Inicialmente, el XJ220 fue un bellísimo prototipo diseñado por Keith Helfet y presentado en el British Motor Show de 1988. Eran casi cinco metros (4,93 de largo) de escultura rodante, solo 1,15 metros de alto –un Ford GT de 2003 mide 1,13 m– y dos metros de ancho. Entonces se habló de un futuro automóvil con un V12 derivado de la competición, cuatro ruedas directrices y suspensión activa. Pero un año después Ford compró Jaguar, y en el modelo de producción se anularon la tracción integral, el V12 y las ruedas direccionales.
El bastidor del XJ220 estaba construido con paneles de aluminio tipo “nido de abeja” –una solución aeronáutica que ya estrenó el Ford GT40 Mk IV de 1967–, y la carrocería, de aluminio y materiales compuestos. Supercoches de su época como el Bugatti EB 110 o el McLaren F1 ya estrenaron bastidores de fibra de carbono. Bajo la luna trasera se puede ver el propulsor 3.5 V6 biturbo, derivado del empleado en el Austin Metro 6R4 de Grupo B y capaz de rendir 550 CV. Lo cierto es que no suena especialmente bien, pero cuando soplan los turbos Garrett T3 acelera con una fuerza tremenda y pasa de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos. El techo transparente ahumado queda cerca de la cabeza, y sorprende encontrar elementos, como los mandos de la climatización, tomados de un Ford de la época. Curiosamente, los pilotos traseros son del Rover 220, y los retrovisores del Citroën CX.
También se fabricaron varias unidades denominadas XJ220 S, que usaban piezas de los coches que compitieron en Le Mans, como un frontal de fibra de carbono, suspensiones modificadas y el motor potenciado a 700 CV. Los XJ220 se construyeron a mano en una nueva factoría en Bloxham (Oxfordshire), y hasta que la producción cesó en 1994 se fabricaron 275 unidades. Hoy un XJ220 en perfecto estado –la mayoría tienen muy pocos kilómetros– se cotiza en unos 180.000 euros.