En un mundo donde a los deportistas se los clasifica según sus registros, Floyd Mayweather es el número uno indiscutible. Como boxeador permanece imbatido y va camino de igualar a Rocky Marciano, que se retiró tras 49 peleas invicto. En su figura y en su trayectoria se unen tópicos del mundo del boxeo, como es una infancia pobre y difícil.
Pero en contra de lo habitual, ni está sonado ni tira el dinero. O puede que lo despilfarre un poco, pero sabe controlar sus cuentas. Y es que las cifras de ingresos de Money Mayweather son mareantes, con más de 400 millones a lo largo de su carrera. En 2010 ya ganó más de 60 millones. En abril de 2013 obtuvo 80 millones en su combate contra Saúl Álvarez. En abril de 2014 peleó contra Marcos Chino Maidana, ganó y se llevó casi 40 millones, aunque perdió un diente en la lucha… En su combate contra Pacquiao el pasado 2 de mayo, que unificó los tres títulos del peso welter, Floyd se llevó 120 millones y el filipino 80. Tras ganarlo se situó con una marca de 48 victorias, 26 antes del límite, y ninguna derrota.
Dice que después se retirará, y quién sabe si con tanto tiempo libre comprará aún más coches. Su primer capricho sobre ruedas fue un Mercedes S600 blanco de 1996 que aún conserva. Lo más llamativo son sus tres Bugatti Veyron, de más de dos millones cada uno, y hace poco ha comprado también un Ferrari Enzo con 300 km en el contador. En la mansión de Las Vegas los coches son blancos, en la de Los Ángeles, negros, y hay más aparatos repartidos por otras residencias.
Fuera del ring Floyd es muy caprichoso, y entre sus manías está la de poner a prueba a su vendedor de coches favorito: Obi Okeke. Es copropietario de Fusion Luxury Motors (Los Ángeles), y en los últimos tiempos ha vendido a Floyd Mayweather casi cuarenta automóviles.
Lo curioso es que con frecuencia el boxeador le llama de madrugada, como hacía Elvis con el concesionario de Memphis, cuando pasaba por delante y veía un Cadillac que le gustaba. Okeke recuerda que cuando el púgil le encargó su segundo Bugatti le llamó a las tres de la mañana y le dijo: “Lo quiero en doce horas”, y el tipo lo consiguió llevar a casa del campeón, conduciendo él mismo, 11 horas después. Para el tercer Bugatti (un Grand Sport) le llamó a las 4.30 de la mañana, y por lo visto la esposa de Okeke nunca se ha quejado de que la despertaran…
El campeón tiene fama de generoso y de dar grandes propinas. Ha donado mucho dinero para familias con problemas, y cuando va al baloncesto todos los miembros de su equipo tiene también entradas de primera. Cuando hay que comer, su chef cocina para ellos. Lo que menos gusta al público del genial púgil es que, esa autoconfianza a prueba de bombas, degenera habitualmente en prepotencia. También es cierto que, para un boxeador como Floyd Mayweather, es casi obligado mostrarse agresivo y algo bocazas. Para los tipos que viven de combatir siempre ha sido difícil gestionar su agresividad, demasiados golpes en la cabeza… Su amigo James McNair cuenta que una vez que estaban en Atlanta se levantó y, viendo que no tenía coche, se fue a un concesionario y se compró un Mercedes V8 –siempre lleva a mano unos 100.000 dólares–. Al día siguiente volaron a Las Vegas y dos meses después dijo: “Hey, ¿yo no tenía un Mercedes?”, lo había dejado olvidado en el aeropuerto.