Corrían los años ochenta, Honda triunfaba en la F1 de la mano de McLaren y los superdeportivos eran coches que, más que disfrutar, aprendías a domarlos con las manos sudorosas, mucho miedo y mucho talento. Alguien en Japón pensó que se podía hacer mejor. Con un presidente, Nobuhiko Kawamoto, que había estado en la F1 de la mano de Brabham y una economía japonesa que no tenía miedo a nada, Honda diseñó el NSX y su lanzamiento en 1989 cambió radicalmente el mundo de los deportivos, al unir un diseño fascinante con lo último en tecnología y, no solo la posibilidad de domarlo sin tener que jugarte la vida, sino convertir el Honda NSX en un buen coche para algo más que algunas ocasiones.
Ahora, 25 años después, el NSX está de vuelta. Su desarrollo se paralizó por el crash mundial, la retirada de la marca de diversas competiciones como la F1 y el tsunami que arrasó la central nuclear de Fukushima y que ralentizó la economía japonesa… Pero el país del Sol Naciente está de vuelta, y tras reingresar en la F1 de la mano de McLaren y volver a proponer un alucinante Civic Type R, el NSX está de nuevo con nosotros.
El nuevo modelo se planteó con el mismo patrón que el original: prestaciones para que cualquier conductor pueda disfrutar junto a un espectacular diseño, pero su proceso ha vivido mutaciones que van desde el V10 original al V6 híbrido final, así como una fabricación que ahora se hace en Estados Unidos y un jefe de proyecto con un nombre tan japonés como Ted Klaus. Tenemos sin duda muchas incógnitas que resolver.
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Para descubrirlo Honda nos cita en el Circuito de Estoril (Portugal), que hasta 1996 albergó carreras de F1 y ahora es un autódromo perfecto por su complicado trazado y excelente climatología. Los parecidos al NSX original están en el logotipo, la estructura de aluminio y el motor V6. Adiós al cambio manual, la tracción trasera y la ligereza, entre otros. En realidad, con 580 CV el nuevo NSX es el primero de una escena llena de supercoches híbridos en este nivel de potencia y precio, un camino que ya se ha tomado en lo más alto del mercado.
CON TRES MOTORES ELÉCTRICOS
Así que no solo vamos a probar el NSX, sino a hacernos una idea de cómo serán los Ferrari, Lamborghini o Porsche de las próximas décadas. El NSX es, con 1.847 kilos, un coche pesado, debido a los tres motores eléctricos y a una batería de ión-litio bastante grande. El nuevo V6 está sobrealimentado por dos turbos y alcanza los 500 CV, lo que por sí solo ya haría de este coche un impresionante avión, pero a su volante motor se ha unido un motor eléctrico de 50 CV para llenar el vacío que se produce antes de la entrada de los turbos. Podrían haber parado aquí, pero Honda añade dos motores más de 37 CV cada uno para las ruedas delanteras, motores que pueden trabajar de forma independiente, induciendo par de giro a cada rueda por separado para una experiencia de conducción única.
El Honda no tiene un sistema de enchufes y recarga, lo que simplifica su uso y otorga el mismo rendimiento en cada momento. Lo que sí permite toda esta tecnología es disponer, por medio de un cambio automático de doble embrague y nueve marchas, de un sistema de tracción total. La carrocería es casi totalmente de aluminio, con piso de fibra de carbono y acero de alta resistencia en los pilares delanteros del parabrisas, muy finos, y el diseño general resulta atractivo y deportivo.
Por dentro encontramos un ambiente claro, amplio y de excelente visibilidad, lo que se agradece muchísimo en el día a día. Hay cuatro modos de uso: “Quiet”, silencioso y solo eléctrico; “Sport”; “Sport Plus”, y “Track” (circuito). El primero tiene un confort de limusina, el “Sport” vale para todo, el “Sport Plus” para enseñarlo a los amigos y el “Track”, para buscar la máxima efectividad en pista. El NSX tiene el sonido del escape y la reacción del motor modificables para hacerlo más deportivos según el nivel de conducción, así como amortiguación de dureza variable para mejorar su agarre. Allá vamos.
El cambio tiene nueve marchas, así que lo vamos a dejar en “Auto”, en gran parte porque las levas no se acoplan muy bien a nuestras manos. Nada que objetar porque, en apenas cuatro curvas, nos damos cuenta de que nadie va a querer usarlas con lo bien que va este cambio. El NSX acelera de 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos. Estamos hablando de cifras próximas a un LaFerrari gracias al par inmediato de sus motores eléctricos. Nuestra unidad lleva unos Pirelli de carreras (Trofeo R) muy pegajosos, y se nota en cada curva. El coche no tiene un gran alerón y, oh milagro, nadie ha dicho la palabra Nürburgring durante la presentación “no queríamos un coche con mucho agarre –nos dice Klaus–, sino con cierta movilidad trasera que fuera más divertido”.
Estamos comprobando que es así, al menos en la primera parte. Los motores delanteros actúan como magia y meten al coche en las curvas con una velocidad incuestionable, no vamos a hacer contravolante con el NSX, pero sí notamos cómo se mueve y cómo las suspensiones de aluminio trabajan pegando las ruedas al suelo. Lo que más sorprende, sin duda, es la energía instantánea en la potencia. El V6 suena como la turbina de un avión, lejos de la agraciada melodía de aquel V6 VTEC original, pero aún así nada nos prepara para una dosis de potencia que está disponible siempre, en cada momento, posición y ocasión. La verdad es que el NSX es el coche en circuito que su diseño promete pero, ¿qué tal en las calles?
EL McLAREN ENTRA EN ACCIÓN
Muchos tenemos un lío con la nueva saga de McLaren, porque todos tienen el mismo chasis de carbono, el mismo V8 y no ves uno todos los días para saber cuál es cada uno, pero la marca los ha diferenciado bien. Al primer MP4-12C lo sustituyó el 650S, y es el más deportivo de la gama, aunque ahora cuenta con versión 675GT, con el nombre siempre señalando su potencia, y las nuevas Sport Series con el 540C y este McLaren 570GT tienen un enfoque más gran turismo, con más confort, menos prestaciones y un precio también más asequible.
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El 570GT se nota mucho más ligero, con nada menos que 350 kilogramos de ventaja, eso sí, no acelera tanto debido a que su motor le cuesta entrar en materia más que a los eléctricos del NSX. El McLaren tiene alma de supercoche, con sus puertas de apertura vertical, su sofisticada imagen y un interior más de carreras. Estás más centrado en el coche, más cerca del pasajero, y aunque la visibilidad es excelente, no alcanza el nivel del japonés. El McLaren sale rugiendo y el Honda lo hace tras él sin muchos problemas para emparejarse a su ritmo.
El V8 hace más ruido y sube más alto de vueltas, pero aunque el V6 no tiene un sonido especialmente brillante, no queda lejos del inglés, que tiene en este punto uno de sus aspectos débiles frente a los rivales italianos o alemanes más habituales. El 570 devora las rectas con una rapidez encomiable, da gusto usar su cambio a través de las levas de fibra de carbono y te sientes a bordo de un coche muy especial. En el NSX, rodeado de botones que te distraen un poco de tu labor, terminas cazando al McLaren con cierta facilidad a la espera de las zonas de curvas.
La calidad de rodadura en ambos es inmensa, y son de los dos mejores deportivos de este calibre, pero cuando el asfalto se retuerce es el Honda el que lleva la delantera, y apenas transmite baches o roturas del asfalto. Para muchos no será una ventaja y es que el McLaren, más incómodo, está más conectado a la carretera, y mientras el Honda lo hace todo de maravilla, el McLaren es más divertido en estas lides, ya que obliga a que el conductor interactúe mucho más con el coche.
DIFÍCIL ELECCIÓN
Llega la hora de definir un ganador, y va a depender mucho de nuestro criterio de elección. Si buscamos un coche con un compromiso de uso cotidiano y que sea rapidísimo y fugaz en la pista, el NSX es la elección. Se espera de él una fiabilidad a prueba de bombas, y además con el pack híbrido te ganarás el respeto de tus vecinos por haber comprado un coche en paz con el medio ambiente. El McLaren es un juguete de fin de semana más divertido y brusco, un coche con el que hacer manos, disfrutar de la conducción “a la antigua” y moverse con rapidez en todo momento. El 570GT es uno de los McLaren que más nos gusta, por su equilibrio entre técnica, diversión y confort y, aunque con una conexión más remota, es también el legado del primer Honda NSX, que Gordon Murray tomó como ejemplo de muchas cosas con el primer McLaren F1 y cuyo legado ha llegado hasta los nuevos modelos de la marca británica.