Bajo la organización de la plataforma de los afectados por las restricciones circulatorias y con la colaboración del gremio de talleres y varios clubs de automóviles, el centro de Barcelona se vio este domingo inundado por una manifestación de automóviles sin etiqueta para alzar su voz contra la forma como se ha implantado la gran Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de la ciudad condal.
La polémica y sus restricciones
Desde el día 1 de enero de este año, Barcelona ha puesto en funcionamiento la ZBE, una zona “de bajas emisiones” de 95 km2 en la que los vehículos sin etiqueta, no los verdaderamente más contaminantes según emisiones reales ni ninguna otra medición, ya no pueden circular. Estas restricciones afectan a estos vehículos los días laborables de 7.00h a 20.00h, y afectan a muchísimos ciudadanos que requieren de su vehículo privado para desplazarse.

Es cierto que se autorizarán, previo pago
de una tasa, 10 días al año para que aquellos que tienen un vehículo sin
etiqueta puedan circular en horario prohibido por la zona restringida. Eso sí,
si tienes dos coches afectados sólo podrás pedir días para uno de ellos. Da
igual si son clásicos, tienen que ir al taller o sólo quieres irte de Barcelona
y no circular por ella. Si circulas un centímetro por la ciudad condal te multarán,
y si reincides la sanción será cada vez mayor. De hecho el propio ayuntamiento,
haciendo gala de su talante, ha incluso propuesto quitar puntos del carné por
circular sin etiqueta, algo que no sólo es inapropiado sino que se trata una competencia
de la DGT.
Si contaminan, es justo que los prohíban
¿no?
Realmente es básico bajar la contaminación no sólo en Barcelona sino en todas nuestras ciudades y algo que no debería despertar oposición por parte de nadie. Es una realidad que apoyamos y que creemos necesaria. Entonces, ¿cuál es la razón por la que la ZBE impuesta por el ayuntamiento de Ada Colau es tan polémica? Esencialmente, que se ha puesto en marcha de forma muy poco estudiada y sin matizaciones, mucho más de cara a la galería para poder decir que el Ayuntamiento de Barcelona es un salvador del planeta que con una verdadera vocación de reducir la contaminación o atajar el problema de forma realista.
En el ayuntamiento lo han visto claro: En cuanto al ecologismo es fácil tener consenso, así que qué mejor que hacer de esta bandera el pilar central de su legislatura para quitarse de en medio la oposición pudiendo acusar de terrorista ecológico a cualquiera que se le oponga. No importa que carezcan de argumentos ni de verdaderas soluciones, lo importante es hacer posible su cruzada contra el vehículo privado apelando al drama, a la emergencia climática con una lagrimita y una expresión facial «gretiniana»…

Es que estamos
en contra de mejorar la calidad del aire? Para nada: nadie quiere un aire peor
ni contaminación en su vida. Sin embargo, este tema es bastante complejo, y en
cualquier caso es un hecho probado que el vehículo privado, algo
intrínsecamente ligado a la libertad de los ciudadanos, es una parte del
problema, no “el problema” como quieren hacernos creer. Aquí reside el problema
principal en Barcelona, donde se acusa de todos los males de la ciudad al
vehículo particular, por lo que se quiere prácticamente exterminar por
convicciones políticas del actual gobierno.
Si no pueden
circular no pagarán impuesto de circulación?
La ventaja de
que prohíban circular a miles de vehículos sin etiqueta es que al menos no
pagaran impuesto de circulación. Error, por supuesto que lo pagarán. Todos sin excepción. Incluso los clásicos que
disponían de exención de dicho impuesto gracias a su valor histórico, y que
ahora tienen prohibida la circulación, pasan a pagarlo íntegro. Totalmente
lógico ¿verdad?
Entonces habrá
que pasarse a los eléctricos?
No, tampoco.
Esto amigos no va de contaminación. Barcelona tiene apenas puntos de carga pero
es que tampoco se plantea tenerlos. Lo
nunca visto.
El enemigo de la actual administración no es la contaminación, no es engañéis. Es el vehículo privado por lo que representa: la libertad individual que lucha por coartar. Su legislatura es limitada y por eso lucha contrarreloj para reducir su presencia tanto como sea posible antes de que se les acabe el tiempo de gobierno, implantando restricciones, carriles bici, obras y zonas libres de vehículos sin parar. Sin parar y sin consultar con sus propios ciudadanos, de los cuáles menos de 14% los votaron por cierto.

Como no hay tiempo para elaborar soluciones reales –ni seguramente tuvieran capacidad para desarrollarlas- , han optado por la vía de la simplificación, prohibición y criminalización, razón por la que los ciudadanos se están cabreando de verdad , algo que representa la manifestación del pasado domingo – que de forma cívica, pacifica y ejemplar- tomó Paseo de Gracia. Las movilizaciones no terminan aquí, y ya están en marcha acciones legales bajo el paraguas de la P.A.R.C. Porque el gran perjudicado, como siempre, es el ciudadano. Esto es, en efecto, el principal problema con las restricciones de la “zona de bajas emisiones” de Barcelona. Porque las restricciones no entienden de matices ni de excepciones –salvo algunas tan insignificantes que no vale la pena ni mencionar-. Desde esta administración amante del mejor amigo del hombre y de los instrumentos de aire quieren acabar con el enemigo que representa el vehículo privado, ya lo han dicho, argumentando que el transporte público es la solución como ocurre –dicen ellos mismos- en Paris o Estocolmo.
¿Barcelona es
Paris o Estocolmo?
No, no lo es.
Hace poco he estado en ambas ciudades y en efecto allí el transporte público es
sublime. Puntual, seguro, con una extensísima red de metros con alta frecuencia…
Nada que ver con Barcelona donde el transporte público deja muchísimo que
desear, y donde si coges el metro tienes que vigilar que no te roben la cartera
. Si al menos fuera barato, pero tampoco. Para más inri coincidiendo con la
entrada en funcionamiento de la ZBE, el ayuntamiento subió los precios del
transporte público. Perfecto. Esto es apostar por la movilidad sostenible sí
señor. “Te prohibimos el coche, te obligamos a coger el transporte público, y
te subimos las tarifas”.
La
contaminación de Barcelona, ¿de verdad viene del vehículo privado?
Recientes estudios han sacado a la luz que la ciudad condal es la más contaminada de Europa por los cruceros del puerto; estos grandes barcos permanecen con sus motores encendidos quemando combustible barato mientras permanecen en el puerto, pues a día de hoy no hay una red eléctrica capaz de darles la energía que les permita funcionar con los motores apagado. Por otro lado, en Sant Adrià de Besos, se encuentra una incineradora municipal, que como también se ha denunciado recientemente se ha probado que funciona fuera de la legalidad contaminando diariamente el aire de Barcelona, Badalona, Sant Adrià y alrededores. Sin embargo, aun es hora que el Ayuntamiento de Barcelona haga ni una mención a este tema. Normal, puesto que parece que lo público no contamina. En cualquier caso, los focos de contaminación son muchos más, incluyendo calefacciones particulares, cocinas, y un largo etcétera. De nuevo, es más fácil llenarse la boca hablando de los “coches contaminantes”. Como siempre, prohibiciones y absolutamente ningún incentivo ni ayuda para cambiar las cosas. Simplificación y demagogia al poder, aunque viniendo de alguien que antes de ser alcaldesa iba por la calle disfrazada de superhéroe no sé a quien le extraña.

Manifestación contra la Barcelona ZBE pero también contra el impuesto del CO2 de la Generalitat
Seguramente una parte de la ciudadanía a la que no le afecta esta problemática está encantada con una ciudad sin coches. Pero no nos engañemos. Tal como está montada nuestra ciudad y alrededores hoy en día esa opción no es real y mucho menos viable de forma inminente. Así que de momento y frente a la actitud dictatorial y despiadada hacia el ciudadano, además de las manifestaciones incipientes ya se han emprendido acciones por la vía judicial y veremos qué ocurre en los próximos meses. Esta vía no sólo irá contra la Zona de Bajas Emisiones, sino también contra el nuevo impuesto que ha aprobado la Generalitat para gravar el CO2 de “los coches contaminantes”. Y dale.
Porque la
Generalitat también ha visto un negocio en la “emergencia climática”, y se ha
sacado de la manga un impuesto al CO2 que gravará todos los vehículos y que se
sumará al impuesto de circulación y a los de los combustibles.
El clásico, el
otro gran perjudicado
De entre todo el parque automovilístico, el más afectado por Barcelona ZBE es el vehículo clásico, puesto que será el que reciba mayor presión impositiva; vehículos que forman parte del valiosísimo patrimonio industrial que dispone nuestro país, algo intrínsecamente ligado con nuestra tradición como país ligado a la historia de la automoción deberán pagar un alto impuesto por circular… Ah no eso no, sólo por tenerlos. Porque si no circulas pagarás igual.
Porque este impuesto ya aprobado no irá ligado a las emisiones sino a la antigüedad del vehículo. Que lo estás restaurando y no circulas, pagas igual. Que el coche está de baja, pagas igual. Que haces 1000 kms al año, pagas igual, y cuanto más antiguo peor. Evidentemente esto es un ataque criminal al patrimonio industrial de nuestro país, y sobretodo una sentencia de muerte a los coches clásicos que a su vez son la pasión y válvula de escape de tanta gente en nuestro país… A no ser que se haga algo. Cataluña como siempre va a la vanguardia de cobrar impuestos a sus ciudadanos, sin embargo ojo porque este impuesto al CO2 pronto llegará al resto de España. A pasar por caja amigos! Así que los conductores, como los amantes de los clásicos, empezamos a estar cansados y cabreados y hemos dicho basta.

A efectos prácticos, los destrozos de tales decisiones de la administración se están haciendo ver. Algunos talleres ya han cerrado, otros temen por su futuro y otros históricos como Julià911 del que os hablaremos próximamente y que celebra su centenario en este 2020, han tenido un poco más de suerte y sólo han abandonado la ciudad donde nacieron y crecieron. En cualquier caso los perjudicados se cuentan por miles. Por suerte, las acciones para cambiar esta injusticia están en marcha.
Conclusión sobre la polémica Barcelona ZBE
Por encima de
todo, y esto hay que resaltarlo, insistimos que mejorar la calidad del aire es
algo absolutamente básico hay que apoyar sin fisuras, por un futuro mejor para
nosotros y para las futuras generaciones. Sin embargo, hay que ser realista. Tenemos
la suerte de vivir en una de las partes con mejor calidad del aire del mundo
urbanizado comparado con otras partes del planeta y la Administración debería ser
la plataforma que construyera e incentivara una transición pacífica y no
traumática para el ciudadano hacia la ciudad sostenible del futuro. No el
instrumento para ahogar y amargar al ciudadano de a pie.
No se puede
conseguir un cambio a base de prohibir e imponer impuestos sin ton ni son, sin un
verdadero plan que proporcione soluciones reales a la población. Como tampoco
se puede hacer de una administración pública el arma para imponer una realidad
ficticia basada en utopías políticas de sus dirigentes, algo que hoy, pasa especialmente
en Barcelona.
Como amantes
del mundo del automóvil que somos deseamos un futuro sostenible en el que la
industria de la Automoción tiene un papel incuestionable, pero no el principal.
Querer destruir nuestra historia automovilística única e irrepetible es querer
matar moscas a cañonazos y no lo podemos permitir. Porque es un patrimonio que
jamás se perderá, aunque sí se nos puede escapar.
Jamás se perderá porque en otros países más avanzados que el nuestro como Alemania o Suecia lo protegen y velan por él, y si nuestra administración quiere destruirlo vendrán encantados a comprárnoslo y llevárselo a otros países donde la Administración tiene cabeza. Pero no queremos que pase, así que animamos toca luchar para evitarlo.

No nos engañemos, el verdadero problema de la contaminación está en otros lados del planeta, y lo digo recién llegado de Asia y aun con la tos provocada por la contaminación de sus contaminadísimas ciudades y el shock de nadar en sus mares de plástico. Eso es un problema global y no lo nuestro. Dicho esto, no queramos salvar el mundo, porque somos insignificantes. Contribuyamos a hacerlo más sostenible en la medida de lo posible. Hagámoslo con lo que está en nuestra mano incluyendo nuestras ciudades, pero con un plan, una senda estudiada y verdaderas soluciones, no jodiendo al ciudadano de a pie. Dicho esto, me voy a coger mi Porsche clásico y a relajarme dando una vuelta por mi Barcelona natal, y si algún ciudadano manipulado me señala con su dedo acusador diciéndome que “contaminas” le saludaré amablemente. Ala, que tengáis buenos días.
Por: Dani Blasco