El Gran Premio de Estados Unidos, celebrado en el Circuito de las Américas, dejó un sabor agridulce para los seguidores de la Fórmula 1. Por un lado, Ferrari firmó su segundo doblete de la temporada, con Charles Leclerc y Carlos Sainz dominando la carrera – aunque Carlos pudo ganar si su coche no hubiese tenido problemas. Por otro, la batalla entre Lando Norris y Max Verstappen terminó en polémica tras una sanción que dejó al británico fuera del podio y al neerlandés como gran beneficiado.
Desde el inicio, Leclerc mostró un dominio absoluto. Aprovechando la confusión en la primera curva, donde Norris, candidato al título, dejó el espacio necesario para que Verstappen le superara por el interior, el piloto monegasco tomó la delantera y no la soltó durante las 56 vueltas de una carrera en la que nunca vio amenazada su victoria.
El ambiente en Ferrari no podría haber sido mejor. Con 46 grados sobre el asfalto de Texas, el equipo italiano ejecutó una estrategia perfecta. Sainz, que en la novena vuelta encendió las alarmas con problemas de potencia y un inquietante olor a gasolina en su monoplaza, logró mantener la calma y, tras un rápido ajuste, pudo continuar su persecución a Verstappen, quien veía cómo las opciones de superar a los dos Ferrari se desvanecían con el paso de las vueltas.
Gran Premio de Estados Unidos: una sanción que puede costar un mundial
Sin embargo, la verdadera emoción de la carrera se concentró en la batalla por el podio entre Verstappen y Norris. El británico, con un ritmo endiablado en la recta final gracias a unas gomas frescas, logró alcanzar al tricampeón y ejecutar un adelantamiento magistral a falta de cuatro vueltas. Parecía que Norris por fin iba a recortar puntos vitales en su lucha por el campeonato, pero una sanción de cinco segundos por una maniobra considerada antirreglamentaria le privó de esa alegría. El podio pasó a manos de Verstappen, quien terminó cuarto en la pista pero tercero en los papeles, con apenas nueve décimas de ventaja sobre Norris tras aplicar la penalización.
La moral de McLaren quedó seriamente tocada tras el Gran Premio de Estados Unidos. Con solo cinco carreras por disputarse, Norris queda a 57 puntos del liderato. Un margen que, frente al imparable Verstappen, parece insalvable. Mientras tanto, Mercedes vivió un auténtico calvario en Austin. Lewis Hamilton, relegado a la 17ª posición en parrilla, no logró remontar y se vio fuera de toda opción tras una salida de pista en la curva 19. Su compañero George Russell, que partió desde el pit-lane por un accidente en la clasificación, tampoco pudo salvar el honor de las Flechas de Plata, culminando un fin de semana negro para el equipo de Toto Wolff.
La ’33’ este año no llegará
Por su parte, Fernando Alonso vivió otra jornada complicada. El asturiano, que había ganado una posición en parrilla tras las reparaciones en el coche de Russell, no pudo aspirar a los puntos y finalizó en una discreta 13ª posición. Aston Martin sigue lejos de la competitividad que había mostrado a principios de temporada, y Alonso ya apunta al futuro, esperando que las actualizaciones aerodinámicas introducidas en Austin den frutos en las próximas carreras.
Con la victoria de Leclerc y el segundo puesto de Sainz en el Gran Premio de Estados Unidos, Ferrari celebra en grande, brindando con tequila en Texas, mientras la lucha por el campeonato se enfoca cada vez más en Verstappen, un genio que parece destinado a seguir sumando éxitos.