Laboratorios rodantes

El museo Porsche es un espectacular edificio inaugurado en 2009 que expone una colección “fija” de unos 80 coches y además se organizan exposiciones temáticas temporales. Hasta el pasado 11 de enero se pudo ver “Projekt: Geheim!” (Proyecto secreto) en la que se muestran al público 16 prototipos, muchos de los cuales tuvieron una gran influencia posterior. Estos normalmente se guardan en el depósito de Kallenberg, un paraíso a menos de tres kilómetros del Porsche Museum donde duermen unos 400 Porsche de todas las épocas.

El primero que llamó nuestra atención es el 924 “cazarrécord” de 1976, que incorporó una carrocería ultraaerodinánica y un motor 2 litros turbo de 250 CV para batir un récord mundial de velocidad. Otro de los prototipos expuestos daría como resultado el insuperable 959, el primer superdeportivo que era relativamente fácil de conducir. Llamado “prototipo aerodinámico C29”, es de 1982 y representa los comienzos de este ambicioso proyecto. También la aerodinámica fue la principal razón que impulsó el desarrollo del 911 Carrera 3.2 “E19” de 1984. El objetivo era reducir la resistencia aerodinámica del 911 que lograron colocando los faros en una posición más baja, modificando el frontal y la zaga, enrasando las lunetas o integrando un nuevo alerón.

Laboratorios rodantes

Un modelo en el que se trabajó mucho (entre 1984 y 1987) y luego se quedó en nada fue el biplaza 984, concebido como un deportivo económico, en línea con coches de la época como el MGF. Era un concepto muy interesante, con motor central trasero de cuatro cilindros y dos litros refrigerado por aire, y un techo rígido plegable. Destinado al otro extremo de la oferta, al más alto, estaba el 965 “prototipo L7” de 1988. Mientras desarrollaban el 911 tipo 964 –que estrenó tracción total– quisieron hacer también un tope de gama que usara tecnología del 959 (1986-1988), aunque menos potente. A partir de 1988 se comenzó a desarrollar también un bóxer refrigerado por agua. De la misma época (1987) es el 928 descapotable. Un año después comenzó el desarrollo de la berlina 989. De haber llegado a buen puerto la revolución que supuso la llegada del Panamera en 2009 pudo haberse producido mucho antes. Pronto los costes de desarrollo se dispararon y se estimó que su producción no sería rentable. Muchas de sus soluciones se usaron en el 911 tipo 996.

Quizá el coche que más nos gustó de la muestra fue el Boxster disfrazado de 911 Targa (tipo 964) de 1993. Lo construyeron para tomar los primeros puntos de referencia dinámicos y rodar muchos kilómetros, sin que nadie sospechara que trabajaban en un nuevo modelo. Es divertido porque cuando abres la tapa del motor el espacio está vacío, ya que en el Boxster el motor va en el centro. Al verlo, por su anchura, los entendidos pensaban que era el prototipo del 964 Turbo Targa, una versión que nunca llegó a venderse.