La historia que Ferrari soñaba con escribir en Le Mans terminó emborronada por la tragedia deportiva. A falta de 52 minutos para el final de la 92ª edición de las 24 Horas de Le Mans, el Ferrari 499P #51 —uno de los máximos favoritos a la victoria— ha visto cómo su ambición se esfumaba al perder el control en la entrada del pit lane. El error, en uno de los momentos más delicados de toda la carrera, ha supuesto un duro golpe para la Scuderia, que lideraba con tres coches al frente del pelotón Hypercar.
El instante que lo cambió todo, error en boxes
Era un momento crítico. Alessandro Pier Guidi, al volante del #51, se dirigía a boxes con ritmo de líder y bajo una presión contenida, cuando cometió un error inusual en pilotos de su talla: cruzó la línea blanca de acceso al pit lane y se precipitó a la grava. El coche quedó atrapado brevemente, obligando al equipo a improvisar mientras veían cómo se desvanecía la ventaja labrada durante más de 23 horas de batalla milimétrica.

El #51, ganador en 2023, regresó a pista, pero perdió toda opción real de victoria y está ahora bajo investigación por no respetar las líneas de entrada al pit. Un golpe demoledor para un equipo que rozaba la perfección.
La debacle del #51 deja al Ferrari #83 de AF Corse —pilotado por Robert Kubica en este stint final— como el principal estandarte del Cavallino en la lucha por la victoria absoluta. A su estela, el #50 oficial de Antonio Fuoco mantiene la presión. Pero ahora la amenaza viene desde Stuttgart: el Porsche #6 de Penske ha reducido la distancia y se perfila como una amenaza letal en estos últimos compases.

Toyota, por su parte, sigue en carrera con el #8, aunque relegado a un papel secundario tras una carrera complicada marcada por un pinchazo y problemas de ritmo nocturnos.
Última hora: todo por decidir
Los relojes ya no importan, solo el pulso. Con menos de una hora por delante, las estrategias de consumo, los márgenes de error y la frialdad mental de los pilotos serán más determinantes que nunca. Cualquier despiste, cualquier decisión apresurada, puede costar la carrera.

Ferrari ha pasado de soñar con un histórico triplete a cruzar los dedos por que el #83 aguante el envite final de Porsche. En Le Mans, el podio no se conquista con velocidad, sino con temple. Y hoy, más que nunca, la resistencia es emocional.