Fernando Alonso: El hombre infeliz con un McLaren

McLaren-Honda hace años reinaba en el circo de la Fórmula 1. Hoy, sobre el MP4-30 está el doble campeón del mundo Fernando Alonso. No hace falta ser ingeniero para ver que la alianza anglo-nipona esta vez no encaja. Esto es algo que, para alguien con la personalidad ganadora del asturiano puede ser deprimente o incluso irritante, como hemos comprobado en el último Gran Premio de Japón, donde explotó y llamó “motor de GP2” a su V6 de Honda tras ser adelantado por el Toro Rosso de Verstappen. El español tiene 34 años, 32 victorias, 97 podios y dos mundiales. Grandes cifras que, sin embargo, son el recuerdo de temporadas mejores, pero pasadas, y es que lleva desde el Gran Premio de España de 2013, sin subir a los más alto del podio. Más duro para él es saber que su último mundial lo ganó hace ya 9 años. Si a esto le sumamos los tres subcampeonatos con Ferrari y aquella oportunidad truncada en 2007, obtenemos el porqué de esa explosión por radio en Suzuka.

De su talento nadie, o pocos tienen dudas. Pat Symons señaló que “era obvio que él no era como los demás chicos que se montaron en el coche”. En Renault se consagró esta peculiar visión.  En 2003 marcó la vuelta rápida de la carrera en Canadá mientras conversaba por radio. Tres temporadas fueron suficientes para afianzarse y desplegar su talento a bordo de aquel R25 de 2005. No pasó igual con Ferrari en 2010, cuando un error de estrategia relevó a Fernando Alonso a una posición en la que otorgaba el título a Vettel. Flavio Briatore tomó en 2003 una decisión por la que fue muy criticado, fichar a Fernando en vez de a un tal Jenson Button. Que acertó es algo que el tiempo confirmó.

Fernando Alonso ha madurado desde entonces, ya no es aquel chaval de rostro limpio y sonrisa inocente que hacía madrugar a millones de espectadores para ver la primera carrera del año en Australia, pero su esencia ganadora siempre ha estado ahí hasta en sombrías temporadas como las que precedieron al frustrante año en McLaren. En aquella ocasión si era feliz con su coche, pero la expresión de la cara le iría cambiando a medida que la temporada avanzaba y se entrometía el padre de Hamilton, haciendo que el equipo inclinara su balanza en favor del novato inglés, en lugar del bicampeón español. Porque hay algo muy significativo de Fernando Alonso cuando trabaja con un equipo, la confianza. Dicen quienes han trabajado con el asturiano que él te dirá las cosas una vez, no más.

Entonces ¿que precipitó la marcha de Alonso de Ferrari? Para Eric Boullier, actual director de McLaren, Fernando se vio sumido en un círculo vicioso con la escudería italiana, “creaban algo, el éxito estaba ahí, no se culminaba y tampoco se mantenía, volvían a empezar y fallaban, minando la confianza de Fernando Alonso y empezando a ser un problema para él”. Que volviera a McLaren era algo que nadie se quería acabar de creer, hasta que, su majestad Juan Carlos I lo largó a la prensa en el paddock de Yas Marina. Los problemas han vuelto, pero esta vez se trabaja de manera distinta, la confianza es plena y ambas partes lo saben.

Fernando Alonso no es el mismo fuera de la pista, pues él mismo reconoce que “en la F1 tienes la necesidad de jugar un papel como en una película”. Alonso confiesa que siempre trata de ser honesto, su domicilio fiscal está en España, y aunque ya es embajador de UNICEF y ha ayudado a jóvenes a estudiar ingeniería de competición en Inglaterra, tiene planes para una futura organización de caridad. Para Fernando la vida personal es la que cuenta y le hace feliz, y es que según él “la Fórmua 1 es un bonito deporte porque la tecnología y los coches son fantásticos, el salario es mejor que en otros sitios, pero al final de día es solo un trabajo”.