Con motivo de la presentación mundial del nuevo Focus RS (con cinco puertas, 320 CV turbo y tracción total) y de la presentación europea del fantástico biplaza GT, Ford expuso en el Salón otra de sus joyas de museo. Se trata del Ford GT40, pero no uno de carreras, sino la versión “de calle”. Según el libro “GT40” de Ronnie Spain, considerado el mayor experto en este modelo, de la fábrica de Slough (Inglaterra) salieron 31 unidades de GT40 Mk I con especificaciones de coche de calle. No obstante el verdaderamente enfocado para uso en carretera fue el Mk III, del que sólo se construyeron siete unidades, uno de las cuales, fabricada en 1969, se expuso en Ginebra. Parece grande porque es bajo (1.041 mm.) y ancho (1.778 mm), pero en realidad mide 4,29 metros de largo.
Estaba equipado con un motor 4.7 V8 de 306 CV, que le permitía acelerar de 0 a 100 km/h en 5,3 segundos (pesaba 998 kg.) y alcanzar 257 km/h. Se distinguía de los de competición por varias características: su cambio en el túnel central (no a la derecha como los de carreras, con volante en el mismo lado), el sistema de escape, sus ventanillas pivotantes de cristal, sus tapizados interiores, los faros dobles, las llantas de radios y un pequeño hueco para el equipaje en el morro. A pesar de estos detalles, en el interior el calor y el ruido lo hacían bastante incómodo, si bien varios clientes lo pidieron con aire acondicionado. Uno de ellos, el GT40 M3 1105, fue vendido en 1968 al director de orquesta Herbert Von Karajan.
Es indudable que la época dorada del automovilismo fueron los años 60, y el Ford GT40 es uno de los grandes iconos de aquel tiempo. El interés que despierta en los aficionados ha hecho que su cotización se haya disparado en los últimos años; en 2012 uno de los más célebres fue subastado por 11 millones de dólares. Era uno de los tres “GT40 Mirage” de cinco litros pintados con los colores azul y naranja de Gulf, que ganaron las 24 Horas de Le Mans en 1968 y 1969.
La génesis del GT40 es muy conocida: cuando Ford no pudo comprar Ferrari, los americanos decidieron crear un coche con el que terminar con la supremacía de los italianos en las pruebas de Sport. Eric Bradley, de Lola Cars, había presentado en enero de 1963 su proyecto para el Lola Mk6 con motor central Ford V8 y estructura semimonocasco, un modelo que se convirtió en el germen del GT40.
El primer prototipo se terminó en abril de 1964. En las 24 Horas de Le Mans de aquel año se alinearon tres coches que se mostraron muy rápidos, pero ninguno llegó a la meta. Las prisas de Ford eran tan grandes como su presupuesto, y desde Detroit decidieron poner el equipo de competición en manos de Carroll Shelby. Los cambios comenzaron con la instalación de una mecánica Cobra V8 de 4,7 litros (289 c.i.) y 380 CV con cárter seco.
De cara a la edición 1965 de Le Mans los GT40 habían mejorado mucho respecto al año anterior, pero aun así terminaron también los prototipos de los futuros Mk II. Su arma secreta era el enorme motor V8 de 7 litros con casi 500 CV. En las 24 horas francesas de aquel año los GT40 de 7 litros dejaron atrás rápidamente a los Ferrari pero después tuvieron problemas de transmisión, y los GT40 de 4,7 litros también se vieron obligados a retirarse. La nueva derrota de 1965 no llevó a Ford al desánimo, y continuaron desarrollando los coches.
En 1966 se presentaron a la salida en Le Mans trece GT40´s y al final de la carrera sólo quedaron tres, pero con dos Mk II de Shelby en 1º y 2º posición, y un 3º de Colman. Por si no habían demostrado suficiente superioridad, Ford tenía muy avanzado un nuevo Mk IV, el único Ford GT40 construido por completo en EEUU. Tras ganar de nuevo en Le Mans, esta vez con el Mk IV (seguido de dos Ferrari P4), Ford se retiró de la competición oficial. Llegó entonces el momento de los GT40 Mirage “Gulf”. Estos volvieron al motor de cinco litros a causa de cambios en la reglamentación, y vencieron en Le Mans en 1968 y 1969.
En España también brilló el Ford GT40, y con uno de ellos Paco Godia ganó las Seis Horas de Barcelona de 1968, en Montjuic. Para los más jóvenes conviene recordar que Godia fue el primer piloto español de F1. Actualmente el GT40 con número de chasis P/1019 pertenece al piloto barcelonés Joaquín Folch, que lo pintó en su color original de la Escuderia Montjuich (azul oscuro) y lo utiliza para competir en eventos internacionales del máximo nivel como el Goodwood Revival.