Cinco historias Halloween sobre coches enterrados

El amor humano se manifiesta de muchas maneras. Hay quien ama a su esposa, a su hijo, a su perro o a su coche. Por eso en Car nos enternecen las historias sobre coches enterrados.

Ferrari bajo tierra

La multimillonaria Sandra West murió joven y (1939-1977) eligió ser enterrada en un camposanto de San Antonio (Texas) con sus diamantes y sentada en su Ferrari, un 330 según la revista Time. Desde fuera solo hay una discreta placa, y nadie se imaginaría el tesoro que hay debajo. Mrs. West ya no estará como en la foto, pero aún así nos gustaría echarle un vistazo.

Catalina a la tumba

Lonnie Holloway falleció a los 90 en 2009 y decidió descansar cerca de su esposa, pero llevándose consigo sus armas y su coche, un Pontiac Catalina del 73. Según Charlie, su barbero y amigo: “cuando Lonnie decía que iba a hacer algo, lo hacía”.

Al cielo en M3

Steve Marsh era tan entusiasta que le llamaban “BMW Steve”, y el corazón le falló a los 51. Su esposa e hijos encargaron un M3 de mármol para su tumba y, como tenía sentido del humor, en el entierro le pusieron una multa de aparcamiento en el parabrisas. En este caso el M3 no forma parte de la lista de coches enterados

Entierro peligroso

El Chevrolet Corvair con motor trasero fue protagonista de un libro llamado “inseguro a cualquier velocidad” debido a su precaria estabilidad. Pero eso nunca le importó a Rose Martin, que cuando murió a los 84 años quiso enterrada dentro de él en Rhode Island (EEUU).

Un Dino en el jardín

Los coches enterrados pueden ser tan valiosos como los cofres llenos de monedas. Este Ferrari Dino GTS de 1974 fue enterrado por su dueño para cobrar el seguro de robo (lo había comprado como regalo para su esposa…). Tras ser exhumado en 1978 fue restaurado, y ahora está muy feliz de ver cada mañana el sol de California.