El E-Type definitivo

Estamos en el condado de Essex (Gran Bretaña) donde se encuentra Eagle, el reputado especialista en Jaguar E-Type. La empresa fue fundada en 1982 por Henry Pearman. Ellos son los responsables del Low Drag GT. Solo hay uno, acaba de ser terminado y hemos podido conducirlo. Se producirán muy pocos y costarán 850.000 euros cada uno. Eagle se enfrenta a dos realidades establecidas del mundo de los clásicos. Por un lado reivindican el valor del E-Type. Lo que pasa es que se hicieron miles, y eso justifica diferencias de cotización. Por otro lado modernizan el E-Type, lo que para algunos es un sacrilegio.

El E-Type definitivo

Para crear el Eagle Low Drag GT ha partido de un E-Type y han reutilizado tantos componentes originales como ha sido posible. La carrocería es de aluminio y ha sido modelada a mano. Incorpora también más anchura de vías, ya que su estrechez es una de las pocas críticas que se pueden hacer al diseño original de Malcolm Sayer. El diseño exterior es una recreación directa del original, el único Low Drag que se fabricó. Respecto a la mecánica todo ha sido evolucionado. El seis cilindros en línea de 4.7 litros usa inyección como los 12 Lightweight de carreras que se fabricaron. Lleva un cambio de cinco marchas y un diferencial autoblocante. Los frenos son AP Racing, con discos de 315 mm delante. También hay unos amortiguadores Ohlins ajustables y llantas de magnesio. El resultado de todo ello es que con un peso de solo 1.038 kilos, y unos 350 CV de potencia.

¿Cómo se comporta el Low Drag? Con la relación peso-potencia de la que presume no es extraño que anuncie un 0 a 100 km/h por debajo de cinco segundos. El cambio tiene una resistencia similar a los de cuatro marchas pero es más rápido, aumentar el par hace que en muchas ocasiones recupere bien sin pasar a una marcha inferior. La firmeza de la suspensión permite una mayor conexión con el asfalto y además es regulable. También hay más agarre, aunque no lleva unos neumáticos tan anchos como montaría un coche moderno con esa potencia.

¿Y la polémica sobre modernizar los clásicos? Pearman pone un buen ejemplo: “Por el hecho de vivir en una preciosa casa del siglo XVIII no tienes la obligación de lanzar los residuos por la ventana, como se hacía entonces. Tener un clásico cuyos frenos funcionan bien, que no se sobrecalienta y que te puede llevar al sur de Francia sin contratiempos es algo bueno. Conocemos los E-Type y mantenemos el espíritu y el corazón del coche. Solo hacemos que funcionen mejor”.