Rolls-Royce es una de las grandes marcas de la historia del automóvil, tan buenos que en sus orígenes se ganó el calificativo de “el mejor coche del mundo”. Entre la década de los setenta y el nuevo siglo eso ya no estuvo tan claro, y no fue hasta que BMW Group tomó el control de la compañía e inauguraron la nueva fábrica –en 2003 salió el nuevo Phantom– cuando pudieron volver a presumir de esa legendaria y apabullante excelencia. Pero, ¿cuál es la imagen que tenemos de Rolls? Quizá lo vemos como el coche del lord o del potentado del Golfo Pérsico, un automóvil tan serio que su frontal inspirado en las columnas griegas podría ser de mármol.
La realidad es que la marca tiene cada vez un enfoque más lúdico e informal, con un toque excéntrico e irreverente que nos gusta mucho. Así que viajamos hasta su sede en Inglaterra para hablar con las personas que hacen y piensan los Rolls-Royce del siglo XXI. La experiencia fue completa, ya que nos esperó en el aeropuerto un amable chófer con un Rolls Phantom, y vivimos una vez más esa agradable sensación de hundir nuestros pies en las mullidas y gruesas alfombrillas de lana. Qué rápido se acostumbra uno a lo bueno, al espacio, a la suavidad del motor V12, al olor del cuero y a las maderas nobles.
ENTRE LAS VERDES PRADERAS DE GOODWOOD
La fábrica de Rolls Royce se inauguró en 2003 y está en Goodwood, en terrenos que pertenecen a Lord March –el organizador de los festivales de clásico– y que mediante un acuerdo han sido cedidos a la marca británica durante 75 años. Al principio Lady March estaba horrorizada con la idea de que instalaran una factoría en medio de sus verdes prados, pero esto no es la clásica fábrica gris y humeante. Para instalarla se retiró mucha tierra y los edificios son muy bajos, de modo que no sobresale sobre el paisaje. Además aquí no se hacen labores siderometalúrgicas: los motores V12 se envían montados desde instalaciones de BMW Group en Alemania, al igual que las carrocerías de aluminio.

Una vez que llegan –la carrocería monocasco de un Phantom integra unas 200 piezas– se limpian y se inicia el proceso de pintura, que dura una semana e implica entre 4 y 8 capas de pinturas y lacas o, lo que es lo mismo, más de 40 kilos de pintura. Todas estas cifras curiosas nos las revela nuestro guía David, tan apasionado que se sabe la vida entera de Henry Royce, que comenzó vendiendo periódicos por la calles. Antes de comenzar el recorrido nos coloca una bata sin botones ni cremalleras, para que no arañemos nada. Cada interior lleva unas 450 piezas de cuero y es necesaria la piel de 11 vacas para vestir el interior de un Phantom. Las piezas de cuero se revisan concienzudamente para marcar y excluir las zonas que tienen imperfecciones y luego se marcan y cortan, todo con láser. Nuestro guía nos dice: “Las partes que no tienen calidad suficiente las mandamos a Bentley”, y se ríe. Por lo visto en Bentley hacen a los visitantes la misma broma… Le preguntamos si no tienen un pequeño museo y nos explica cariacontecido que, cuando el grupo Volkswagen compró la fábrica de Crewe, donde antes se hacían los Rolls y Bentley, y ahora solo fabrican los Bentley, también se quedaron con los Rolls de la colección.
En la factoría todas las instalaciones tienen luz natural y no se escuchan ruidos machacones ni estridentes, sino que reina una plácida armonía. Los Ghost recién pintados avanzan por la línea hasta que se produce lo que ellos llaman “el matrimonio”, cuando la carrocería y el grupo motopropulsor se unen mediante 16 grandes tornillos colocados en lugares estratégicos. Hay dos líneas de montaje; en la de Phantom nos llaman la atención varias unidades de color rojo destinadas a un hotel de Macao. En la otra línea se montan los Ghost, Wraith y Dawn, que comparten estructura y mecánica, pero pronto el Phantom se hará en la misma línea que los demás, para dejar hueco al nuevo SUV.
Esos llamativos Phantom para Macao son parte de un pedido de 30 unidades que ha hecho el empresario chino Stephen Hung. El equipo de Rolls-Royce Bespoke –el departamento de personalización a medida– ha trabajado en estrecha colaboración con el empresario y el equipo del Hotel Louis XIII para crear estos vehículos realmente distintivos. Incluso dos de ellos, con numerosas inserciones de oro en el exterior y en el interior, serán los dos vehículos más lujosos que la marca ha construido hasta la fecha. Esta área de personalización nos interesa especialmente, así que quedamos con Lars Klawitter, general manager de Bespoke. Mientras le esperamos curioseamos por su departamento. Hay disponibles unos 44.000 tonos de pintura, pero por supuesto el cliente siempre puede pedir algo diferente. Hay también una zona destinada a elegir combinaciones bicolor para la carrocería. Puedes coger una pieza gris metalizada y encajarle encima otra negra, o del color que quieras para ver cómo queda. Luego te lo muestran además en tres dimensiones en un Mac con pantalla gigante. Tampoco está mal el kit de pícnic para llevar en el maletero, algo genuinamente británico por 31.000 eurillos.
La cordialidad es marca de la casa
Lars en un tipo simpático y sonriente con el que es fácil sentirse cómodo. Al fin y al cabo su cordialidad se ha forjado a base de tratar con algunos de los tipos más ricos y excéntricos del planeta. Es como si te dijera: “Aquí nadie te va a mirar raro por tus ocurrencias, pide por esa boquita”. Nos cuenta que casi un 100% de los Phantom que venden tienen opciones especiales desarrolladas por su departamento, mientras que el resto de modelos rondan el 90%. Dentro de estos porcentajes puede haber desde detalles casi invisibles a llamativas pinturas, bordados o sistemas multimedia. En todo caso cada vez tienen más trabajo. “Las diferencias culturales también son importantes porque producen gustos diferentes en todo, desde las pinturas a los materiales”. Vemos un apoyacabezas rojo con un águila exquisitamente bordado que a nosotros nos parece de un Seat 1.430 de Los Chunguitos…, pero nos explica que es un halcón y que muchos de sus clientes de Oriente Medio son aficionados a la cetrería. A estos clientes también les gusta mucho destacar que sus coches son únicos, y suelen usar colores más llamativos que los que piden los americanos o los europeos.
“Es curioso que, cuando vemos en la línea de montaje un coche destinado a Abu Dhabi por ejemplo, su color puede parecer demasiado chirriante. Pero cuando lo ves en su “hábitat natural”, frente a un palacio o en el desierto, tiene mucho más sentido. No todas las combinaciones quedan bien en todos los países. Pasa lo mismo con coches para un diseñador de moda de Beverly Hills, por ejemplo, blanco con el interior rosa. En Berlín no encajaría, pero en California sí. O un tapizado de cocodrilo, todo depende del contexto”. Parte del trabajo de Lars es además crear deseos y tendencias, es decir, ofrecer ideas en las que los clientes no han pensado previamente. Un ejemplo de ello es el Rolls Phantom Drophead Nighthawk (halcón nocturno), del que solo han hecho nueve unidades. Dicen que es una interpretación muy contemporánea, con el exterior negro y el interior con cuero negro y rojo, y mucha fibra de carbono. “Tenemos clientes que saben lo que quieren, hasta el último detalle, y otros en cambio que quieren que les sugieran cosas. En ambos casos es un gran placer para nosotros satisfacerles”.
EMBAJADORES DE LA MÁXIMA CALIDAD
El tono diplomático y conciliador de Lars nunca cambia, ni siquiera cuando le preguntamos por los especialistas que preparan sus coches con llantas enormes y tremendos alerones, como Mansory. “Le conozco muy bien y sin ninguna duda hay lugar y mercado para ese tipo de modificaciones. Hacen un buen trabajo, hay clientes a los que le gusta ese estilo y tampoco les importa perder la garantía. Pero quiero subrayar que estamos en un negocio muy diferente. Nosotros no estamos en el mercado de preparadores, de montar piezas de aftermarket. Nosotros hacemos genuinos Rolls-Royce con todas las garantías del fabricante, y con el equipo de diseño de RR trabajando en los coches. Nuestro proceso incluye todas las pruebas necesarias y la máxima calidad, y los clientes saben apreciar esto. Michael Fux (el dueño del Wraith verde que ilustra este reportaje), nos encarga coches todos los años siempre de colores muy llamativos, y le hemos preguntado que por qué nos prefiere a nosotros en lugar de ir a West Coast Customs (los preparadores del programa de TV Pimp my Ride) por ejemplo. Y dice que jamás lo haría, que le resulta inconcebible, porque quiere un Rolls-Royce de verdad, y solo en la fábrica se lo podemos hacer”.