ESCENARIO: FRANCIA, más concretamente la ciudad del amor y casa de Ratatouille. Aquí, donde la juventud se reúne en las orillas del río Sena para charlar, beber vino y comer queso. Donde, hace menos de un año, vimos a nuestro Rafael Nadal aquel que puso este país en lo más alto del deporte mundial entregar la antorcha olímpica a uno de los mejores futbolistas de la historia, don Zinedine Zidane. Citroën, marca de la casa, realizó un despliegue de medios que no dejó a nadie indiferente para presentar al mundo entero uno de sus hijos más aplicados, el renovado C5 Aircross.
El buque insignia de Citroën
El Citroën C5 es el buque insignia de la marca y lleva 10 años rompiendo todos los moldes en cuanto a ventas y evolución. Estamos ante su segunda actualización, y no es un tema meramente estético.

Destacan el nuevo sistema de pantallas sobredimensionadas, sus formas cuadradas y su nueva firma lumínica. Luces traseras Light Wings y frontales Matrix LED 2.0 refuerzan su apuesta por la seguridad.
Gama electrificada
Tenemos también novedades en sus sistemas de motorización, ya que la marca ha decidido abordar la electrificación con la fuerza de un marino navegante francés, lanzando dos versiones diferentes: una de 213CV, con una autonomía supuesta de 520 km, y otra que sobresale con 231 CV y 680 km de disfrute puro antes de comenzar nuestra búsqueda de un cargador eléctrico. Aunque han pensado en todos, ofreciendo también una versión microhíbrida de 145 CV y otra híbrida enchufable de 194 CV, con 86 km de autonomía eléctrica.

Más grande, más imponente
El nuevo C5 Aircross es más grande que su predecesor. Tiene una longitud de 4,65 m, lo cual le aporta 51 mm más de espacio para las piernas, 1,90m de ancho y 1,66 m de alto, junto con distintas configuraciones de llantas de 18 hasta 20 pulgadas. Por desgracia, en esta ocasión ninguno tuvo la oportunidad de probar el coche para poder sacar una conclusión más acorde a la realidad sobre el producto.
Sensaciones iniciales
A primera vista, ha ganado en tecnología y apariencia. Tendremos que esperar para dar nuestro veredicto final, pero esto pinta realmente bien. El rival a batir ha llegado y lo ha hecho para quedarse.

El broche final
Terminamos el evento con mesas redondas y una comida, si es que se le podía llamar así. Un descendiente del Cid Campeador no puede alimentarse a base de pinchos miniatura de colorines y Macarons. Pero se lo perdonamos, porque el evento fue una maravilla, y el coche potenció aún más la experiencia.