Lamborghini Huracán

Un Lamborghini es ostentoso como su creador, Ferruccio Lamborghini (1916-1993), ¿y qué? Nadie se compra uno para pasar a ser agente secreto.El Gallardo ha vendido 14.000 unidades en sus 11 años de vida, casi la mitad de todos los Lamborghini producidos en la historia, y ha provocado que en la última década la marca haya vendido más que en los 40 años anteriores. Sustituir el Gallardo es, por tanto, el reto más importante hasta la fecha, por eso el Huracán hace elogio de la estrategia de componentes comunes del Grupo VW y su esqueleto de aluminio se ha reforzado con fibra de carbono, y se une a dos subchasis, uno delantero y otro trasero, ambos con la última tecnología en aluminio, carbono y magnesio para reducir el peso un 10% y aumentar la rigidez en un 50%.

Pero además de la tecnología está el diseño, mucho más afinado, futurista y perfecto que cualquier Lamborghini hasta ahora. No hay detalles superfluos, quizá de ahí provenga la atracción que ejerce su mirada. La marca ha dejado los artificios para el interior, convertido en uno de esos coches que, si tuviéramos en el garaje, bajaríamos cada día a dormir en la Alcántara de sus bácquets, soñando con las formas hexagonales de sus componentes. A la brutalidad de la marca italiana se ha sumado la mejor calidad premium alemana, dando un aroma único a este biplaza.

“Nuestra referencia en cuanto a comportamiento era el Gallardo Superleggera, y hemos conseguido superarlo, pero con mucho más confort que antes. El Gallardo era un coche pasivo, el Huracán, con la electrónica, adapta sus reglajes al conductor en cada momento”, señala Giorgio Sanna, piloto de pruebas de la marca. La unión de ambos sistemas se llama Anima –alma en italiano– y aunque permite infinitos modos de conducción, Lamborghini ha bloqueado tres reglajes fijos: “Strada”, “Sport” y “Corsa”, que se seleccionan con un botón en la parte baja del volante, con un aroma a Manettino de Ferrari que, francamente, no nos disgusta.

Llega la hora de ponerse al volante. Hay que levantar una tapa roja para pulsar el botón que arranca el V10 de 5.2 litros, y conviene hacerlo con cuidado, porque el sonido es brutal y hace que tiemble hasta el último de tus músculos. El tacto del acelerador es sublime, suave, directo, perfecto diría yo. Y sí, no hay tres pedales. Lamborghini ha descartado el cambio manual y ofrece solo el de doble embrague. En Ascari comprobamos que el coche es duro como una tabla; el cambio, rápido como un toro en plena embestida; el motor, vivo como el de un coche de carreras, y la tracción nos ofrece derrapajes poco habituales hoy en día. En definitiva, el Huracán es un automóvil realmente único para una marca que ha sabido reinventarse y crecer, y que depara grandes logros en el futuro.