La publicidad de los motores de combustión tiene los días contados

Francia ya ha aprobado una ley que obliga a las marcas de coches a poner mensajes en sus anuncios. Un pequeño rótulo recomendando vehículos que contaminen menos. 

En España, la publicidad ha adquirido una protección por parte del Estado mayoritaria. En los últimos años, se han regulado e incluso prohibido la publicidad en medios de comunicación de bebidas alcohólicas de más de 20 grados de graduación. También el tabaco y las casas de apuestas. Ahora desde el partido político Más País-Equo, se propone que a partir del año 2025 no podamos ver anuncios de coches gasolina ni diésel. Seguramente tampoco híbridos enchufables. 

La publicidad de los motores de combustión tiene los días contados

¿Por qué esto puede resultar un gran problema de ingresos para los medios de comunicación? 

La publicidad de los coches de combustión actualmente se posiciona como la que más invierte en espacios publicitarios en España. Los coches eléctricos tienen un coste todavía muy elevado para los consumidores. La autonomía de los eléctricos no termina de convencer, por eso las firmas de automóviles pueden tener dudas para seguir invirtiendo tanto dinero en publicidad. Los datos de 2019 reflejaban que el 13% de la inversión publicitaria provenía de marcas de coches con un total de 564 millones. 

Anuncio de Audi, pero en este caso un eléctrico, el e-tron

Políticos contra fabricantes  

Inés Sabanés, diputada de Más País, ha declarado en su cuenta de Twitter que “Si queremos reducir el uso de estos vehículos contaminantes no podemos, de forma sistemática, hacer publicidad de los mismos”. Desde la cuenta del propio partido se ha subido una foto sugerente de un escape expulsando humo negro y bajo el lema “No publicitar lo que nos daña”. 

publicidad de los motores de combustión

La entrevista que ofreció Carlos Tavares a El Mundo pone en duda lo dicho por este partido. Dejó entrever que el mercado de los coches eléctricos es más una decisión de los propios políticos que de los fabricantes de coches. Estos podían rebajar las emisiones y abaratar costes, pero se ven obligados a centrarse en la industria de los automóviles eléctricos.