Te traemos una Comparativa de clásicos reinventados con Alpine, Abarth, Alfa Romeo y Mini llevan décadas produciendo coches prestacionales asequibles. ¿Es posible trasladar ese legado al mundo de los eléctricos?
En apenas unos años, pasamos del miedo a que los coches eléctricos acabaran con la diversión al volante a ver cómo se lanzan de lleno a conquistar el trono del hot hatch. Los modelos que probamos están a la última tanto en hardware como en software, pero también representan una respuesta a un dilema más amplio.

¿Pueden los hot hatch eléctricos igualar la emoción de los deportivos?
Ante la marea de nuevos eléctricos tecnológicos, las marcas europeas recurren a un recurso que sus rivales emergentes no tienen: historia. Estos cuatro modelos no son los únicos eléctricos de esta comparativa, pero los agrupamos porque comparten estrategia: apelar al legado de un icono del pasado para crear algo deseable hoy.
El Mini John Cooper Works eléctrico no solo rinde tributo al mítico preparador británico, sino que representa dos décadas de ediciones deportivas JCW. Tradicionalmente agresivos y ruidosos, ¿cómo funcionará ese ADN con un motor sin sonido? Abarth lleva el nombre de un personaje igualmente ruidoso: Carlo Abarth. Su nuevo 600e, un SUV compacto, es su apuesta más ambiciosa tras un 500e que no terminó de convencer. ¿Y Alfa Romeo? Ha resucitado una insignia cargada de emoción con otro SUV compacto.

Mientras tanto, Alpine, tras la ligereza del A110, presenta el A290 basado en el Renault 5, con una estética casi caricaturesca, ruedas sobredimensionadas y una altura 15 mm mayor que la del Alfa Veloce.
No somos unos nostálgicos retrógrados. Al contrario, somos optimistas respecto al potencial de estos coches, porque ya hemos tenido buenas experiencias con eléctricos centrados en la conducción. Pero esa esperanza se ve empañada por una duda razonable: ¿podrán cumplir las elevadas expectativas que implica el deportivo eléctrico más potente jamás fabricado?
El resultado, sin embargo, es más habitable. Aunque menos ágil, el Junior Veloce resulta más suave en la conducción diaria. Pero tampoco ofrece feedback en la dirección, ni equilibrio de carrocería ni consistencia al frenar.
Mini JCW, Abarth 600e, Alfa Junior Veloce y Alpine A290 frente a frente
Un dato curioso: aunque Abarth monta frenos delanteros de Alcon y Alfa apuesta por Brembo, ambos equipan discos de 380 mm. Además, el eje trasero con barra de torsión en ambos casos no ayuda a mantener el contacto de las ruedas con el asfalto. El “desencuentro” que describe Ben se refiere a cómo cada rueda parece reaccionar por su cuenta cuando la superficie se vuelve ondulada. El Junior es notablemente más grande que el Mini, aunque pequeño no signifique menos peleón.

La dirección del Mini JCW eléctrico es prometedora, pero el volante, grueso como una salchicha alemana, arruina la experiencia. Con 1.680 kg, es también el más pesado del cuarteto eléctrico. Aun así, es rápido: 0-100 km/h en 5,9 segundos, con una autonomía oficial de 364 km. Eso es lo mejor entre estos cuatro. Pero cuando se pisa a fondo, la eficiencia cae en picado. Y ninguno carga a más de 100 kW, lo que hace que la ansiedad por la autonomía vuelva a asomar… especialmente en medio de carreteras secundarias, donde incluso la app Zap-Map parece encogerse de hombros.
El problema de fondo en los eléctricos deportivos es que, con una transmisión de una sola marcha y sin “alma” mecánica bajo el capó, no ofrecen la interacción emocional que debería caracterizar a un hot hatch. Ninguno de estos cuatro incluye levas para gestionar la regeneración. Los italianos resultan especialmente planos si no estás dispuesto a trastear con los modos “B” en la consola central.

El Mini ofrece una función Boost, activada por una leva donde normalmente estaría el cambio descendente. Esta libera los 255 CV durante 10 segundos si se pisa a fondo; de otro modo, el coche se limita a 228 CV. Pero lo que más notarás será el temporizador chillón que aparece sobre el head-up display y la pantalla redonda de infoentretenimiento, ocultando incluso las indicaciones del navegador. Más que una inyección de adrenalina, parece un juego de consola mal pensado. ¿Es eso un T-Rex que se acerca?
Ventajas y sensaciones reales al conducir un eléctrico deportivo
Cuatro propuestas con estilo, ambición y siglas históricas. Si ajustamos las expectativas, ambos se defienden bien en carreteras comarcales. Si se conduce con decisión, el diferencial Torsen (presente tanto en Alfa como en Abarth) trabaja con eficacia para traccionar en curvas cerradas. Faltará feedback, pero hay convicción mecánica. Con los modos más deportivos (Scorpion Track en Abarth, Dynamic en Alfa), se elimina completamente la frenada regenerativa, permitiendo apoyarse en los frenos de fricción. Aun así, el tacto sigue siendo algo esponjoso. Lo mejor es combinar ambos sistemas.

El 600e es el más radical, el Junior algo más relajado. Si buscas un crossover deportivo, el Abarth podría convencerte. La dirección del Alpine sigue siendo su mayor punto débil, y su diseño exterior también genera debate. La suspensión es más amable que la del Mini, pero aun así es algo vibrante y nerviosa. En realidad, el mayor problema del A290 es que el Renault 5 estándar es tan bueno que esta versión parece simplemente un “R5 con purpurina y piezas de tuning”.

Ignorando el modo Boost, el Mini tiene la potencia suficiente para seguir el ritmo de los Yaris y Golf en rectas y curvas. No hay zonas muertas en la dirección, ni imprecisiones. Solo determinación, agilidad y empuje constante. Cuando se entra en ritmo, hasta la suspensión deja de molestar. Si lo que quieres es diversión pura con un eléctrico asequible, el JCW eléctrico es tu coche. Pero si buscas un hot hatch de verdad… aún necesitas un motor de combustión.