Una comparativa de compactos deportivos que se baten en duelo: Civic Type R, Audi RS3 e Ioniq 5 N en una batalla definitiva. Durante años, los Honda Civic Type R Y Audi RS3 han ejercido un dominio casi incuestionable en el universo de los compactos deportivos. Son los referentes, los veteranos de guerra que han sobrevivido a generaciones y modas.

El eléctrico que quiere ser un hot hatch de verdad
Pero algo está cambiando. Una nueva ola de contendientes está irrumpiendo en el escenario con propuestas frescas, potentes y, sobre todo, electrificadas. El que más ruido hace es el Hyundai Ioniq 5 N, un coloso eléctrico que no tiene intención de ser un simple espectador. Quiere ganar.
Los tres modelos son tan potentes como pesados. Cada uno, a su manera, representa lo más ambicioso que sus respectivas marcas pueden ofrecer en este segmento.
- El Honda Civic Type R apuesta por una receta tradicional: motor 2.0 turbo de 329 CV, tracción delantera, cambio manual y mucha precisión japonesa.
- El Audi RS3 se mantiene fiel a su esencia: 2.5 turbo de cinco cilindros, 400 CV, tracción total quattro y una mezcla de lujo y músculo alemán.
- Y el Hyundai Ioniq 5 N, con dos motores eléctricos, tracción integral y unos apabullantes 850 CV, representa el futuro inmediato de los compactos radicales.
Subirse al Civic es como enfundarse un mono ignífugo. No hay concesiones al confort gratuito. Los asientos deportivos, tapizados en rojo, recogen el cuerpo como un guante; el volante de Alcántara transmite cada vibración; y el pomo metálico del cambio manual recuerda a los mejores deportivos japoneses de antaño. Aquí todo está diseñado para conducir.
La precisión es su seña de identidad: dirección comunicativa, pedales perfectamente colocados y una palanca que se desliza entre marchas con una nitidez mecánica que enamora.
Eso sí, no todo es perfecto. A pesar del diferencial autoblocante, los Michelin Pilot Sport 4S a veces sufren para digerir los 420 Nm. Y los modos R+ y Sport endurecen tanto la suspensión que solo en el modo Confort se vuelve realmente utilizable en el día a día.

Saltamos al RS3 y todo cambia. El mundo del refinamiento entra en escena. Aunque el nuevo volante añade botones para cambiar de modo rápidamente, el resto del habitáculo mantiene su sobriedad habitual. Es un coche que no necesita gritar para imponer respeto. Al arrancar, el cinco cilindros ruge con un tono grave y metálico, casi de coche de rally. La dirección, inicialmente algo anestesiada, gana vida con la velocidad.
Y lo mejor llega en curva: el sistema de tracción total con torque splitter permite empujar con la trasera al salir de las curvas, casi como si fuera un coche de propulsión. La transición entre agilidad y aplomo es natural, fluida. En apoyos rápidos o cambios de trayectoria, se muestra sorprendentemente ligero, insinuando la zaga con suavidad al levantar el pie del acelerador. El cambio automático de doble embrague cumple con eficacia, aunque no ofrece la inmediatez visceral de una caja manual deportiva.
Enorme, anguloso, llamativo… y claramente diferente. Al lado del RS3, el coreano parece una máquina de otra categoría. Las primeras impresiones dinámicas son mixtas. La dirección tiene un tacto algo artificial en la zona central y, en carreteras rotas, cada rueda parece tener su propia opinión sobre los baches. No flota como el Audi ni es tan preciso como el Honda.
Pero entonces activas la magia: Hyundai ha creado un simulador de motor térmico y cambios de marcha con cortes de aceleración y sonido artificial que imita a un bóxer Subaru. Sí, suena a videojuego. Pero en la práctica, convierte al 5 N en una experiencia única.
Con el modo adecuado, el coche cobra alma. La conducción se vuelve emocional, divertida, casi adictiva. Como si estuvieras pilotando un coche de gasolina, pero alimentado por electrones.
¿Puede un SUV eléctrico superar al Honda Civic Type R y al Audi RS3?

A pesar de sus más de dos toneladas, el Hyundai se defiende con valentía. La dirección es rápida, el tren delantero responde mejor de lo esperado y, con el modo de entrega de potencia suavizado, el chasis empieza a brillar.
Hay un inevitable efecto péndulo en los cambios de dirección más bruscos, producto de su peso, pero también hay garra, control y un punto de travesura que invita a jugar. Hyundai lo llama “el trasto de las curvas”, y el apodo no le queda grande. Curva tras curva, se disfruta como pocos eléctricos del mercado.
En el contexto eléctrico, el 5 N está muy por delante de sus predecesores. Pero cuando lo enfrentas directamente al Civic y al RS3, se queda a medio paso de destronarlos.
El Honda sigue siendo el rey de la precisión pura, el favorito de los puristas del cambio manual. El Audi, con su equilibrio entre tecnología, potencia y tracción, domina las carreteras rápidas con una seguridad implacable. Y el Hyundai, aunque nuevo en esta liga, demuestra que la revolución eléctrica no tiene por qué ser aburrida. La vieja guardia aún tiene mucho que decir, pero el futuro ya ha llegado. Y lo hace derrapando.