempre amado Fernando Alonso hasta en dos ocasiones.

Arquitectura clásica y los mejores pilotos del mundo

Entre edificios de arquitectura clásica y los mejores pilotos del mundo, allí nos vimos envueltos nosotros: el equipo de CAR. Más concretamente, mi persona: Enrique Llorente Roda, redactor y vuestro fiel narrador en esta historia. Debo confesar algo. Mi trayectoria en el periodismo del motor es aún corta. Quizá por eso no he aprendido a normalizar del todo los viajes que uno puede llegar a realizar a lo largo de la semana. Pero justamente por eso, disfruto cada uno de ellos como si fueran los últimos. Esta vez, he tenido la suerte (y el privilegio) de viajar a Mónaco acompañado por una de las marcas más emblemáticas y atractivas del mundo del motor: Maserati.

MC20

Experiencia inolvidable

Y no para asistir a una simple presentación, sino para poner a prueba toda su gama más radical y deportiva. Como guinda del pastel, Maserati nos invitó a vivir la experiencia del Masters 1000 de Monte Carlo (como patrocinador oficial del torneo) desde una posición exclusiva donde incluso por momentos temías recibir la visita en el ojo de uno de esos múltiples bolazos que hacían vibrar el muro que nos separaba de la pista. Algo realmente inolvidable.

Las calles de Mónaco

Todo comenzó en el aeropuerto de Niza, donde nos esperaba Yann, nuestro conductor particular. Bastó con escuchar el rugido del Maserati Grecale Trofeo (en un espectacular Verde Royale metalizado) para entender que Yann era uno de los nuestros. Exprimía el motor V6 con entusiasmo, jugando con las marchas en cada túnel para regalarnos esos petardeos que, entre aficionados, se celebran como los goles de tu equipo de fútbol favorito.

¿Nuestro destino? El legendario Hotel Fairmont, situado frente a la famosa curva Loews y el cual tiene una estancia mínima de 4 noches cuando aterriza el gran premio de F1 en el Principado, ascendiendo a un precio de 60.000 € para poder disfrutar de la carrera desde sus balcones. Nada más llegar, la primera pista de lo que Maserati nos tenía preparado ya nos esperaba en la mismísima puerta del hotel: un imponente MC20 GT2 Stradale en un color blanco perla, que hacía resaltar todos sus componentes aerodinámicos.

Ahí estaba, aparcado, como si fuera lo más normal del mundo. En Mónaco, probablemente lo sea. Pero para nosotros, fue el primer aviso claro de que lo que venía era algo muy serio y de que Maserati nos iba a hacer disfrutar de lo lindo. El Fairmont es una pasarela continua de supermodelos y no, no estamos hablando de gente guapa (aunque también), aquí todo el mundo parece serlo. Pero en esta ocasión nos referimos a esos que se impulsan sobre cuatro ruedas. Aquí, nada por debajo de los 500 CV se considera digno de aparecer en la foto.

Nuestros compañeros de aventura

Tras el check-in (sin suerte con las vistas de la habitación) nos reunimos en el hall, donde ya empezábamos a vislumbrar a nuestros compañeros de aventura: varios Maserati MC20 Cielo en una paleta de colores de lo más posteable. Literalmente. Hubo quien subió corriendo a cambiarse de ropa para “hacer match” con el color del coche y regalar a sus seguidores la foto perfecta. Pero el espectáculo no había hecho más que empezar. Porque también nos esperaban unidades del GranTurismo Trofeo, tanto en versión coupé como cabrio. Una estética más sobria, elegante, más acorde con el perfil de cliente que busca ese equilibrio entre deportividad y distinción sin caer en horteradas innecesarias.

El cielo como techo es un placer que pocos pueden ofrecer al nivel del MC20 Cielo, no pierde rigidez y nos regala el sonido de Nettuno con su singular sinfonía de turbos

Tras una breve charla técnica (de la que sinceramente solo retuve lo importante: 30 minutos con instructor y luego libertad total) nos pusimos en marcha. Empezamos con el GranTurismo Trofeo. ¿Qué puedo contar que no se haya dicho ya? Aunque ha dejado atrás el mítico V8 de Ferrari, Maserati ha creado con Nettuno una auténtica obra de arte. Sus turbos susurran como el viento entre las olas, hasta desembocar en una sinfonía mecánica que transforma cada tramo de carretera en un privilegio. Responde con carácter, con fuerza, y nunca se siente vacío. Es Maserati en estado puro, un coche que incluso por estas calles te hace sentir alguien realmente importante (¿quién será ese apuesto muchacho que se mueve con tanta clase?).

Los interiores del MC20 no defraudan, materiales de primera, comodidad insuperable y una línea tecnológica, pero con toques del pasado, todo lo que nos encanta

Maserati MC20 ¿Daily perfecto?

Después, tocaba subir el nivel o más bien jugar en otro modo, uno más deportivo, más radical y encima lo hicimos a cielo abierto: MC20 Cielo. Sí, así se llama esta versión cabrio del espectacular superdeportivo de nuestros amigos provenientes del país con forma de bota y expertos en pasta.

Un coche con alma de circuito, gracias a su chasis monocasco de fibra de carbono (inciso, ¿qué es esa chorrada de que quieren prohibir este material? Ya lo criticaremos en otro momento), pero sorprendentemente cómodo hasta el punto de poder convertirse en un daily perfecto. Dirección precisa, cambio rápido, rigidez estructural intacta… El MC20 es un coche malditamente perfecto. Da la sensación de que Maserati se había estado conteniendo durante años. Y ahora, por fin, ha decidido mostrar su auténtico potencial.

Durante horas, devoramos curvas de montaña y parte del trazado del Gran Premio de Mónaco. Eso sí, respetando las normas (hola policía monegasca, todo correcto). Al caer la tarde, la experiencia se trasladó al 1,2, ¿conocéis ese medio de transporte? Consiste en dar un paso y después otro de manera repetitiva hasta llegar a tu destino.

Sí, nos apetecía caminar tranquilamente y disfrutar de la noche hasta llegar al restaurante donde nos esperaba la cena junto al equipo de Maserati y el resto de los invitados, con Mónaco iluminado y los superdeportivos como telón de fondo. Un festival de Ford GT, Carrera GT, SF90 XX, Lamborghini SVJ… y los omnipresentes Mercedes G, que aquí son como el utilitario del pueblo bajo. Pero eso no sorprende a nadie, teniendo en cuenta que si hablamos de metros cuadrados… En Mónaco, su valor fluctúa entre 50.000 € el metro en edificaciones antiguas y más de 100.000 € en las modernas. Imaginad lo que esconden esos garajes; alguna plaza incluso será bastante más cara que una vivienda en Madrid.

Masters 1000 de Monte Carlo

La mañana siguiente amaneció gris, con nubes bajas y ese aire fresco y húmedo del mar que todo lo envuelve. No fue el típico día soleado del sur de Francia, pero eso no empañó en absoluto el broche final: el Masters 1000 de Monte Carlo. Maserati brillaba también aquí como patrocinador oficial, con coches vinilados para la ocasión presidiendo la entrada. Desde nuestra zona VIP vimos los partidos a pie de pista. Las bolas rebotaban a escasos metros de nosotros.

Fue la guinda perfecta. Después de unos sets, mucha emoción y varias fotos, tocaba volver a casa… aunque no sin disfrutar de las últimas curvas al lado de nuestro gran amigo Yann, que una vez más, nos recordó por qué un Grecale Trofeo bien llevado puede ser tan emocionante como cualquier deportivo. Gracias, Yann, y gracias, Maserati, por crear coches que merecen ser contados. Neptuno estaría orgulloso.

MC20