En enero de este año Citroën presentó, en Barcelona, el nuevo C3. Un coche que trae un cámara de fotos integrada y que está disponible con 7 motores gasolina y con 6 motores diésel.
Atrás quedan ya modelos como el antiguo C3 o el Saxo, que difícilmente lograrán el prestigio y el reconocimiento alcanzado por los ya clásicos DS y Deux Chevaux. Junto con el C4 Cactus, el nuevo C3 representa el renacimiento de la marca francesa, que empieza a encaminarse por lo diferente y lo innovador. Quizá sea coincidencia, pero desde la llegada de la nueva directora ejecutiva, Linda Jackson, la compañía gala se ha centrado y ha apostado por el confort, la tecnología funcional y por desarrollar un diseño propio y distintivo. ¡Chapeau!
El nuevo modelo tiene un gran parecido con el Cactus, con los característicos laterales acolchados, una carrocería más elevada de lo normal y un diseño crossover. Respecto a la conducción, es mejor que la del moderno C4, aunque menos comunicativa. El interior es amplio y cuenta con unos asientos sorprendentemente cómodos. La pantalla táctil central es fácil de usar, lo que permite navegar por su menú de manera intuitiva, algo que se agradece, al igual que el avisador de radares que lleva incluido.
No olvidemos su novedoso sistema Connected Cam. Citroën ha añadido a su modelo urbano una cámara en el retrovisor central que podemos accionar manualmente o el propio coche en caso de accidente. Ninguna marca había caído en la cuenta de aprovechar la cámara de sus sistemas de frenada de emergencia para esta función. Un ejemplo más de que la marca francesa se ha modernizado y sabe a qué público quiere llegar.
Este es, en definitiva, un C3 que ofrece algo diferente, alegre y con carácter. Un motivo de orgullo para Citroën y para Madame Jackson.