Una de las curiosidades de las 500 Millas de Indianápolis es que la victoria no se celebra con champán sino con leche, una costumbre que se remonta a 1936. Si Alonso gana podrá seguir con la tradición.

Se da por sentado que los eventos automovilísticos con más prestigio y tradición son las 500 millas de Indianápolis o Indy500 (desde 1911), las 24 Horas de Le Mans (1923) y el GP de Mónaco (1929). Las tres son muy diferentes y cada aficionado tendrá sus preferencias.

En todo caso la Indy500 es una de esas cosas que un apasionado del motor debería vivir al menos una vez en la vida. Esta prueba forma parte del campeonato Indycar Series y estos son los datos esenciales para entender la competición: treinta y tres monoplazas deben recorrer en un circuito oval un total de 500 millas (804,6 km.). Como la velocidad media por vuelta ronda los 370 km/h y el trazado mide 2,5 millas, les bastan unas tres horas para recorrer las 200 vueltas de las que consta la carrera.
Suele hacer mucho calor y los 250.000 espectadores de las gradas consumen miles de litros de cerveza y Coca-Cola. Por eso la primera vez que uno asiste a esta prueba le extraña ver por allí azafatas que regalan botellas de leche, producto local de Indiana, un estado con una poderosa industria agrícola y ganadera. Más tarde, el espectador descubre porqué “Winners drink milk” (los ganadores beben leche).

Fernando Alonso tiene posibilidades de beber leche en el podio, pero también la tienen, en mayor o menor medida, el resto de los pilotos. Todos los equipos usan en sus monoplazas el mismo chasis Dallara de fibra carbono, y motores 2.2 V6 biturbo que suben hasta 12.000 rpm. y cuya potencia oscila entre 550 y 700 CV dependiendo de la presión de sobrealimentación. El combustible es E-85 (85% etanol y 15% gasolina) y solo hay dos fabricantes de motores: Chevrolet y Honda, que será el que utilizará Fernando Alonso. El resultado es mucha igualdad entre los competidores, y la victoria será cuestión de detalles. Es normal que haya decenas de cambios en la cabeza de carrera, con muchos pilotos implicados.

El año pasado la Indy500 la ganó el debutante Alexander Rossi con el motor Honda, y la clave de su victoria estuvo en que llegó al límite del combustible, cruzando la meta 36 vueltas después de su último repostaje. Se estima que la autonomía del motor Honda es de unas 32 vueltas. De hecho la ultima vuelta la hizo “parado”, a 289 km/h de media, mientras que el segundo clasificado la realizó a 350 km/h. Su jefe le decía por la radio: “¡no dejes que te pasen pero ahorra combustible!” Por lo tanto fue Alexander Rossi quien celebró su victoria con leche el año pasado, una tradición que comenzó el piloto Louis Meyer en 1936. Sin duda fue el mejor trago de su vida. Esperemos que si Alonso gana en Indianápolis pueda hacerlo también, aunque no sea de Central Lechera Asturiana.

A los norteamericanos les gusta conservar sus tradiciones y por eso no les hizo ninguna gracia cuando, en 1993, el brasileño Emerson Fittipaldi celebró su victoria en la Indy500 con zumo. Para él fue una especie de broma pero los puristas le dieron hasta en el carnet de identidad. Otra tradición es que, tras la victoria, el ganador y los suyos besen un pequeño trozo de la pista que deja a la vista los ladrillos que cubrían el trazado en sus inicios.