Frank van Meel no se anda con rodeos. “Esto no es tracción total, es tracción trasera con más adherencia”. Así define el xDrive dentro del universo M. El salto a esta tecnología, lejos de ser una renuncia, es una adaptación lógica cuando las cifras de par y potencia superan los límites de lo que las ruedas traseras pueden soportar en condiciones reales.

“Comenzamos con el M5 anterior, con más de 600 CV y tanto par que, si llovía, no podías llevarlo al suelo. Ahí entra en juego MX Drive”. Sin embargo, para los puristas del eje trasero, modelos como el nuevo M2 CS siguen manteniendo la llama viva. La conversación gira rápidamente hacia otro tema bastante sensible: el cambio manual.
“Es más lento, consume más, pero nuestros clientes lo quieren. Y nosotros también lo queremos”, explica Van Meel, con una sonrisa cómplice. En EE. UU., más del 50% de los compradores del M2 optan aún por la transmisión manual. ¿Sobrevivirá al coche eléctrico?
“Difícil, porque no hay caja de cambios, pero estamos buscando formas de ofrecer retroalimentación sensorial, que sepas qué marcha llevas, que lo sientas. No es una cuestión de replicar, sino de emocionar”. ¿Y la electrificación? Van Meel es claro: “Nunca dijimos que íbamos a abandonar el motor de combustión. Somos tecnológicamente abiertos”.

BMW M apuesta por una dualidad inteligente: mantener los icónicos seis cilindros en línea y V8, mientras desarrollan deportivos eléctricos tan buenos que cueste elegir. “Ya anunciamos que habrá dos M3: uno de combustión y uno eléctrico. Será difícil quedarse con el tradicional. Pero habrá lugar para ambos”.
La jerarquía actual de productos M también evoluciona. CS y CSL seguirán existiendo como niveles clásicos. “En muchos mercados, el 90% ya opta por el M Competition en lugar del M estándar. Nadie quiere sentir que se quedó corto por unos pocos miles de euros”.
Y mientras tanto, el nuevo M5 electrificado, con más de 70 km de autonomía eléctrica y dirección trasera activa, promete igualar –o superar– las prestaciones del anterior, a pesar de un peso superior. También hay espacio para la reflexión sobre los mercados internacionales.
En mercados emergentes como China, BMW M encuentra tanto desafíos como oportunidades. Aunque la cultura del motorsport aún no está tan arraigada como en Europa, empieza a ganar terreno. “Vendimos 8.000 unidades en China el año pasado, y con el auge del automovilismo allí, ese número solo puede crecer”, explica el CEO.

Modelos como el M4 GT3 y el M2 comparten motor con las versiones de calle, creando una conexión directa entre el paddock y el aparcamiento de casa. Otro mercado clave es Estados Unidos, donde el tacto del pedal, la respuesta del motor y el sonido del escape siguen siendo elementos decisivos.
Por ello, BMW M adapta cada coche a las expectativas regionales. Los modos de conducción configurables, como los botones M1 y M2, permiten pasar de un coche 100% eléctrico a uno con respuesta total del V8 con solo un toque. Esa versatilidad es parte de la magia moderna de M.
En cuanto a personalización, el M2 aún es limitado en opciones, debido a su posicionamiento de precio. Pero el feedback de los clientes ya ha surtido efecto: nuevos colores más expresivos llegarán con el M2 CS. “Algunos clientes están dispuestos a pagar mucho más por interiores personalizados. Lo estamos estudiando”.
Concept Speedtop
La electrificación del nuevo M5 ha supuesto uno de los mayores retos técnicos de la división M. Partiendo de un V8 icónico, el objetivo era no solo mantener, sino superar el rendimiento del modelo saliente. La solución fue integrar un sistema híbrido enchufable que, sin comprometer el carácter del coche, permite una autonomía eléctrica de hasta 70 kilómetros.
Para equilibrar el peso adicional, el equipo amplió las vías, mejoró la aerodinámica activa y afinó la dirección en el eje trasero. El resultado es una berlina de más de dos toneladas que puede superar los 300 km/h y girar con agilidad en ciudad. Este equilibrio entre potencia y eficiencia no es solo una cuestión de ingeniería. Según Van Meel, se trata de una cuestión filosófica.
“En la competición, si eres demasiado rápido, te penalizan con más peso o menos combustible. Nosotros hemos asumido ese desafío en la carretera, sabiendo que cada gramo de más debe justificarse con tecnología”.

Y lo han hecho con soluciones que no se ven, pero se sienten en cada curva. El M5 demuestra que el futuro de M no es una concesión, sino una evolución.
En paralelo, BMW M sigue apostando por la pureza de conducción. La transmisión manual, aunque más lenta y menos eficiente, sigue presente en la gama, especialmente en el M2.“No se trata de cifras, sino de conexión”, defiende Van Meel. “Muchos clientes siguen queriendo usar embrague, subir marchas con la mano derecha y sentir cada cambio”.